Percepción visual

Creer para ver

Se suele suponer que el cerebro usa cierta información previa para completar una imagen vista de reojo o con poca atención. Pero eso no ocurrió en un experimento realizado en Estados Unidos y la Argentina. Estos resultados abrieron paso a nuevas investigaciones en redes sociales y medios de comunicación para saber cómo reaccionan ante el mismo dato las personas que piensan opuesto.

27 Oct 2017 POR
El experimento en el que participaron 79 personas duraba no más de media hora y recibían diez dólares por sesión, además de un plus de cinco dólares si su nivel de acierto era superior al anterior.

El experimento, en el que participaron 79 personas, duraba no más de media hora y recibían diez dólares por sesión, además de un plus de cinco dólares si su nivel de acierto era superior al anterior.

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“¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?”, canta Divididos, y lo que en realidad sucede parece desentonar con lo pensado habitualmente hasta por teóricos destacados, según estudios realizados en Estados Unidos y en la Argentina. “En general, la gente tiene una confianza elevada en lo que está viendo a nivel de colores y detalles, pero se equivoca mucho más de lo que en verdad cree”, asegura Guillermo Solovey, desde el Instituto del Cálculo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

La  confianza ciega en la visión lleva a decir: “Lo ví con mis propios ojos”, como prueba contundente de certeza que no deja lugar a dudas. Pero ¿qué ocurre cuando, a universitarios frente a un monitor de computadora les proyectan imágenes en pocos segundos, casi como un flash? ¿Qué se les muestra y qué dicen observar? ¿Logran ver todo el panorama?  “Uno suele focalizar en algún punto del mundo visual; y ahí presta atención. Lo demás, la periferia, lo  procesa con poca definición. Sin embargo, tenemos esa sensación inflada de que vemos todo”, agrega Solovey, doctor en Física en Exactas UBA con un posgrado en neurociencias en Estados Unidos, donde se especializó en percepción visual.

El test realizado simultáneamente en Nueva York y Buenos Aires era, a simple vista, sencillo. Mirar una pantalla dividida en dos, con una imagen a la derecha y otra a la izquierda. Algunos dibujos estaban en posición vertical, y otros, horizontal. La respuesta sobre cómo se hallaban debían darla apretando una tecla de la computadora. El experimento en el que participaron 79 personas duraba no más de media hora y recibían diez dólares por sesión, además de un plus de cinco dólares si su nivel de acierto era superior al anterior. El objetivo era incentivarlos para que estuvieran con toda la atención puesta en lo que tenían frente a sus ojos.

Antes del experimento les anticiparon datos ciertos: les consultarían más sobre las figuras que aparecían a la derecha, y les indicaron que el 80 por ciento de las imágenes de la prueba estaban en posición vertical. “Uno supone que si recibe información de calidad, precisa y cierta, la va a tomar y se basará en ella para dar las respuestas. Pero no fue lo que sucedió”, agrega Solovey.

De  Bayes y Keynes
Guillermo Solovey.

Guillermo Solovey.

“Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Usted qué hace, señor?”, planteaba el economista británico John Maynard Keynes, que tuvo influencia en el siglo XX. Un poco antes, el filósofo Thomas Bayes señalaba que, cuando contamos con una información nueva y objetiva sobre algo, obtenemos una creencia nueva y actualizada. “Distintos campos de la percepción y cognición humana funcionan de esa manera. Uno actualiza lo que piensa en base a la información que recibe. Pero, en este experimento, encontramos algo opuesto. Esto fue llamativo”, dice el experto.

Sentados frente a la PC, los examinados centraban su mirada del lado derecho porque de allí surgirían la mayor parte de las consultas. “Cuando se les pregunta por el lado izquierdo, sector al que no le estaban prestando la mayor atención, ellos se equivocan más en sus respuestas y no usan la información dada acerca de que el 80% de las imágenes serían verticales. Si la hubiesen empleado, habrían contestado mejor”, indica Solovey sobre el trabajo realizado junto con Jorge Morales, Brian Maniscalco, Dobromir Rahnev, Floris de Lange y Hakwan Lau, de las universidades de Columbia, Estados Unidos;  Nijmegen, Países Bajos; UBA, Argentina, entre otras instituciones.

Ellos querían saber qué hacían los observadores con los datos suministrados sobre las imágenes  cuando las veían de reojo como ocurrió con las ubicadas del lado izquierdo. “Lo lógico sería que, si no estoy prestando atención, responda en base a la información previa. La respuesta esperable es que la imagen era vertical pues les habíamos dicho que la mayoría de las veces resultaba así. Pero eso no sucedió. Se basaron en lo que supuestamente creyeron ver, y no era”, subraya Solovey.

Contra lo que podía suponerse, la gente sometida al test no sólo veía rayas horizontales donde no las había, sino que tampoco usaba la información dada de antemano cuando se le consultaba sobre un aspecto al que no había estado atenta.  “Estos resultados informan y limitan futuros modelos de inferencia bayesiana en el cerebro humano”, indican los investigadores.

A Solovey este experimento le hizo pensar cómo recibimos la información más allá de la percepción visual. Por ejemplo: ¿Qué ocurre en otras áreas como medios de comunicación o redes sociales? “¿La información que recibimos nos hace o no cambiar de opinión en función de si coincide con nuestros prejuicios o lo que deseo escuchar?”, plantea. Él y Paloma Urtizberea García se han unido a especialistas en politología y economía para intentar dar respuesta acerca de cómo se pueden cambiar las decisiones según la información recibida. “Dos personas que piensan diferente, cuando reciben una información, deberían evaluarla y pensar más parecido luego. Pero esto normalmente no pasa”, dice y trae como ejemplo experimentos realizados a médicos con diagnósticos distintos ante un caso. Tras los resultados de un nuevo estudio al paciente, cada especialista -lejos de aunar criterios- reafirma más su propia postura. “Estamos trabajando en ver qué ocurre sobre esta cuestión en las redes sociales y los medios de comunicación”, concluye a modo de anticipo.