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Arbolado urbano

Crónica de una muerte anunciada

La obra del Metrobús en la avenida 9 de Julio incluyó el trasplante de 277 árboles. Los especialistas sostienen que en los próximos dos años la mitad de esos ejemplares estarán muertos. Algunas curiosidades acerca del “experto” designado para dirigir la operación.

15 Abr 2013 POR
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El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna (…). “Siempre soñaba con árboles”, me dijo Plácida Linero, su madre (…).

Gabriel García Márquez

Crónica de una muerte anunciada

 

Entrevista a Héctor Svartz

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Símbolo inequívoco de la ciudad de Buenos Aires, asiento del emblemático obelisco, escenario de innumerables manifestaciones populares y poseedora del récord mítico de “la más ancha del mundo”, la avenida 9 de Julio cambia su fisonomía para dar lugar a una alegoría de la modernidad: el Metrobús.

Según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), la obra involucra la eliminación de 28 árboles que estarían en malas condiciones fitosanitarias y el trasplante de otros 277 ejemplares arbóreos. De éstos últimos, 108 tienen un nuevo hogar en otros parques y plazas y 169 se relocalizan dentro de la traza de la misma avenida.

La operación de trasplante desató un sinnúmero de críticas de parte de los especialistas, que auguran una corta vida para la mayoría de los ejemplares: “En los próximos dos años la mitad de esos ejemplares estarán muertos”, sostiene el ingeniero agrónomo Héctor Svartz, profesor a cargo de la Cátedra de Jardinería de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA).

“De este horror podrán sobrevivir algunos árboles”, confirma el ingeniero agrónomo Carlos Anaya, único arborista argentino certificado por la International Society of Arboriculture.

Según Anaya, cuando los árboles se comiencen a secar se creerá que la caída de las hojas se debe al otoño. “Cuando llegue la primavera y no broten es probable que los carguen por la noche en camiones y terminen en un relleno sanitario, y a la mañana siguiente ‘aparecerán’ en su lugar cientos de arbolitos malformados con onerosos tutores formando una especie de barrilete con cintas amarillas y la leyenda ‘ciudad verde’”.

Con la misma sospecha del retiro subrepticio, Svartz advierte: “Con las tormentas violentas que estamos teniendo, si no se los llevan existe el riesgo para las personas de que los ejemplares muertos se caigan”.

En su página de Facebook, Diego Santilli -Ministro de Ambiente y Espacio Público del GCBA- escribe: “… la mayoría de las intervenciones que hemos realizado sólo han consistido en correr los árboles…”.

“Indudablemente, la idea fue correrlos y no trasplantarlos”, ironiza Anaya.

De copas

De una u otra manera, sabemos que no se poda durante el verano. No obstante, en algunos casos, pueden hacerse excepciones. De hecho, la Guía de Especificaciones Operativas para la Poda del Arbolado Público Lineal -elaborada por la Dirección General de Arbolado del GCBA- admite la poda estival (también llamada “poda verde”), para la cual se especifica que “no debe podarse más del 10% de la copa del árbol adulto”.

Sin embargo, este verano, gran parte de los árboles trasplantados por el Metrobús fueron descopados. Es decir, se eliminó completamente su copa. “Al eliminar la copa se destruye el balance hormonal con el que cuenta el árbol para recuperar su sistema radicular luego del trasplante”, asevera Anaya. “Además, los cortes realizados son totalmente incorrectos, porque se observan desgajes, eliminación de corteza, muñones y falta de ramas laterales. Todo esto implica consumo de energía por parte del árbol estresado y menos oportunidades de éxito”, completa.

“Están trasplantando troncos”, resume Svartz, quien explica que muchos de esos árboles tienen más de 50 años y “los están tratando como bonsai”. “La arboricultura moderna descarta totalmente el tipo de intervenciones que se están llevando a cabo”, asegura.

La Guía del GCBA antes mencionada se refiere al descopado en su página 18. Allí se lee: “El descopado se realizará en la instancia previa a la extracción del individuo”. En otras palabras, es un procedimiento que se realiza antes de derribar un ejemplar.

Raíces del problema

Los especialistas coinciden en señalar la ausencia de un programa serio para llevar a cabo los trasplantes: “Los tiempos biológicos son diferentes que los tiempos electorales”, puntualiza Svartz, quien explica que un buen trasplante se inicia varios meses antes de trasladar el árbol mediante la “técnica del medio pan”, que consiste en cortar la mitad del pan de tierra y raíces que sujetan al árbol seis meses antes de trasladar el ejemplar. “De esta manera, se le da tiempo de generar raíces adventicias nuevas, que son las que van a sostenerlo cuando se haga el trasplante, momento en el cual se corta el otro medio pan y se retira el árbol”, ilustra.

Por su parte, Anaya explica que “durante el trasplante el árbol pierde aproximadamente un 90% de las raíces activas, por lo cual el cepellón (NdR: conjunto de raíces y tierra que se deja adherida durante el trasplante) debe tener un ancho de 10 centímetros por cada centímetro de diámetro del tronco”, consigna, y revela: “Ninguno de los árboles trasplantados se acerca a esa relación de 10 a 1”.

Para elevar y mover un árbol sin lastimar los tejidos del tronco y las ramas y evitar que se desarme el cepellón existen técnicas de sujeción apropiadas, como la colocación de una parrilla de hierro en la base o, también, la técnica del escayolado. Esta última consiste en cubrir el cepellón con una estructura rígida, compuesta por yeso y material desplegable, que es eliminada antes de colocar el árbol en el hoyo de destino.

“No pude ver la operatoria, pero por la forma y tamaño de los cepellones y las heridas observadas en troncos y ramas es probable que los hayan elevado, arrastrado y movido con una pala retroexcavadora”, considera Anaya.

Según el experto, para que las raíces nuevas puedan desarrollarse apropiadamente, deben disponer de un suelo aireado y poco compactado. Para ello –indica- el diámetro del hoyo de destino debería ser tres a cuatro veces mayor que el tamaño del cepellón. “Los hoyos son apenas algo más anchos que el cepellón, como para que éste entre casi a presión”, informa.

“La afectación de raíces implica una pérdida de anclaje que puede ser muy grave”, remarca Svartz.

La ausencia de planificación queda en evidencia en la elección de los sitios de plantación: “Se está plantando al azar. Se mezclan los ejemplares sin considerar tamaño ni silueta final y sin valor estético alguno”, opina Svartz y agrega: “En los canteros laterales se está cercenando la acera pública, dejando además a la vista la masa radical de los ejemplares, que ha sido cortada sin ningún resguardo. Estos ejemplares con sus raíces expuestas en pleno verano serán más susceptibles de sufrir stress, enfermedades, decaimiento general y senectud acelerada”.

Hay un mito en el cuidado de los árboles que consiste en creer que las heridas hay que cubrirlas con barro para que el árbol “sane”. “Esto se ve en muchos de los árboles trasplantados. Con esta práctica se corre el riesgo de inocular microorganismos fitopatógenos en el ejemplar”, observa Anaya.

Experto confundido

«Cortar un árbol lleva un minuto mientras que salvarle la vida meses. Tenemos que comprender que la naturaleza es una sola y no se recupera», dijo alguna vez Yasuo Inomata, un Ingeniero Paisajista japonés, formado en la Universidad Nodai de Tokio, que llegó a la Argentina en 1966.

Yasuo Inomata estuvo a cargo de las obras del Jardín Japonés de Escobar y del de Buenos Aires. Pero su nombre se hizo famoso en los años ’90 por las obras de ampliación de la ruta Panamericana y de la Av. General Paz, para lo cual debían eliminarse 2.600 árboles, de los cuales 700 se planeaba trasplantar. El proyecto desató la oposición de muchas organizaciones de protección ambiental.

En ese contexto, Yasuo Inomata fue el responsable técnico de las tareas de poda y trasplante de los árboles y arbustos y, para ello, implementó una tradicional técnica japonesa denominada “tarumaki” que, según las crónicas de esa época, produjo excelentes resultados.

Francisco “Pancho” Inomata es argentino. Se graduó como licenciado en geología y fue dueño de un vivero en el barrio de Belgrano. Actualmente posee una empresa, INEVAR, dedicada al mantenimiento y construcción de espacios verdes.

Francisco “Pancho” Inomata es el “experto” a cargo de los trasplantes en la avenida 9 de Julio. Es Inomata, pero no es Yasuo. Es “Pancho”.

Sin embargo, y curiosamente, un documento del GCBA, explica que “las tareas están a cargo de la Dirección General del Arbolado que cuenta con el asesoramiento del Lic. Francisco Inomata, experto argentino formado en Japón especializado en cultivo, manejo y trasplante de grandes ejemplares. Inomata ha dirigido el trasplante de centenares de árboles tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires. Fue responsable técnico de las tareas de poda, trasplante y mantenimiento de los árboles y arbustos de la Ruta Panamericana y Av. General Paz, y de la ampliación de la Panamericana, en 1994”.

Un artículo de la revista Viva, de Clarín, aparecido el 24 de marzo de 2013, reproduce esta “confusión de expertos”: “Estos árboles de la 9 de Julio no son los primeros que Inomata cambia de lugar con sus gruesas raíces y enormes troncos. Movió los que había en la Panamericana cuando fue ampliada en los años 90, mientras un cordón de la Policía lo tenía que defender de las pedradas de algunos vecinos enfurecidos”.

Según Svartz, “ningún experto internacional o nacional, profesional de las ciencias forestales o agronómicas, realizaría semejante disparate”.

Futuro espinoso

El proyecto arbóreo en la avenida 9 de Julio prevé plantar en las áreas de las estaciones del Metrobús especies nativas del norte argentino. Entre ellas, la Bauhinia forficata, vulgarmente llamada “pezuña de vaca”.

“Son decisiones que se toman con las que no estoy de acuerdo, porque es una planta preciosa por sus flores, pero tiene unas espinas gigantes”, explica la ingeniera agrónoma Ana Beatriz Guarnaschelli, profesora adjunta de la Cátedra de Dasonomía de la FAUBA.

“Van a poner cerca de la gente plantas que, si no les hacen las podas de mantenimiento, van a lastimar a una persona”, avisa Svartz, y finaliza: “Todo este modo de actuar atenta contra la seguridad de las personas, bienes públicos y privados, la sobrevida de los árboles, el valor ambiental y paisajístico de los mismos, y constituye una violación a toda legislación relacionada con el ambiente, el paisaje, el arbolado urbano y los derechos de los ciudadanos”.