Mejor de lo pensado
De acuerdo con estudios desarrollados por investigadores de Exactas, en lo que resta del siglo XXI y en el contexto del cambio climático proyectado, el Pantanal y el Iberá, dos importantes humedales de América del Sur, no sufrirían las sequías que se estimaban.
A veces, seguir empantanado a futuro es una noticia alentadora. Al menos, así parece para dos importantes humedales de América del Sur: El Pantanal y el Iberá que influyen en la Cuenca del Plata y acaparan la atención del mundo por ser reservorios de agua dulce, además de albergar especies de flora y fauna únicas en el planeta, algunas de ellas, amenazadas y vulnerables. Para lo que resta del siglo XXI y en el contexto del Cambio Climático proyectado, el panorama muestra que estos ecosistemas anegados durante gran parte del año no sufrirán sequías o pérdidas significativas de su caudal como se temía, de acuerdo con un reciente estudio realizado por investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA)
“América del Sur es uno de los lugares donde se han registrado mayores modificaciones como consecuencia del Cambio Climático, que a nivel global muestra, por ejemplo, calentamiento por aumento de temperatura debido al efecto de gases de efectos invernadero y otros contaminantes generados por el hombre. Estos humedales están ubicados en la zona de mayor variación e interesa saber qué pasará a futuro para desarrollar estrategias de conservación en la región”, relata la doctora Inés Camilloni, del departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (FCEN-UBA) y del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA/UBA-CONICET), quien dirigió el estudio que forma parte del trabajo de tesis de Natalia Montroull y contó con la colaboración de Ramiro Saurral.
Dado “su alto nivel de conservación y biodiversidad”, el Pantanal y el Iberá están incluidos en la lista de la Convención de Ramsar de los humedales más importantes del mundo, según el estudio. El Pantanal ocupa una superficie similar a la provincia de Córdoba, en territorios de Bolivia, Brasil y Paraguay. Este ecosistema actúa como un amortiguador en la Cuenca del Plata al frenar el flujo de las aguas del río Paraguay al Paraná. En tanto, los esteros y bañados del Iberá se ubican en Corrientes, Argentina.
¿Cómo será el clima en estos humedales en las futuras décadas del siglo XXI? “La hipótesis de trabajo inicial era que si la tendencia global es al mayor calentamiento, al registrarse más temperatura debería aumentar la evaporación, y podría haber problemas con la disponibilidad de agua”, historia Camilloni, quien es una de los 11 argentinos seleccionados entre 3000 postulantes de todo el mundo para escribir el próximo informe de evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, según su sigla en inglés), organismo creado por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Para poner a prueba la hipótesis, el equipo usó un modelo hidrológico, luego que el licenciado Saurral viajara a Estados Unidos para aprender a manejarlo. A esta herramienta, los investigadores sumaron el modelo de escenarios climáticos para las décadas de 2020, 2050 y 2080. Se trata de representaciones de cómo sería el clima a partir de suposiciones futuras de emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes, tendencias de demanda energética, cambios en el uso del suelo, entre otros datos que se cargan en computadoras para simular posibles situaciones. “Trabajamos con tres escenarios. El peor de todos, es aquel donde se incrementa al máximo el efecto invernadero como consecuencia de un aumento de los contaminantes por el desarrollo económico. Otro escenario simula qué pasaría si el mundo sigue creciendo como hoy, y otra proyección en la que afectaría menos el calentamiento global”, comenta Camilloni.
Los resultados obtenidos fueron distintos a los esperados. “La hipótesis original no fue probada. Inicialmente pensamos que íbamos a una situación de riesgo por sequía, dado el mayor aumento de temperatura, la mayor evaporación y en consiguiente, el menor caudal de agua. Pero el modelo hidrológico mostró que si bien a futuro el alza de temperatura será importante, el pequeño aumento de la precipitación compensaría la elevada evaporación por el calentamiento. De este modo, no habría cambios significativos. En otras palabras, este es un escenario más alentador a nivel ambiental del que previmos al inicio de nuestra investigación, hace dos años”, resalta, al tiempo que aclara: “Estos modelos están hechos en base al uso del suelo de la actualidad. Si parte de esta superficie de humedales se ocupa por agricultura -ejemplifica- pueden variar las condiciones. Uno puede decir cuidemos las cosas como están o sigamos haciendo simulaciones con modelos computacionales para ver que sucedería si hacemos cambios en el terreno”.