Réplicas y más réplicas
En Chile siguen registrándose movimientos telúricos tras el gran sismo de 8,3 de magnitud en la escala Richter del miércoles 16, que dejó 13 muertos y más de 9 mil damnificados. Se espera que estas repercusiones se vayan apaciguando en los próximos meses. Pero los movimientos de este tipo seguirán siendo una constante.
Tras el gran sismo de 8,3 grados en la escala Richter registrado el miércoles 16 de septiembre en Chile, que dejó trece muertes y más de nueve mil damnificados, la tierra no deja de temblar. A las 04.12 del martes 22, un movimiento telúrico sacudió Illapel, Coquimbo, en el país trasandino, y se sintió también en provincias de la Argentina. “Se trató de una nueva réplica de 6,1 y ya van cientos desde que ocurrió en Chile el gran terremoto del 16 de septiembre”, contabiliza el geólogo Daniel José Pérez del Laboratorio de Tectónica Andina, del Departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
La Sociedad Geológica de Chile señaló: «estimamos que en la zona del terremoto ocurrirán numerosas réplicas durante los próximos meses, las cuales irán decreciendo en magnitud y en frecuencia en el tiempo”, según indica el Centro Sismológico Nacional Universidad de Chile.
¿Por qué la tierra seguirá temblando? Es que estas réplicas son una consecuencia del reacomodamiento de la corteza debido al desplazamiento que produjo el terremoto de 8,3, hasta el momento el más importante en magnitud del año 2015.
Si bien estos ecos telúricos del reciente 8,3 se irán apaciguando, “los sismos en la región del Pacífico van a continuar por mucho tiempo, millones de años”, puntualiza Pérez y enseguida explica el motivo de estas características geológicas según la teoría de la tectónica de placas. “Toda la placa de Sudamérica donde se asienta todo el subcontinente, más el océano Atlántico Sur, se mueve a una velocidad de dos centímetros por año hacia el oeste. Y la placa de Nazca, formada por corteza oceánica (Océano Pacífico), se mueve para el este”, indica.
Estos dos gigantes marchan ineludiblemente en rumbo de colisión y se mantienen en pugna desde hace millones de años, con resultados catastróficos, como el mega terremoto de Valdivia, de 9,5, en 1960 y el de 8,8 de Concepción en 2010, ambos ocurridos en el país trasandino. “La placa de Nazca se mete debajo de la Sudamericana”, detalla Pérez (Ver dibujo). En este sentido, el Centro Sismológico Nacional de Chile precisa: “Durante varios años, la placa de Nazca «empuja» la placa Sudamericana hasta que cuando suficiente energía es acumulada, esta es capaz de moverse, generando la ruptura y el terremoto. El suelo se mueve debido a la energía que es radiada desde la ruptura”.
Profundidad y gravedad
El Servicio Geológico de Estados Unidos, conocido por su sigla en inglés USGS, informó que el epicentro de la réplica de 6,1 estuvo localizado a 54,3 kilómetros de profundidad, en tanto el gran terremoto de 8,3 se ubicó a 25 kilómetros. “Cuanto más profundo es el epicentro del terremoto, menos consecuencia provoca en la superficie”, puntualiza Pérez del Instituto de Estudios Andinos (IDEAN), Departamento de Ciencias Geológicas, y enseguida ejemplifica: “Cada tanto hay un terremoto en la provincia argentina de Santiago del Estero a 600 kilómetros de profundidad porque hasta allí llega la puntita de la corteza oceánica del Pacífico (que se desliza por debajo de la Sudamericana). Al ser tan profundo el epicentro no genera nada y son terremotos muy chicos solo detectados por sismógrafos”.
Para los testigos de un terremoto, el tiempo que dura el movimiento telúrico puede parecer una eternidad, aunque sea sólo de un par de minutos. Aún en poco tiempo, los cambios que la sismicidad puede dejar en la superficie son llamativos. “El terremoto de Caucete, en San Juan en 1977 de casi 8 de la escala Richter, en una roca que se llama basamento, fue de 1 minuto 15 segundos. Fue tan fuerte que en ese lapso, de tan solo 75 segundos, la Sierra de Pie de Palo se levantó 90 centímetros”, precisó.
El sismo de Caucete que causó al menos 65 víctimas se sintió en distintos puntos de la Argentina, entre ellos, Buenos Aires, como ocurrió recientemente. Aquí hubo edificios evacuados, por ejemplo, en la Ciudad Universitaria. Justamente, allí lo encontró el gran terremoto de Chile a Pérez trabajando en el Departamento de Geología de Exactas. “El monitor de mi computadora se empezó a mover. Al principio, pensé que era una sensación de mareo”, recuerda sobre el 16 de setiembre pasado. “Si esas longitudes de onda que provinieron de más de 1.200 kilómetros de distancia en línea recta se hicieron sentir aquí, es de imaginar lo que se vivió cerca del epicentro”, concluye a modo de comparación.