Mejor preparados para la industria
Néstor Annibali es biólogo de Exactas. Después de doctorarse, la difícil situación por la que atravesaba la ciencia en Argentina lo impulsó a pasarse al ámbito productivo, donde hoy se desempeña como gerente de Biotecnología en Laboratorios Denver. Durante la entrevista, recomienda formarse lo más posible antes de dar el salto a la industria y considera que la Facultad debería ofrecer, a sus estudiantes, herramientas más específicas para facilitar su inserción en empresas.
http://nexciencia.exactas.uba.ar/audio/NestorAnnibali.mp3
Descargar archivo MP3 de Néstor Annibali
http://nexciencia.exactas.uba.ar/audio/NestorAnnibali2.mp3
Descargar archivo MP3 de Néstor Annibali
– ¿En qué año ingresaste a la Facultad?
– Yo empecé la carrera en Bahía Blanca, en la Universidad del Sur. Cuando estaba en tercer año decidí pasarme a Exactas porque tenía una línea más cercana a lo que a mí me gustaba, que era la parte de genética. Así que entré en el 82 y terminé en el 87. Hice mi tesis de licenciatura y después el doctorado en un laboratorio del IBYME sobre el mismo tema de trabajo: anticuerpos monoclonales.
– Hasta ahí venías decidido a recorrer el camino de la investigación. ¿Qué te hizo cambiar?
– Sí, me encantaba lo que hacía. Lo que pasa es que en el año 94 la situación económica era muy complicada. El ingreso a carrera en CONICET estaba cerrado. Era una época nefasta para hacer ciencia en Argentina. Sueldos paupérrimos, con contratos que se renovaban anualmente, y un panorama muy complicado hacia el futuro. Ahí surge la posibilidad de viajar a la Universidad de Barcelona a continuar mi posdoc. Ya tenía todo armado para viajar, cuando el director del IBYME me dice que tenía que buscar un director científico para un proyecto importante de biotecnología para un laboratorio privado. Era una decisión difícil porque las alternativas eran: irse del país, o quedarse y cambiar. Yo sentía que esto iba a ser algo transitorio hasta que la situación mejorara en el sistema científico. Así que en el año 96 ingresé en Laboratorios Beta para armar un área de biotecnología para producir insulina. Y esto duró 18 años, hasta que el año pasado Laboratorios Denver le compró a Beta todo el proyecto incluyendo los recursos humanos.
– ¿Cómo fue tu adaptación al ámbito privado?
– No fue sencillo pero tampoco fue dramático. Tuve la suerte de que al laboratorio le pareció adecuado mantener el área de I+D en el mismo IBYME lo que facilitó mucho la transición. Lo que no era fácil era la vinculación con la compañía, ahí el lenguaje era distinto, las reglas de juego eran francamente diferentes, también los objetivos. Eso me costó, te diría unos años, hasta poder digerirlo y entenderlo.
– Pasar del ámbito académico a la industria no suele estar bien visto. ¿Qué te decían tus colegas?
– La realidad es que la gente lo piensa pero no te lo dice abiertamente. Yo, de todas maneras, no lo vivía de esa manera porque el desafío que tenía que enfrentar era muy grande. En el ámbito científico trabajás más relajado, con otros tiempos. La empresa es distinta, te da más adrenalina. De hecho, no me disgustó el cambio, no sentí que perdiera mi patrimonio cultural ni mis valores. Incluso, seguí bastante ligado a la parte académica porque participé por años de la Comisión Asesora de Tecnología del CONICET.
– ¿Cómo evaluás la política de acercamiento entre el ámbito académico y el sector productivo que se ha venido desarrollando durante la última década?
– Creo que es fundamental y me parece que queda mucho por hacer porque todavía existen muchas dificultades para alcanzar ese objetivo. Desde que yo comencé a trabajar en la Comisión del CONICET hasta que me fui el cambio fue enorme. Al principio costaba mucho medir el trabajo tecnológico del investigador en base a parámetros que no fueran las publicaciones científicas. Ahora hay una mirada distinta. Hay que ver si hizo transferencia, si pudo registrar patentes, si encontró un resquicio tecnológico para hacer un negocio. Por ahí lo que está mal es que caigan todos en el mismo embudo y sean evaluados en un mismo lugar.
– Desde el lado empresarial, ¿ves alguna evolución en este sentido?
– Obviamente; en los últimos años se crearon un montón de empresas de base tecnológica. Algunas se sostienen, otras no tanto. También están las empresas farmacéuticas grandes que han introducido la biotecnología después de ver que hoy, en el mundo, los primeros productos en ventas son biotecnológicos. No hay muchas empresas que tengan dentro de sí un área de I+D con mayúsculas. Existen, pero son pocas todavía. Va a llevar tiempo. Durante años hubo muchas uniones que fueron totalmente infértiles. Ahora creo que hay más y mejores herramientas. El MINCyT ha hecho un trabajo muy importante para acercar las partes.
– ¿Cómo ves los esfuerzos que lleva adelante la Facultad para dar visibilidad a otras opciones laborales para los egresados?
– Me parece muy bueno. Después cada uno elige qué es lo que quiere hacer, pero tienen que conocer las alternativas. A mí siempre me dio la impresión de que cuanto más formada esté la gente siempre va a tener más chances para hacer cosas. Hace poco me vino a ver una chica buscando trabajo y me decía: “siento que estoy malgastando mi tiempo haciendo el doctorado porque estoy perdiendo años de competitividad en la industria”. Es una mirada complicada. Es verdad que en el ámbito privado nacional no se valora el título de posgrado y que, al comienzo, no te van a pagar mucho más por ser doctor. Pero, a la larga, esa formación te va a servir para manejarte mejor y tener más posibilidades de crecer. Sí me parece que Exactas debería enseñar también otros aspectos, para que los estudiantes salgan con más chances de insertarse en el ámbito privado.
– ¿A qué tipo de formación te referís?
– Por ejemplo: hay unos posgrados que tratan de formar a la gente en biotecnología. Pero no es suficiente como para ir a competir bien en la industria. Lamentablemente no existe en el ámbito universitario la posibilidad de obtener capacitación para ser un buen ingeniero en bioprocesos. Si vos querés trabajar en la industria biofarma tenés que saber fermentar, purificar, y eso la gente lo va adquiriendo con experiencia de trabajo en la misma empresa. Pero la Facultad no te prepara para eso. Me parece que a los biólogos y a los químicos les vendría bien tener una preparación así. Se podría crear una materia que se llamara “bioprocesos” en la que se enseñen los distintos aspectos de lo que es un proceso biotecnológico para producir fármacos o para la industria alimenticia. Si vos a los alumnos les decís que hay industrias que pueden necesitar de sus capacidades los tenés que preparar para que salgan y puedan ingresar a esas industrias.
– Cuando vas a la Facultad para dar alguna clase como profesor invitado, ¿qué respuesta recibís de los estudiantes?
Les gusta, les interesa mucho. Yo di una charla para un ciclo que se llamaba “Abriendo caminos”. Noté que a los asistentes les gustó muchísimo la experiencia de alguien que se recibió de biólogo y no terminó trabajando exclusivamente en el ámbito académico. De hecho, después recibí un montón de pedidos de laburo. Con lo cual, yo creo que dentro de Exactas hay mucha gente que está interesada en trabajar en el sector productivo.
– En el mercado, ¿hay demanda de trabajo para los egresados de Exactas?
– Sí, la está habiendo. Muchísimo más que en la época en que me recibí yo. Hoy tenés varias empresas grandes que están haciendo productos biofarmacéuticos, tenés empresas de alimentos que están haciendo aplicaciones biotecnológicas. Yo creo que hay un espacio mucho más amplio que antes. Es otro mundo.