Un delivery seguro y saludable
Los polifenoles son compuestos presentes en frutas y verduras con grandes posibilidades para el tratamiento y la prevención de diferentes enfermedades. Un equipo de investigación trabaja en el desarrollo de cápsulas de nanogeles para envolverlos y permitir que lleguen hasta ciertas células del organismo sin degradarse y conservando intacta su bioactividad.
Si ya tenían fama de compuestos saludables, en los últimos años la han incrementado. Son los conocidos polifenoles, que cada vez suman nuevos beneficios para tratamiento y prevención de diversos virus o bacterias, así como cáncer, diabetes, hipertensión, enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares. Son fáciles de hallar. Están al alcance de la mano en frutas y verduras, pero el problema es que sus propiedades son difíciles de conservar intactas. Desde hace tiempo, diversas técnicas buscan lograrlo, y una revisión llevó a especialistas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA a concentrar su mirada especialmente en una de ellas que muestra resultados prometedores.
El método en cuestión es llamado CS-TPP NP, por su sigla en inglés, que “consistiría en verdaderas plataformas para transportar polifenoles, o una combinación de ellos, para ser utilizados en el diseño de una nueva generación de fármacos”, indica el trabajo recién publicado en Biomedicine & Pharmacotherapy.
Lo curioso es que el procedimiento desarrollado particularmente en laboratorios de la Argentina está hecho a partir de componentes que se obtienen de residuos de langostinos de Mar del Plata, entrecruzados con sales o aditivos alimentarios envueltos con nanotecnología. Todo este proceso, dicho científicamente, es denominado nanopartículas de quitosano-tripolifosfato. Y son económicas y fáciles de hallar.
“Algo que es basura contaminante, se modifica para obtener un producto con valor agregado: el quitosano. El tripolifosfato es un aditivo alimentario. Ambas cosas, además de ser muy baratas, están al alcance de la mano y son biocompatibles”, destaca Oscar Pérez, director del Laboratorio Interdisciplinario de Dinámica Celular y Nanoherramientas del IQUIBICEN en Exactas UBA e investigador del CONICET.
Aún restan numerosos estudios para llegar a ser probados en humanos, porque los experimentos, por ahora, se realizaron in vitro y en animales, pero las expectativas son auspiciosas. “Nosotros trabajamos a escala de laboratorio, pero la idea es hacer una proyección a escala industrial”, anticipa Agustina Alaimo, investigadora del CONICET en el IQUIBICEN (UBA-CONICET).
Polifenoles: polivirtudes y poliproblemas
Uvas, arándanos, manzanas, naranjas, cebollas, té. Son algunos de la larga lista de productos naturales que contienen polifenoles. “A nivel salud se ha visto que aportan beneficios en personas que tienen diabetes, enfermedades neurodegenerativas, de intestino, cardiovasculares, entre otras. ¿Por qué? Porque su acción es antioxidante y antiinflamatoria que son dos eventos negativos que tienen en común un montón de patologías”, explica Alaimo.
Virtudes le sobran y cientos de investigaciones en la última década coinciden en registrarlas. “Mientras que la ciencia mira los bioactivos de polifenoles con ojos prometedores -indica el trabajo- muchas grandes compañías farmacéuticas son reacias a aceptar estos compuestos por algunas razones clave”. ¿Cuáles? La lista también es larga.
En la enumeración de problemas, Alaimo destaca: “Los polifenoles son lábiles a un montón de factores externos como luz, oxígeno, temperatura, humedad. Y cuando se ingieren deben atravesar el pH del tracto digestivo, que es ácido, luego alcalino, y neutro. Todas esas modificaciones pueden producir cambios en su estructura y afectar su bioactividad”.
Envolverlos en nanogeles parece una buena opción. Los nanogeles serían como naves espaciales que protegen a sus viajantes de las radiaciones cósmicas y de cualquier adversidad hallada en el camino para llegar al objetivo y cumplir su misión. En este caso, lograr con éxito que los polifenoles lleguen sanos y salvos, sin un mínimo rasguño de degradación, a ciertas células del organismo.
“Estos nanogeles con el paso del tiempo permiten la liberación controlada del bioactivo -en este caso, los polifenoles- en el órgano que se desea abordar. Al ser inocuo no daña ni afecta a las otras partes del cuerpo”, describe Alaimo.
A diferencia de los gigantescos cohetes espaciales, estas cápsulas que llegan a cumplir su misión son más que diminutas, están en la escala nanométrica. Tienen una forma esférica y alcanzan como máximo unos 500 nanómetros, es decir 0,0005 milímetros. “El tamaño es un punto para tener en cuenta porque debe entrar en las células del organismo. Cuanto más pequeño, mejor para este delivery o entrega”, subraya Alaimo.
El equipo de investigación está trabajando en estos nanogeles y, además, en gotas oftalmológicas con esta técnica.
Volviendo a estas nanopartículas, no solo encapsulan material sensible y prueban -hasta ahora in vitro (o cultivos celulares) y en animales- que pueden llevarlo a destino con todas sus cualidades intactas, sino que también encierran una propuesta más ambiciosa aún. “Queremos que esto no quede en investigación básica, sino que pueda hacerse transferencia a la industria”, dice Alaimo.
En este sentido, Pérez añade: “En realidad, estos sistemas son como una plataforma para encapsular distintos bioactivos, no solo polifenoles. De hecho, tenemos otras líneas de investigación y también los estamos encapsulando con éxito”.