Miden partículas suspendidas en aire porteño
Un equipo instalado en la Ciudad Universitaria comenzó a realizar mediciones de partículas de la atmósfera con un alto nivel de resolución. El instrumental fue prestado por un año por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a la Universidad de Buenos Aires (UBA)
¿Buenos Aires hace honor a su nombre? Para revelar parte de este interrogante, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA) comenzaron a medir las partículas de la atmósfera porteña, segundo por segundo, con un equipamiento instalado en la terraza de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN-UBA) en la Ciudad Universitaria.
“Es la primera vez que en la ciudad de Buenos Aires se tienen las mediciones con este nivel de detalle y resolución de las propiedades de las partículas. Algunas de ellas son naturales y otras contaminantes”, destacan Darrel Baumgardner de UNAM y Ana Graciela Ulke de FCEN- UBA, quienes junto con Graciela Binimelis de Raga (UNAM) y Marcela Torres Brizuela (UBA), llevan adelante este estudio que busca aportar elementos para el avance en el conocimiento de las condiciones de calidad de aire en Buenos Aires.
En una cabina de cara al río de la Plata y de espaldas al estadio de River Plate se ubica este instrumental que fue prestado por un año por el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM a la UBA. “En México, ellos tienen mucha experiencia en contaminación. Y han realizado numerosas campañas de medición”, puntualiza Ulke del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de FCEN-UBA mientras muestra el equipamiento situado en la azotea del Pabellón II de la Ciudad Universitaria acompañada por el Dr. Baumgardner, de visita en el país.
“Las mediciones anteriores eran un promedio de 24 horas, en cambio ahora cada instrumental mide por segundo, lo cual brinda más información”, comparan. Una de las partículas que estos aparatos registran es el carbono negro u hollín, contaminante que puede provenir de la combustión de autos, calefacción o de incendios forestales, entre otras fuentes. “Ahora el aparato indica que tenemos 5 microgramos por metro cúbico de carbono negro; en Beijing, una de las ciudades más contaminadas del mundo, este valor es 50 veces más alto”, destaca el Dr. Baumgardner frente al monitor que refleja la medición de esa partícula en ese momento del aire porteño.
Este es sólo un ejemplo, y uno de los tantísimos registros que se sumará a esta base de datos que recogerá información hasta enero de 2012 para documentar el comportamiento de las partículas de la atmósfera porteña. “Antes se medía la concentración de masa por períodos cortos y no se tenía información sobre la distribución de los tamaños de estas partículas a lo largo de un año”, puntualiza Ulke como una de las posibilidades de este proyecto que pretende caracterizar el tamaño, la concentración, las propiedades ópticas y composición de estas partículas que se encuentran en suspensión en el aire.
Distintos tamaños
Nuevamente frente a uno de los aparatos de medición, Baumgardner destaca un gráfico con el tamaño de las partículas de carbono negro y resalta: “Si las partículas son muy grandes no pasan por el aparato respiratorio, pero si son muy pequeñas pueden ingresar a los pulmones y resultar peligrosas para la salud según indica la literatura médica”.
Otro de los gráficos muestra como varía a lo largo del día la cantidad de partículas dentro de la capa límite de la atmósfera. “Se trata –explican- de la capa donde se mezcla el aire limpio con los contaminantes, que puede tener de uno a tres kilómetros de altura porque cambia en el transcurso del día. Es justamente el aire que respiramos”.
Pasado, presente y futuro
Estudios anteriores de la doctora Ulke han detectado un impacto en la calidad del aire porteño, asociado a un transporte de gran distancia de productos de incendios de biomasa que provienen de distintos puntos de Sudamérica. “Quema de pastizales del Paraná, del noreste de nuestro país, así como de Bolivia, Paraguay y del Amazonas, en Brasil, llegan a Buenos Aires favorecidos por los patrones de circulación de la atmósfera. De agosto a octubre es la temporada de quema en Sudamérica Central. Con estos registros, junto con el estudio de la situación meteorológica –subraya Ulke- podremos diferenciar mejor los contaminantes locales de los que vienen de lejos”
La concentración de partículas es un indicador de contaminación, pero no es suficiente sino que requiere de otros datos. “A futuro, nos gustaría poner una estación de monitoreo más completa, que mida además de partículas, gases como el monóxido de carbono. Por ahora, este es un primer paso de un largo camino”, concluyen mientras les aguarda el trabajo de procesar, analizar y comprender los numerosos registros que aportarán estos equipos para saber un poco más acerca de cuán buenos aires tiene la atmósfera porteña.