Otro castañazo
En el Laboratorio de Virología de Exactas UBA estudian las propiedades antivirales del extracto de la semilla del castaño de Indias y de su principal componente, la escina. Ya demostraron su acción contra varios virus. Ahora, probaron que también inhibe al SARS-CoV-2, el coronavirus que provocó la pandemia de 2020.
Desde sus comienzos, la humanidad se valió de las propiedades de algunas plantas para aliviar dolencias. De hecho, el reino vegetal ha sido y sigue siendo una fuente de infinidad de compuestos químicos que hoy -ciencia y tecnología mediante- usamos como medicamentos.
El castaño de Indias es un ejemplo de ello. De su semilla se obtiene un extracto en cuya composición se encuentra la escina, una molécula con propiedades antiinflamatorias que, al igual que el extracto, está aprobada por la ANMAT como medicamento para tratar problemas venosos, como las várices y las hemorroides.
Hace algunos años, en el Laboratorio de Virología (LV) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA iniciaron una línea de investigación dirigida a explorar las propiedades antivirales del extracto de la semilla del castaño de Indias.
De la semilla del castaño de Indias la escina, una molécula con propiedades antiinflamatorias que se utiliza para tratar problemas venosos, como las várices y las hemorroides.
“Haciendo una búsqueda bibliográfica, me encontré con un artículo científico en el que se probaban varias drogas contra el SARS-CoV-1, el virus que había provocado la epidemia de 2003. Y me llamó la atención que una de las drogas que funcionaban contra ese virus era la escina, que es un medicamento que se usa en la clínica como antiinflamatorio”, recuerda Carlos Bueno, investigador del CONICET en el LV. “Encontrar un compuesto con propiedades antivirales y antiinflamatorias concentradas en una misma estructura química es algo sumamente atractivo desde el punto de vista terapéutico porque los virus, sobre todo los respiratorios, suelen generar reacciones inflamatorias que provocan complicaciones en el paciente”, explica. “Entonces, decidimos profundizar en el estudio de esa actividad antiviral”, cuenta.
Esa línea de investigación les permitió descubrir que el extracto de la semilla del castaño de Indias y su principal componente -la escina- poseen actividad antiviral contra los virus del herpes simple, del dengue y de la estomatitis vesicular. Aquel hallazgo fue la primera publicación que mostraba el potencial del extracto y de la escina como antivirales de amplio espectro. Un potencial que se confirmaba en 2019 con un nuevo trabajo científico efectuado por el grupo de investigación del LV, que fue dado a conocer por NEXciencia. En este último caso, el “castañazo” era contra el virus sincicial respiratorio.
Ahora, probaron el efecto del extracto en general y de la escina en particular sobre un coronavirus canino y sobre el SARS-CoV-2, el coronavirus que provocó la pandemia de 2020. “Observamos que tanto la escina como el extracto poseen acción antiviral sobre ambos coronavirus y, también, comprobamos su actividad antiinflamatoria”, informa Carlos Bueno.
Tanto la escina como el extracto poseen acción antiviral sobre el SARS-CoV-2 y, también, comprobaron su actividad antiinflamatoria.
El estudio fue llevado a cabo en cultivos celulares. En el caso del SARS-CoV-2, en células pulmonares humanas infectadas con el coronavirus. “Ya tenemos listo el modelo de infección en animales para corroborar estos resultados in vivo”, acota, y anuncia: “También queremos evaluar la acción de este extracto sobre el virus de la influenza (gripe), que junto con el sincicial respiratorio y el coronavirus son los virus respiratorios que más nos afectan”.
Según el investigador, es muy importante contar con antivirales de amplio espectro frente a la posible emergencia de nuevos virus e, incluso, de una nueva pandemia: “En particular, para el caso de los virus respiratorios, que suelen provocar una inflamación pulmonar que empeora el cuadro clínico, contar con un antiviral de amplio espectro con propiedades antiinflamatorias que pueda aplicarse sin saber de antemano de qué virus se trata podría ser algo muy beneficioso”.
Los resultados del trabajo, que firman Freddy Peñaranda Figueredo, Josefina Vicente, Andrea Barquero y Carlos Bueno, fueron publicados en la revista científica Scientific Reports.