Contaminación electromagnética

La amenaza silenciosa

La explosión de las tecnologías inalámbricas y de la telefonía celular, así como la presencia creciente de ciertos electrodomésticos en el hogar, incrementa paulatinamente nuestra exposición a las radiaciones no ionizantes. Se sabe que éstas aumentan la temperatura del cuerpo, pero la insuficiencia de estudios genera incertidumbres que obligan a una gestión personal del riesgo.

30 Dic 2015 POR
Si bien se considera que todavía no hay estudios suficientes la OMS ha clasificado a las radiaciones electromagnéticas producidas por los teléfonos móviles como posiblemente carcinógenas para los seres humanos.

Si bien se considera que todavía no hay estudios suficientes, la OMS ha clasificado a las radiaciones electromagnéticas producidas por los teléfonos móviles como posiblemente carcinógenas para los seres humanos. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas-Comunicación.

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Mientras viajamos en el subte, estamos recibiendo las radiaciones de todos los teléfonos celulares que hay en ese vagón”, explica a NEXCiencia el ingeniero Edmundo Gatti, coordinador de la Unidad Técnica Compatibilidad Electromagnética del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

Fue luego de brindar una conferencia titulada «Impacto ambiental de las radiaciones electromagnéticas no ionizantes», en el marco del II Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología Ambiental, realizado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

Las fuentes de radiaciones no ionizantes (RNI) son muy variadas. El Sol es una de ellas. También las antenas de radio, televisión y telefonía móvil, los equipos inalámbricos, los hornos de microondas, los monitores de PC, varios dispositivos médicos y los teléfonos celulares, entre muchas otras.

La explosión de las tecnologías inalámbricas y de la telefonía celular, así como la presencia creciente de ciertos electrodomésticos en el hogar, incrementa paulatinamente nuestra exposición a las radiaciones no ionizantes. “En veinte años, en las ciudades grandes, la densidad de potencia (NdR: una medida de la radiación) ha aumentado cien veces”, señala Gatti.

A diferencia de las radiaciones ionizantes, como los rayos X o los rayos gamma, las RNI no tienen la energía suficiente como para romper las uniones entre los átomos y alterar estructuras moleculares o celulares. Sin embargo, está comprobado que las RNI provocan aumentos pequeños de la temperatura local en el área del cuerpo que está recibiendo la radiación. Es decir, la energía electromagnética que absorbemos se transforma en calor en nuestros tejidos.

Si bien el organismo compensa ese calentamiento a través de diversos procesos de termorregulación, se cree que existe el riesgo de que esos mecanismos de equilibrio puedan perturbarse en función del tiempo de exposición y de la cantidad de radiación.

Por otro lado, se considera que todavía no hay estudios suficientes como para descartar otros efectos de las RNI sobre la salud. De hecho, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a las radiaciones electromagnéticas producidas por los teléfonos móviles como posiblemente carcinógenas para los seres humanos. A su vez, la OMS anuncia que, en 2016, realizará una evaluación formal de los riesgos a partir de los resultados de todos los estudios realizados hasta esa fecha.

Mientras tanto, ante la actual incertidumbre, se han fijado límites máximos de exposición humana a las RNI. “Son veinte o treinta veces más bajos que el valor mínimo asociado con algún efecto conocido”, acota Gatti. También, se han establecido normas de fabricación para controlar la cantidad de radiación emitida por los dispositivos.

Puntos calientes

Para verificar que se cumplen los estándares de seguridad, el INTI efectúa regularmente mediciones de la cantidad total de RNI que inciden en un punto del espacio. El objetivo es determinar la existencia de los denominados “puntos calientes”, es decir, sitios en los que se superan los límites máximos permitidos de radiación.

“Para poder instalar una antena hay que tener autorización de la Comisión Nacional de Comunicaciones. Para ello, se debe hacer una medición de impacto ambiental antes y después de su instalación”, ilustra Gatti.

El INTI comenzó a realizar mediciones de RNI a partir del año 1982. Pero esos controles estaban restringidos a áreas ocupacionales donde se busca evaluar el riesgo de exposición de los trabajadores. Por ejemplo, en plantas de transmisión o en procesos industriales que utilizan radiofrecuencias.

A partir de 1998, la presencia creciente de antenas de telefonía celular y la incertidumbre acerca de sus efectos sobre la salud y el ambiente extendió las mediciones a todos los ámbitos. “Algunas personas solicitan una evaluación en el momento de decidir la compra de un inmueble cuando notan una antena en sus cercanías”, comenta Gatti.

Según el experto, las radiaciones de mayor potencia provienen de las antenas de radio y televisión, fundamentalmente de las emisoras de FM.

“De los resultados obtenidos de todos los relevamientos, en general encontramos puntos calientes debidos a las emisoras de FM. Principalmente en terrazas”, revela. “En lo que se refiere a antenas de telefonía celular la potencia es más baja y no hemos encontrado sitios en los que se superen los límites máximos permitidos. Aunque, a veces, cuando la antena tiene riendas de sujeción, el campo electromagnético puede acoplarse a las mismas y retransmitirse, pero su efecto es en las cercanías de la rienda”, añade. “En cualquier caso, los espacios en donde hay puntos calientes se delimitan, para que nadie pueda acceder a ellos”, aclara.

La red eléctrica es otra fuente de RNI. De hecho, las líneas de transmisión y los transformadores de distribución producen campos electromagnéticos muy intensos, aunque su efecto se verifica en puntos muy próximos a la fuente. Pero, también, la red hogareña suma radiaciones: “En el hogar estamos aumentando el consumo de corriente eléctrica y, como consecuencia, nos sometemos de a poquito a campos electromagnéticos cada vez más intensos”, consigna Gatti.

Futuro

Izquierda: Sistema para medir la Tasa de Absorción Específica (SAR) para teléfonos celulares. Derecha: Medidor de niveles de Radiaciones no Ionizantes.

Izquierda: Sistema para medir la tasa de absorción específica (SAR) para teléfonos celulares. Derecha: Medidor de niveles de radiaciones no ionizantes.

Hacia el final de su conferencia, Gatti contó que, debido a que las radiaciones que producen las antenas son variablea en el día de acuerdo con la demanda de comunicación, en muchas ciudades europeas se efectúan monitoreos de RNI durante las 24 horas en sitios tales como hospitales, escuelas u otros lugares considerados críticos: “La información es pública y cualquiera puede hacer un seguimiento de la toma de datos en tiempo real a través de internet”, informa, y anuncia: “Hay un proyecto para hacerlo aquí”.

También, Gatti adelanta que el INTI está tratando de implementar un sistema de medición de la Tasa de Absorción Específica (SAR, por sus siglas en inglés), que es una manera de medir la potencia absorbida por los tejidos durante el uso de distintos tipos de dispositivos -como, por ejemplo, teléfonos celulares- y cuyos límites máximos están establecidos. “Hoy se asume que las empresas fabricantes cumplen con las normas, pero sería importante que la Argentina haga sus propios controles, sobre todo porque en Tierra del Fuego hay ensamble”, opina.

Debido a la incertidumbre en torno a los efectos de los teléfonos móviles sobre la salud y a que la exposición del usuario a las radiofrecuencias desciende rápidamente al aumentar la distancia con el aparato, la OMS recomienda utilizar dispositivos “manos libres”, que permiten mantener el teléfono separado de la cabeza y el cuerpo durante la llamada. También, aconseja reducir la cantidad de llamadas y su duración. Además, según la OMS, el uso del teléfono en áreas con buena recepción conlleva una disminución del nivel de exposición, pues allí el aparato transmite a una potencia más reducida.

Los estudios muestran que la penetración de la radiación es mayor cuanto menor es el tamaño de la cabeza y el cuerpo. Por ello, los niños están más expuestos a los efectos de las RNI.

“La tecnología va en dirección a ir bajando la potencia con la que operan los celulares. En el futuro vamos a ver más antenas, más bajas, con mucha menor potencia pero trabajando con frecuencias más altas”, anticipa Gatti. “De todos modos, todavía falta mucha investigación acerca de si, además del efecto térmico, hay otras consecuencias sobre la salud que no se conocen. Por ejemplo, por efecto de la frecuencia y no solo de la potencia”.