
Un regalo de los dioses
Un libro de reciente aparición reúne un conjunto de trabajos científicos que aportan nuevas evidencias sobre los efectos beneficiosos del consumo frecuente de yerba mate en el cuerpo y el cerebro. Estos estudios retoman y amplían las líneas de investigación iniciadas por Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina, en 1938.
La Ilex paraguariensis, popularmente conocida como yerba mate, fue considerada una planta sagrada por los pueblos originarios del este de Paraguay, el noreste argentino y el sur de Brasil. Según su tradición, los dioses les habían regalado una planta capaz de curar las dolencias del cuerpo y del alma. La devoción guaraní por la planta fue una de las causas que motivaron la prohibición de su consumo por la Corona española a mediados del siglo XVIII, que la consideró una “bebida satánica” por competir con la fe católica.
Hoy, siglos después, a esa sabiduría ancestral se le suma una creciente evidencia científica que respalda sus beneficios. El libro La ciencia del mate, escrito por el neurocientífico Juan Ferrario y la sommelier especializada en infusiones Karla Johan Lorenzo, recopila y analiza los estudios más recientes sobre la yerba mate, destacando sus propiedades antioxidantes, antinflamatorias, antimicrobianas, antitumorales, antidiabéticas, antiobesidad y hasta su rol como neuroprotector.
El propio Ferrario, investigador del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (iB3) en Exactas UBA, junto con su equipo viene trabajando en una línea en la que ya pudieron comprobar que, en cultivos celulares, los extractos de yerba mate ejercen un potente efecto neuroprotector sobre las neuronas dopaminérgicas. Este hallazgo aporta sustento científico a los estudios epidemiológicos ya realizados en Argentina y Brasil que señalan una reducción en el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson entre los consumidores habituales de la infusión.
Los estudios más recientes sobre la yerba mate destacan sus propiedades antioxidantes, antinflamatorias, antimicrobianas, antitumorales, antidiabéticas y neuroprotectoras.
Al aplicar un extracto de yerba mate a un cultivo primario de neuronas, el grupo liderado por Ferrario observó que la cantidad de células sobrevivientes era hasta cuatro veces mayor que en cultivos sin tratamiento. Ante la magnitud de la respuesta observada, el siguiente paso fue analizar los principales componentes por separado. “Probamos ácido clorogénico, teobromina y cafeína de forma aislada”, detalla Ferrario. “Descubrimos que la cafeína tenía un efecto neuroprotector leve, mientras que la teobromina y el ácido clorogénico eran más potentes, aunque ninguno igualaba la acción del extracto completo”.
Debido a su genoma duplicado, la planta de yerba mate contiene más de 150 compuestos químicos, agrupados en tres grandes grupos: polifenoles -compuestos naturales con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias-, metilxantinas -alcaloides estimulantes del sistema nervioso central- y saponinas -compuestos químicos producidos por las plantas para defenderse de patógenos y depredadores-. “Los polifenoles representan alrededor del 10% del peso seco de la planta y son los componentes que más nos importan. Entre ellos se destaca el ácido clorogénico, un compuesto presente también en el café y en el té verde, bebidas cuya ingesta frecuente se ha asociado con una menor incidencia en desarrollar la enfermedad de Parkinson”, detalla Ferrario.
Estos resultados se suman a más de una decena de estudios previos que confirman los efectos beneficiosos del mate sobre el sistema nervioso, consolidando la acumulación de evidencias empíricas al respecto.
Pero los beneficios de la noble Ilex paraguariensis van mucho más allá. Según el libro, su consumo regular puede aumentar la energía, mejorar la atención y la respuesta motora, favorecer el tránsito intestinal, brindar ciertas vitaminas y minerales, fortalecer los huesos, favorecer la limpieza de la sangre, estimular el sistema inmunológico y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Gracias a un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Rosario, dirigidos por Lucas Brum, se pudo determinar que la densidad mineral ósea dentro del hueso era mayor en aquellos animales de experimentación que recibieron infusión de yerba mate. Si bien estos efectos continúan bajo investigación, Ferrario advierte que “aún se desconocen los mecanismos fisiológicos involucrados” y enfatiza que “debe considerarse como una medida preventiva y no como parte del tratamiento de enfermedades ya diagnosticadas”.
Por su parte, el consumo de mate también se asocia con una mayor actividad del sistema excretor, lo que contribuye a aumentar el filtrado de la sangre y a favorecer la eliminación del exceso de sales, minerales y desechos del organismo.
Popularmente acusado de ser causante de “acidez”, se ha demostrado que el mate no altera la integridad de la mucosa gástrica y, por lo tanto, no provoca gastritis por sí mismo. Sin embargo, puede agravar una condición preexistente en personas sensibles a la cafeína. “Lo que ocurre es que la cafeína relaja la válvula que separa el esófago del estómago, y eso facilita un leve reflujo del contenido gástrico”, explica Ferrario.
El mate actúa como un cóctel natural que aporta vitaminas y minerales capaces de generar diversas reacciones beneficiosas en el cuerpo.
En cuanto al sistema cardiovascular, se ha comprobado que el mate no altera la composición de la sangre ni incrementa la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Por el contrario, la capacidad antioxidante de los polifenoles presentes en la yerba mate contribuye a reducir el colesterol “malo” (LDL) y las lipoproteínas de baja densidad en la sangre. Este efecto se traduce en una menor formación de ateromas y, por ende, en una disminución del riesgo de enfermedades coronarias y cerebrovasculares.
No resulta exagerado afirmar, entonces, que el mate actúa como un cóctel natural que aporta vitaminas y minerales capaces de generar diversas reacciones beneficiosas en el cuerpo. Entre las más destacadas se encuentran la vitamina B1 -tiamina- y la B6 -piridoxina-. “La vitamina B1 es fundamental para el crecimiento y el funcionamiento celular, mientras que la B6 cumple un papel clave en la formación de glóbulos rojos”, señala Ferrario.
Un mate para el Nobel
La mayoría de estas conclusiones tienen su origen en los trabajos pioneros del célebre médico argentino Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina en 1947, quien entre 1938 y 1944 llevó adelante una serie de estudios sobre la yerba mate a pedido de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate.
Esos documentos inéditos de Houssay se hicieron públicos hace muy poco tiempo, y fueron donados por Ferrario a la Biblioteca Central de Exactas UBA tras hallarlos mientras investigaba para su libro. Se trata de 28 reportes científicos y más de un centenar de cartas dirigidas a colegas nacionales e internacionales.
En uno de esos escritos, Houssay declaraba su propósito: “Discriminar lo que son simples afirmaciones y lo que son datos verdaderamente demostrados”, ya que “es una vergüenza que se tome mate en cantidades enormes y no haya ningún dato fidedigno sobre sus acciones fisiológicas”.
Houssay señalaba que era una vergüenza que se tome mate en cantidades enormes y no haya ningún dato fidedigno sobre sus acciones fisiológicas.
Digitalizados y de libre acceso, los documentos forman parte del Archivo Histórico de Exactas UBA y constituyen la primera evidencia científica sobre propiedades de la yerba mate, como su capacidad antioxidante. “Houssay fue el primero en hablar de ese efecto”, señala Ferrario. “Décadas más tarde se comprobó que la sangre de quienes toman mate tiene mayor capacidad antioxidante que la de quienes no lo hacen”.
Otro mito derribado por el Nobel fue el del supuesto efecto diurético del mate. En pruebas controladas, su equipo comprobó que la producción de orina era prácticamente idéntica al comparar sujetos que consumían agua o mate, concluyendo que la yerba no es diurética: tomar mate es, esencialmente, hidratarse. “Comprobaron que la orina se debe a la ingesta de líquido en general, independientemente de que sea agua o mate. No es que la yerba tenga un componente diurético en sí misma”, aclara Ferrario.
Entre 1939 y 1940, Houssay y sus colaboradores también demostraron el efecto antiobesidad del mate a través de un experimento con ratas de laboratorio alimentadas con pan rallado y leche. A otro grupo se le agregó un 20% de yerba mate en polvo. Al finalizar el estudio, comprobaron que las ratas alimentadas con dietas que incluían yerba mate aumentaron significativamente menos de peso que las que no la consumieron. “Esto se debe en parte a las saponinas, moléculas anfipáticas que atrapan grasas en el sistema digestivo y reducen su absorción intestinal, y a otros mecanismos celulares que disparan distintos principios activos del mate”, explica Ferrario.
Asimismo, los estudios de Houssay exploraron los efectos psicofísicos y cognitivos del mate, mostrando que su consumo acelera el funcionamiento cerebral y mejora las respuestas motora y cognitiva. La ciencia del mate recoge estas investigaciones y señala tres estudios experimentales al respecto.
Los resultados de estos experimentos fueron concluyentes: los investigadores observaron que, tras la ingesta de yerba mate, se aceleran las reacciones psicomotrices, aumenta la velocidad de procesamiento cerebral y mejoran la atención y la memoria. “Estas tres respuestas, coherentes con el efecto de la cafeína sobre los receptores de adenosina, se relacionan con la acción de la dopamina en los ganglios basales”, explica Ferrario.
Por su acción estimulante e hidratante, Ferrario destaca que el mate es una infusión “altamente recomendable para deportistas, tanto profesionales como amateurs”.
En definitiva, la fuerza del mate ya no es solo simbólica. A sus cualidades espirituales -la charla, el compartir, el compañerismo-, hoy se suman evidencias científicas que respaldan sus beneficios para la salud. Un verdadero regalo de los dioses, nacido en la selva misionera.

