Resuelven el “misterio” de Vinchina

¿De quién son esas manitos?

Un estudio “detectivesco” sobre huellas fósiles permitió identificar al dueño de las “manitos de Vinchina”, en La Rioja. Se trata de un roedor gigante que hace 15 millones de años habitaba a la vera de los ríos de una región hoy semidesértica.

8 May 2019 POR

¿De quién son esas manitos? Los habitantes de Vinchina, en La Rioja, y los arrieros que un siglo atrás pasaban por allí llevando ganado hacia Chile, las atribuyeron a misteriosos seres antropomorfos, eventualmente, a pumas u otros animales salvajes, y así se hicieron célebres en esa última estribación de la sierra de Famatina, parada obligada para los turistas que visitan la Reserva Provincial Laguna Brava.

Lo cierto es que esas huellas quedaron impresas en la roca y que la ausencia de huesos fósiles en la zona impedía identificar a los dueños de las manitos, como se las conoce en Vinchina. Sin embargo, la tarea casi “detectivesca” de un grupo de investigadores del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, dirigidos por Verónica Krapovickas, siguió el rastro de los responsables y permitió ponerles nombre científico: Tracheria troyana (manitos de Troya) . Son huellas producidas hace 15 millones de años por roedores gigantes pertenecientes a la familia de los dinómidos.

La caracterización etológica de las “manitos de Troya” –halladas precisamente en la Quebrada de la Troya, un sitio de particular belleza paisajística– fue publicada semanas atrás en la revista especializada Ichnos, dedicada a esa rama de la paleontología que, como en una novela policial, no estudia animales fosilizados sino los rastros que éstos han dejado, y que busca reconstruir, a través de esas pistas, la especie y el ambiente en el que vivía.

“En paleontología, la forma clásica de acceder al conocimiento de animales y personas es a través de los cuerpos fósiles, los huesos de los vertebrados, las conchillas de los invertebrados, lo que llamamos preservaciones corpóreas. La icnología estudia la presencia de estos organismos pero a través de los rastros que quedan en los sedimentos o en distintos sustratos, las marcas de su actividad, que indirectamente evidencian su presencia y entregan información sobre su comportamiento”, explica Krapovickas.

La Icnología cuenta quién dejó su huella y, sobre todo, qué estaba haciendo. Y más todavía: la certeza de que estuvo allí. “Ocurre que los cuerpos fósiles se trasladan con facilidad, por ejemplo, si un río socava un terreno y los arrastra, fenómeno que puede darse muchas veces a lo largo de millones de años. No pasa eso con las huellas: si alguna actividad natural las mueve, de alguna manera las destruye. Por lo tanto, donde las encontramos, ocurrieron”.

Tucumana de origen, Krapovickas se topó con las manitos en 2006, mientras trabajaba en su tesis doctoral. “Eran huellas increíblemente preservadas, algunas justo al nivel de la vista, en un lugar de mucho tránsito turístico. Otras, mucho más arriba, en estratos inclinados que le pusieron al trabajo un poco de aventura: tuvimos que usar técnicas de rappel, con cuerdas, arneses y demás”. En 2011, esos vestigios recibieron su nombre científico. Ahora, permiten conocer el paleoambiente en el que fueron producidos.

Hoy una región semidesértica, con valles en los que apenas se observan cursos de agua, los sedimentos de la formación Vinchina revelan que alguna vez tuvo ríos y lagunas salobres, en cuyas orillas vivían estos grandes roedores, parte de una fauna muy diversa. “La icnología de invertebrados es muy útil para complementar el análisis de esos sedimentos y hacer una descripción más refinada de los ambientes. La de vertebrados los ubica en ese paisaje y también contribuye a su determinación”.

El único sobreviviente moderno de la familia de los dinómidos es la pacarana (Dinomys branickii), “una especie relictual de aquel grupo más amplio que fue perdiendo diversidad y que hoy habita en una región muy restringida en el norte del Amazonas, en valles boscosos de altura”. Puede medir hasta un metro de largo y pesar 18 kilos, y es también un caviomorfo, pariente del carpincho, la vizcacha, la mara y otros grandes roedores sudamericanos, pero de otra familia, menos numerosa. Las manitos de Troya tienen el tamaño de la palma de la mano de una persona, unos 10 cm. Y la distancia que los investigadores pudieron estimar entre las cinturas, escapular y pélvica, es de unos 60 cm, lo que indica un animal más grande que los dinómidos actuales, y cuya masa corporal aún resta precisar.

Como en todo buen policial, los icnólogos detectives debieron sortear varios imprevistos antes de resolver el caso. En 2007, el proyecto de ensanchar la Ruta 76 y la voladura de algunos cerros pusieron en peligro a las manitos, y obligaron a removerlas. Un “teléfono descompuesto” entre las autoridades de Cultura, Vialidad, el CRILAR (Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja, con sede en Anillaco) y la Municipalidad de Vinchina, complicó el panorama. “Todos presos, los científicos y las huellas. Los científicos salieron inmediatamente pero las huellas quedaron en la comisaría local, hasta que se decidiera donde resguardarlas”, recuerda Krapovickas. Llevó tiempo destrabar esa situación. Los icnólogos tenían calcos de yeso y de siliconas, pero el escaneo tridimensional de las huellas, a fin de estudiar en detalle cada trazo y caracterizar al animal en virtud de su morfología y de su modo de desplazarse, debió realizarse en la sede policial, donde permanecieron durante años.

Hoy, esos icnotaxones (es decir, el material nuevo que permitió describir la nueva icnoespecie, no una nueva especie animal sino sus huellas) están preservados en un museo, todavía en desarrollo. El objetivo de los investigadores, que continúan su trabajo en Vinchina, es avanzar en la protección de la gran cantidad de trazas que permanecen en el campo, además de recrear en el museo la diversidad ambiental y zoológica de esa región andina, en una experiencia visual didáctica y accesible para los vecinos de Vinchina y para quienes visitan el pueblo. Y seguir resolviendo misterios.

 

Hay equipo

Junto a Verónica Krapovickas, investigadora del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados del Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (IDEAN, UBA – CONICET) y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), el equipo que participó del estudio publicado en Ichnos estuvo integrado por Nahuel Muñoz y Sergio Vizcaíno, de la División de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata, y Pablo Alonso Muruaga, Patricia Ciccioli y Sergio Marenssi, del Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales de Buenos Aires (IGEBA, UBA – CONICET) y el Departamento de Ciencias Geológicas (Exactas UBA).