Virología

Los virus, ¿sólo materia inerte?

Un compuesto obtenido a partir de las algas rojas no sólo presenta actividad contra el virus herpes, sino que, a través del tratamiento prolongado no genera resistencia y, además, atenúa su virulencia. Dado que el herpes puede mantenerse latente en el organismo durante toda la vida, los investigadores se preguntan si los virus pudieron tener algún rol en la evolución.

11 May 2017 POR
En la placa de la izquierda, el virus es sensible a la acción del antiviral, no genera daño en la capa celular ya que bloquea la replicacion viral. En la placa de la derecha: el virus es resistente a la acción del antiviral generando huecos en la capa de celulas como consecuencia de la replicación viral. Foto: Diana Martinez Llaser.

En la placa de la izquierda, el virus es sensible a la acción del antiviral, no genera daño en la capa celular ya que bloquea la replicacion viral. En la placa de la derecha: el virus es resistente a la acción del antiviral generando huecos en la capa de celulas como consecuencia de la replicación viral. Foto: Diana Martinez Llaser.

Los virus están por todas partes, y podrían ser más importantes de lo que se cree. Su nombre proviene del latín y significa “veneno”. Fue así como se lo consideró en un principio. Pero su identidad estuvo siempre en discusión, pues no podía determinarse si se trataba de un ente vivo o una partícula inerte. En realidad, para replicarse necesitan entrar en una célula viva y aprovechar su maquinaria. Pero el hecho de etiquetarlo como materia inerte tal vez hizo que no se considerara su importancia, ni su posible participación en la evolución.

Sin  embargo, estudios realizados con el virus herpes simple mostraron que, en contacto prolongado con un antiviral, el virus puede atenuarse y persistir en un organismo sin causar enfermedad. Estos resultados habilitan la hipótesis de que la atenuación podría considerarse como parte del proceso evolutivo que hace posible que los virus aporten información genética valiosa al hospedador, según afirma un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en un artículo publicado en Infection, Genetics and Evolution. Es decir, la permanencia del virus en un organismo, sin causar enfermedad, podría estar aportando genes que podrían ser valiosos para la adaptación al medio.

“Trabajamos con cepas del virus herpes a las que aplicamos un compuesto antiviral, el carragenano, una sustancia que forma parte de la pared celular de las algas rojas, y observamos, por un lado, que no se generaba resistencia al antiviral y, por otro, que el virus atenuaba su virulencia”, afirma Josefina Carlucci, profesora en el laboratorio de Virología de ExactasUBA e investigadora del CONICET.

Se conocía que los carragenanos, grandes moléculas formadas por la unión de sacáridos, tenían actividad antiviral, “pero no se sabía cuáles eran las consecuencias del uso continuo y prolongado de estos antivirales”, señala la investigadora, y destaca: “En nuestro estudio vemos que estos compuestos no generan resistencia, lo cual es llamativo porque, en general, el uso prolongado de un antiviral suele favorecer a las variantes resistentes”.

Los investigadores compararon la acción de los carragenanos con la de un antiviral muy empleado: el aciclovir; y vieron que este último, a diferencia del primero, generaba resistencia.

Si en general los antivirales producen resistencia, la pregunta es por qué los carragenanos no la generan. Algunos estudios daban cuenta de una correlación entre la estructura de este compuesto y la del receptor de entrada del virus, en la membrana celular.

CarlucciRoldan

Midiendo la resistencia

Para evaluar la resistencia al antiviral, los investigadores colocan una capa de células en una placa y la infectan con el virus. Luego, aplican el antiviral, con una concentración que inhibe un 50% de las partículas virales. La población restante es colocada, a través de sucesivos pasos, en nuevas concentraciones del antiviral, que son cada vez más altas.

Sin antiviral, el virus infecta la célula, se replica en ella y luego sale al exterior, rompiendo la membrana celular y dejando ver huecos en la capa de células examinada. Pero, “al aplicar el antiviral, si éste es efectivo, el virus no se replica y no destruye la célula, en consecuencia, la capa celular permanece sana”, afirma Julieta Roldán, investigadora en el laboratorio de Virología de ExactasUBA.

Cuando hay resistencia al antiviral, el virus se replica sin inconveniente y, por ello, se observan huecos en la monocapa celular. Es lo que sucede cuando se aplica el antiviral aciclovir.

Luego de haber efectuado pasajes sucesivos de los virus con concentraciones crecientes de carragenanos, y haber comprobado que no se generaban variantes resistentes, los investigadores quisieron saber si variaba la capacidad infectiva del virus. Para ello, infectaron ratones con la población viral que resultó de esos pasajes sucesivos. El resultado fue que los animales no enfermaban, es decir, el virus había atenuado su virulencia. “Mientras que con la cepa control los ratones se morían, con estas variantes, los ratones no presentaban ninguna patología, y si la tenían, luego se recuperaban”, confirma Carlucci.

En cambio, mediante el tratamiento con aciclovir, además de generarse resistencia, el virus se volvió más agresivo (invasivo).

“Si la clave de la ausencia de resistencia frente al antiviral reside en la estructura similar del compuesto con el receptor del virus, ello nos lleva a pensar que se podrían diseñar nuevos medicamentos con estructuras similares a los sitios adonde queremos llegar para inhibir algo, porque las variantes virales que puedan sobrevivir serían variantes atenuadas, que no serían resistentes y disminuirían la patología”, opina.

Persistencia del virus herpes

Luego de una infección, el virus herpes se mantiene latente en el sistema nervioso, lo cual indica que se encuentra presente en la mayoría de las personas que alguna vez se infectaron con este virus que produce el herpes labial y genital. Esa capacidad de mantenerse en forma latente no está presente en todos los virus.

Según Carlucci, el mundo es mucho más viral y diverso de lo que se pensaba. “Un mililitro de agua de mar contiene un millón de bacterias y diez veces más secuencias virales”, ejemplifica. Y agrega: “Las consecuencias de la masiva omnipresencia de los virus ya no puede ser ignorada”.

Ahora los investigadores se proponen estudiar las bases moleculares que llevan a una infección viral aguda, que causa enfermedad, y a una persistencia silenciosa en el organismo.

“Sabemos que existen bacterias beneficiosas, pero no se ha estudiado si los virus producen algún beneficio, por eso queremos estudiar los virus desde otra perspectiva, no de la patología sino del beneficio, de la cooperación, del mutualismo”, concluye Carlucci.