La marca de Rolando
Rolando Brawer es biólogo de Exactas UBA. Siempre supo que su futuro estaba en la industria. Por eso, al finalizar su doctorado, viajó a Estados Unidos para hacer una maestría en negocios. A partir de allí, ocupó distintos puestos en empresas de biotecnología que facturan millones al año. De visita en Argentina, brindó una charla para estudiantes y graduados, en la que contó su trayectoria y destacó las oportunidades profesionales que ofrece la biotecnología.
De adolescente le gustaba hacer buceo y mirar los programas de Jacques Cousteau. “Por eso pensé que biología marina era lo mío”. Pero la primera materia que cursó en la carrera, a cargo de Daniel Goldstein y Alberto Kornblihtt, lo hizo cambiar mi opinión. “El impacto que ellos dos tuvieron fue impresionante. En el caso mío y de muchos de mis compañeros se tradujo en que nos convertimos en biólogos moleculares”.
Lo que siempre tuvo claro Rolando Brawer fue que su camino no era el de la academia, sino que quería aplicar sus conocimientos en la industria. Por eso, en 1997, al finalizar su doctorado, tomó una decisión muy poco habitual: decidió viajar a Estados Unidos a hacer un MBA. “Cuando se lo comenté a un profesor pensó que me había equivocado y me corrigió: “Se dice posdoc, no MBA”, recuerda y se ríe.
Lo cierto es que ese fue el primer paso de una carrera exitosa que lo llevó de la Universidad de Florida a California, para trabajar en Invitrogen, compañía que luego cambió su nombre a Life Technologies y que, en 2013, fue comprada por Thermo Fisher Scientific en 13.600 millones de dólares. Actualmente, forma parte de Genomic Health, el desarrollador de OncotypeDX, líder mundial en pruebas de diagnóstico genómicas que abordan tanto el tratamiento excesivo como el tratamiento óptimo del cáncer, uno de los mayores problemas en la atención médica actual.
De paso por Buenos Aires, fue invitado por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, para que brinde una charla para estudiantes y docentes en la que contó las alternativas de su trayectoria y analizó las oportunidades laborales que ofrece la industria biotecnólogica para los graduados de Exactas UBA. Finalizado el encuentro mantuvo un extenso diálogo con NEXciencia.
– ¿Cuándo empezaste a vislumbrar lo que sería tu futuro profesional?
– Pasó muy temprano: al cursar la materia “Introducción a la Biología Celular y Molecular” que daban Daniel Goldstein y Alberto Kornblihtt. El impacto que ellos dos tuvieron fue impresionante. Yo pensaba que quería ser biólogo marino pero la materia me encantó y terminé siendo biólogo molecular. Además, durante la carrera, íbamos viendo que todo lo que habíamos visto con ellos se empezaba a aplicar en cuestiones muy importantes: el tema de la clonación, producción de proteíanas recombinantes. Pensá que yo no sabía de la existencia de la biotecnología cuando entré en la carrera.
– Al llegar al final de tu licenciatura, ¿qué alternativas evaluaste para tu carrera?
– Me tomé una año para considerar todas las opciones. En ese momento empecé a trabajar brevemente en una compañía que hacía vacunas para la aftosa haciendo control de calidad en el laboratorio. A la vez, me fui a visitar amigos míos que estaban haciendo el doctorado afuera, para considerar si decidía irme al exterior o no, si hacía el doctorado o no, si podía entrar a la industria afuera, si volvía a la Argentina, si buscaba otro trabajo. En ese proceso de búsqueda de información me recomendaron que hablara Daniel Sordelli en Medicina. Me entusiasmó, gané una beca UBA y empecé el doctorado, con él como director. Fui feliz haciendo el doctorado pero yo sabía que después no iba seguir la carrera de investigador. Eso lo tenía muy claro. Hacer el doctorado era, para mí, simplemente alcanzar el título más alto posible en ciencia, para tener credibilidad en el ámbito aplicado.
– Cuando empezaste el doctorado, ¿vos ya estabas trabajando en un emprendimiento comercial?
– Sí, con un amigo creamos una empresa para distribuir en Argentina productos de PCR desarrollados en Estados Unidos. Al tiempo tuve que dejarlo porque no podía seguir con las dos cosas pero ese emprendimiento me sirvió para comprobar que yo ya tenía esa visión de hacer algo comercial y que podía hacerlo bien.
– ¿Por qué decidiste hacer un MBA en lugar de un posdoc, que sería el paso más habitual?
– No quería hacer un posdoc porque no quería seguir la carrera académica. Sólo lo consideraba como un puente para otra cosa. Me parecía que lo ideal para mí era tener experiencia en la industria biotecnológica en Estados Unidos. El tema es que me parecía imposible que me contrataran desde Argentina. Entonces, se me ocurrió que para establecer un puente hacia Estados Unidos y su industria y, a la vez, completar mi educación, hacer un MBA era lo ideal. Porque así como el doctorado me daba credibilidad científica, el MBA me daría credibilidad en los negocios. Y, además, me daba una pata en Estados Unidos a nivel visa, contactos, conocimientos, idioma, que me iba a permitir acceder a mi primer trabajo en biotecnología en una compañía grande de ese país. Así me fui a la Universidad de Florida.
– En la Universidad de Florida, además de estudiar, conseguiste trabajo en el área que querías.
– Sí, cuando terminé el primer año le escribí a la directora de la oficina de transferencia de tecnología, le comenté que quería reunirme con ella. Aceptó. Fui, y en ese mismo momento me propuso que me sumara, que necesitaba ayuda porque tenían muchos desarrollos y necesitaban a alguien que los ayudara a procesarlos y a hablar con las compañías. En ese trabajo logré aprender y hacer mucho.
– ¿Cómo conseguiste pasar de la universidad a la industria?
– El paso siguiente fue casi el más fácil por la experiencia que tuve en la Universidad de Florida. De hecho, seguí trabajando allí después de recibirme y terminé como director de la Oficina de Licensing. En ese momento, no solo había un boom de biotecnología en el país sino que yo tenía un currículum muy bueno. Tuve la suerte de estar en el momento adecuado, en el lugar justo, con el conocimiento requerido. Entonces, me fue muy fácil entrar en la industria, pude elegir adónde ir. Un lujo que, viniendo de Argentina, era casi impensado. Elegí vivir en San Diego y empezar a trabajar en Invitrogen. Estuve 15 años. La empresa creció mucho. Cuando me fui, en 2016, era 15 veces más grande que cuando ingresé. De allí pasé a mi trabajo actual en Genomic Health.
– ¿En qué consiste hoy tu trabajo en Genomic Health?
– Yo soy el encargado de desarrollo corporativo. Mi rol es manejar la estrategia de crecimiento “inorgánico”. Inórganico es lo que viene de afuera, traído desde una universidad, de otra compañía. Eso incluye, en el día a día, evaluar oportunidades de negocios que vienen de gente que se contacta diciendo: “tengo esta empresa, desarrollamos este producto y estamos interesados en hacer una alianza con ustedes”. Esa compañía hizo la primera parte del desarrollo pero los pasos siguientes requieren de cientos de millones de dólares de inversión que ellos no pueden conseguir. Entonces, tienen que buscar un socio. Mi trabajo implica el desarrollo de la estrategia, la evaluación de las oportunidades de negocios que vienen de afuera, tanto proactiva como reactivamente.
– ¿Lo que estudiaste en Exactas te sirvió para desarrollar tu carrera?
– Me parece que la formación que tuve en la UBA fue excelente y muy relevante para lo que hice a lo largo de mi carrera. Nunca me sentí menos que los demás, nunca sentí que me hubiera faltado algo. En realidad, hay una sola cosa que no aprendí y que todavía no se enseña en Argentina. En Estados Unidos y en Inglaterra te enseñan a comunicar tanto por escrito como oralmente. Entonces, vos vas a una presentación en cualquier congreso internacional y ves que las charlas de los ingleses y de los estadounidenses son infinitamente superiores a las del resto, no científicamente, sino por la forma en que lo comunican. Son mucho mejores que todos los latinoamericanos y, probablemente, que el resto de los europeos. Creo que yo no soy tan buen comunicador como podría haberlo sido si lo hubiera aprendido desde chico.
– Para buscar trabajo en la industria, ¿es mejor hacerlo antes o después de doctorarse?
– Si lo que vos querés es hacer carrera en el laboratorio de I+D de una empresa de biotecnología, hacé el doctorado. Sin duda. En cambio, si querés trabajar en cualquier otra área (marketing, regulatorio, bioestadística, desarrollo corporativo, ventas, patentes), la licenciatura es académicamente suficiente. El tema con el doctorado es que en Estados Unidos no saben que la licenciatura en Argentina es mucho más fuerte que un bachelor, y un bachelor no es académicamente suficiente para nada, entonces, el doctorado te da credibilidad científica. En síntesis, yo te diría: la carrera es suficiente si querés pasarte a la industria en áreas no científicas; hacé el doctorado si querés pasarte a la industria en I+D. El posdoc es útil como puente, porque es más fácil para irte a Estados Unidos y después hacer la transición a la industria. Pero no es un requerimiento. Si tenés una forma de irte sin hacer el posdoc, anda nomás.
– ¿Es difícil que un biólogo acceda a un trabajo en la industria que no sea de laboratorio?
– Un biólogo recién recibido que no hizo un MBA, que no tiene experiencia en la industria, que lo único que sabe es de biología, tiene que empezar en un trabajo de laboratorio, para qué otra cosa lo contratarían. Conseguir ese primer trabajo es el paso más difícil y lo más tradicional es entrar al laboratorio de una empresa. Eso te va a dar la oportunidad de aprender el resto de las funciones porque, obviamente, una vez que entrás, vas a participar en reuniones y decisiones sobre otros temas, clientes, mercado, marco regulatorio, escenario financiero que abarcan toda la dinámica de la compañía. Entonces, ese primer trabajo lo tenés que tomar como una oportunidad para aprender. Eso te va a facilitar subir el siguiente escalón que es pasarte a otra área. Yo tengo varios amigos argentinos que siguieron ese camino en Estados Unidos: del posdoc académico al laboratorio de I+D de una empresa; de ahí a marketing, asuntos regulatorios, calidad, patentes, desarrollo de productos, estrategias, en fin, a otras áreas. Por ahí tomar cursos puede facilitar la transición.
– ¿Qué le dirías a un chico que está estudiando su licenciatura y no está convencido de seguir la carrera académica pero tampoco ve tan claro su futuro profesional en otra cosa?
– Yo le diría, primero, que hay luz al final del túnel. Que si le interesa la aplicación de las ciencias biológicas o químicas en la industria, hay oportunidades. Que el mercado y la sociedad necesitan de gente con su formación para que avance el conocimiento aplicado a necesidades de la sociedad. El camino, lamentablemente, no está pavimentado, es apenas una senda que, quizás, otros como yo han trazado. El camino de la academia es claro, es una autopista; para encontrar el otro tenés que mirar el mapa, hablar con gente, preguntar cómo llegar, es más difícil. Pero, si tenés la fuerza de voluntad y estás comprometido, se puede llegar. Y el hecho de que pocos lo recorran lo hace también más interesante. Así que le diría: no se dejen llevar por la inercia si realmente lo que quieren es otra cosa. Es difícil pero se puede lograr.