Arbolado urbano

El Ficus: un árbol con los días contados

Aunque nunca fue plantada por organismo oficial alguno, es la tercera especie en cantidad en el espacio público de la ciudad de Buenos Aires. El Plan Maestro de Arbolado, próximo a darse a conocer, no la tiene en cuenta.

2 Jul 2012 POR

Pariente cercano del “Gomero”, un árbol que abundó en las calles porteñas durante el siglo pasado, el Ficus benjamina es hoy una especie amenazante. Foto: Diana Martinez Llaser

Entrevista a Jorge Fiorentino 1

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Entrevista a Jorge Fiorentino 2

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Entrevista a Pablo Picca

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Quienes caminen por la gran urbe porteña y presten atención a los árboles de las veredas, podrán notar que, en algunos barrios, los Ficus están perdiendo sus hojas de manera exagerada.

Dado que se trata de una planta de follaje perenne, el fenómeno puede resultar desconcertante pero, si uno mira el ejemplar con atención, comprobará que el revés de las hojas tiene manchas blancas o plateadas y que una multitud de minúsculas “polillas” blanquecinas sobrevuela el árbol.

Se trata de la mosca blanca, una plaga relativamente nueva en el continente Americano. Un insecto chupador que extrae los nutrientes de las hojas amarilleándolas hasta marchitarlas y hacerlas caer, pudiendo causar la muerte de las plantas severamente afectadas. De hecho, la desfoliación es el síntoma indicativo de que la infestación lleva ya varios meses sin haber sido detectada.

Especie prohibida

El déficit de árboles verificado durante el censo realizado en 2001, llevó a la entonces Secretaría de Medio Ambiente y Planeamiento Urbano de la Ciudad a dictar una resolución que autorizaba a los propietarios frentistas a plantar árboles en las planteras vacías sin efectuar los engorrosos trámites que hasta entonces se requerían. Si bien la ley 3263 de noviembre de 2009 prohibió esa práctica, la plantación por parte de los vecinos no se detuvo.

Según el censo de arbolado urbano finalizado en 2011, el Ficus benjamina es el sexto árbol en importancia en la ciudad de Buenos Aires. “Era el sexto, ahora es el tercero, lo cual nos preocupa”, consigna el ingeniero agrónomo Jorge Fiorentino, de la Dirección General de Arbolado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Según el funcionario, esta especie nunca fue plantada por organismo oficial alguno sino que la plantan los vecinos. “Se vende en todos los viveros como planta de interior. Cuando crece y rompe la maceta, el vecino lo planta en algún espacio verde, o si en su vereda tiene un plantero vacío suele poner allí un Ficus”.

Pariente cercano del “Gomero” (Ficus elastica), un árbol que abundó en las calles porteñas durante el siglo pasado, el Ficus benjamina es hoy una especie amenazante. “Todavía son ejemplares jóvenes. No sabemos qué va a pasar con el correr de los años. Posiblemente, como sucedió con los Gomeros, que los fuimos retirando de a poco con un muy alto costo, sean unos pequeños monstruitos que rompan todo y que la Ciudad tenga que hacerse cargo de retirarlos”, considera Fiorentino.

Afuera del Plan

“Cuando un amigo me pregunta qué árbol plantar, desaconsejo el Ficus”, comenta el doctor Pablo Picca, investigador del Grupo de Estudio de Plantas Vasculares de la Facultad de Ciencias Exactas y naturales de la UBA. “Más allá de que sus raíces son muy agresivas y rompen las veredas, para una ciudad como Buenos Aires son recomendables los árboles que en otoño tiran rápido su hojas y dejan pasar la luz del sol. Y el Ficus tiene un follaje perenne muy denso que da mucha sombra”, explica.

En este sentido, Fiorentino advierte que “los Ficus no dejan pasar la luz de las luminarias y hacen oscuras e inseguras algunas veredas por la noche”.

Lo cierto es que el Plan Maestro del Arbolado Público, actualmente en elaboración, contempla la erradicación de esta especie en el largo plazo. “Si hay un reclamo porque un Ficus está levantando la vereda no cortamos las raíces, sino que sacamos todo el árbol”, reconoce Fiorentino.

“En el barrio de Once uno puede caminar hasta quince cuadras sin encontrar un solo árbol. Si ahí hubiera algún Ficus yo desaconsejaría su extracción, porque no hay árboles”, opina Picca.

Ya sea por la proliferación de la mosca blanca o por la decisión de los funcionarios, la suerte de los Ficus que pueblan las aceras porteñas parece estar echada.

Mientras acepta que desconocía la presencia del insecto, Fiorentino aclara: “No pretendemos que la mosca blanca sea el control del Ficus. Lo que pretendemos es que los vecinos nos ayuden evitando plantarlos. No hay muchas especies aptas para plantar en la calle. Actualmente hay 300 especies y no debería haber más de treinta”.

 

Remedios caseros

A finales de 2011, una plaga de mosca blanca asoló los Ficus de la ciudad de La Rioja. En esa oportunidad, y ante el riesgo de que el insecto pudiera afectar otras especies vegetales, la Secretaría de Ambiente de la Provincia recomendó lo siguiente:

  • Ralear mediante poda el interior de la planta (donde llega menos luz solar), debido a que una característica del insecto es su fotofobia.
  • Movimiento de tierra y riego.
  • Colocar fertilizante.
  • Utilizar plaguicidas “caseros”. Por ejemplo: diluir un pan de jabón de lavar ropa en 20 lts. de agua y aplicar con pulverizador; o diluir medio paquete de tabaco en 20 lts. de agua, dejar de un día para el siguiente, colar y pulverizar con ese líquido.