Tecnologías de información y la comunicación

La clave del desarrollo

A principios de 2007 Néstor Kirchner firmaba el decreto que daría origen a la Fundación Sadosky, una institución que tiene por meta promover la investigación y el desarrollo de las TIC en el país. El Cable dialogó con su director ejecutivo, Santiago Ceria, acerca de la compleja relación entre el sistema científico y la producción y el rol decisivo de las nuevas tecnologías en el aumento de la productividad y el bienestar de la sociedad.

25 Ago 2011 POR

Hacia fines de la década del 60 el físico Jorge Sábato postuló una idea, que luego sería conocida como el “Triángulo de Sábato”, que subrayaba la importancia de estructurar un modelo de política científico-tecnológica en el cual el Estado impulsara la articulación del sector científico con el mundo de la producción para promover el desarrollo nacional. Esta concepción fue intensamente debatida hasta que, a partir de la dictadura de 1976 y el avance arrasador del neoliberalismo, fue paulatinamente olvidada junto con la noción misma de desarrollo.

La nueva etapa que comenzó en el país en el año 2003 dio lugar a la recuperación de este tipo de planteos. En esa línea, en febrero de 2007 el entonces presidente Néstor Kirchner, junto con su ministro de Educación Daniel Filmus, decidió la creación de la Fundación Sadosky, llamada así en homenaje a quien fuera uno de los pioneros de la computación en Argentina. Se trata de una institución público privada cuyo objetivo es favorecer la articulación entre el sistema científico y la estructura productiva en todo lo referido a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). La Fundación es presidida por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y sus vicepresidentes son los titulares de las cámaras más importantes del sector.

La iniciativa se fue desarrollando y, en mayo de este año, fue nombrado como director ejecutivo Santiago Ceria, un profesional joven que parece expresar en su persona la idea de integración entre lo público y lo privado que transmite la Fundación. Ceria es Licenciado en Análisis de Sistemas de la UBA y tiene un máster en Ingeniería del Software de la Carnegie Mellon University de Estados Unidos. Es profesor del Departamento de Computación de Exactas y durante diez años se desempeñó como socio gerente de Hexacta S.A., una firma de desarrollo de sistemas con oficinas en Argentina, Brasil y Uruguay.

– ¿Qué es la Fundación Sadosky?

– Es una iniciativa que trata de unir al Estado con el sector productivo para llevar adelante iniciativas que favorezcan la articulación efectiva del sistema científico con la estructura productiva. Es decir que todos los avances científicos y tecnológicos del mundo de las TIC lleguen a través de las empresas y de las áreas del Estado que son grandes consumidoras de estas tecnologías al conjunto de la sociedad. Y eso también implica que las industrias relacionadas, a partir de la incorporación de áreas de investigación y desarrollo, puedan agregar más valor, competir en otros mercados, exportar más, sustituir importaciones. Es un proceso que sabemos que va a llevar su tiempo, no es algo que se vaya a lograr en el corto plazo o con una acción única. Esto demuestra que en Argentina, a pesar de las quejas que suelen escucharse, se están haciendo cosas por el mediano y largo plazo.

– ¿La Fundación será simplemente un articulador de estos procesos o también va a impulsar líneas de acción propias?

– Ese es un punto que disparó muchas discusiones. Personalmente, creo que nada es más importante que continuar el proceso de reconstrucción del sistema científico argentino, porque si no, no vamos a tener nada que articular. Si desde la Fundación atentamos contra esa reconstrucción llevándonos la gente que hoy está liderando todo esto, le vamos a hacer un flaco favor a los objetivos que estamos buscando. Por lo tanto, nos vemos más como articuladores de los dos mundos que como el que trata de reemplazar las falencias de alguno de los dos. No queremos ser científicos ni empresarios, queremos que ambos trabajen juntos y entiendan que tienen intereses comunes, que tienen que desarrollar un vocabulario común y que tienen que trabajar juntos para el desarrollo del país.

– ¿Por qué se decidió crear una Fundación en la que participa tanto el sector público como el privado en lugar de disponer de alguna de las estructuras estatales ya existentes?

– Yo creo que el objetivo es mostrar que los sectores estatales y privados pueden funcionar en la misma institución. Y esto se planteó de una forma tan clara que el órgano máximo de decisión de la Fundación, que es su Consejo de Administración, está repartido en partes iguales entre los representantes del MINCyT y los representantes de las cámaras. Se buscó un tipo de organización en el que se compartieran las decisiones.

– Las TIC son un área muy amplia. Dentro de ese marco, ¿la Fundación tiene líneas prioritarias de trabajo?

– Si dividís a las TIC en dos grandes sectores, software y servicios informáticos, por un lado, y telecomunicaciones, por otro, en ambos hay grandes necesidades. En el primer caso se viene dando un crecimiento muy fuerte de la industria y hay una intersección muy grande con las necesidades del país. El software ayuda mucho a que la industria sea más productiva, ayuda a la educación, a la seguridad, a la salud. Allí, entonces, se quiere trabajar muy fuerte. Pero en telecomunicaciones también porque hay que fortalecer mucho a la industria local, que actualmente tiene un altísimo componente de importaciones sobre el cual queremos trabajar. Pero, en general, queremos trabajar en temas que generen tracción en ciencia, es decir, aquellos con capacidad de impulsar avances científicos, y que provoquen, también, tracción sobre el sistema productivo, es decir, que generen oportunidades de negocios y puestos de trabajo. Y que se traduzcan, además, en elementos que lleven un beneficio a la sociedad. Por eso las temáticas relacionadas con las TIC en salud, en educación, en seguridad se hacen particularmente interesantes, porque combinan esas tres cosas.

– La posibilidad de unir al sector productivo con el científico está muy relacionada con la historia, con cuestiones culturales y con prácticas que fueron dejadas de lado, por lo menos, desde el año 76 hasta el 2003 ¿Cómo ha ido evolucionando esta situación en los últimos años?

– Ese es un tema que va a llevar años pero se están viendo experiencias exitosas y muchos de los mecanismos que se están implementando van en esa dirección. Así que tengo una visión optimista en relación con este proceso. Muchas veces ambos sectores se refugian en la comodidad de sus prejuicios. Así, el científico dice, “acá en Argentina a nadie le interesa lo que yo hago”. Y, por otro lado, los empresarios dicen, “en Argentina los científicos no quieren relacionarse con la industria”. La promoción de proyectos colaborativos va a ir formando recursos humanos que ayuden a derribar los prejuicios y a revertir ese escenario. De hecho, hay áreas que funcionan bien, pero ocurre en lugares en los cuales el sistema científico tenía un desarrollo muy fuerte antes de que llegara la decadencia. Un ejemplo claro es la energía nuclear. Uno mira al INVAP y la CNEA y piensa que el triángulo de Sábato funciona perfecto. Tenemos que formar triángulos fuertes en todos los sectores en los cuales Argentina tiene posibilidades de tener un desarrollo fuerte. Veo señales alentadoras y que me generan una enorme ilusión.

– ¿Cómo analizás la relación que se está planteando en la Facultad entre el mundo académico y el productivo?

– Me parece que el tema tiene que ver con el modelo de país. En el país de los científicos lavando platos e ingenieros taxistas es muy difícil trabajar sobre esta temática. Ahora bien, creo que al mismo tiempo que se va cambiando el modelo productivo hay que trabajar también sobre la comunicación hacia los que estudian carreras de ciencias planteando que hay oportunidades interesantísimas de aplicar lo que ellos saben en el sistema productivo. El Departamento de Computación, adonde yo trabajo, me parece que es un caso aparte porque es una disciplina muy aplicada y las empresas se matan por conseguir a los alumnos de Exactas. Entonces, se ve como algo natural que la mayoría de la gente termine trabajando en la industria. Pero creo que si todo va bien, en unos años y de una manera totalmente desprejuiciada, una parte de los egresados de las carreras de Exactas, aun de las más duras como matemática y física, va a seguir su camino por el mundo académico y, otra parte, por el mundo de la industria, y los dos harán un aporte muy grande para el desarrollo del país.

– ¿Considerás importante que la Facultad insista en promover esta visión?

– Para mí es muy importante que se trabaje sobre el mensaje de que los países más avanzados son avanzados, justamente, porque tienen un desarrollo científico sólido y adecuadamente articulado con el sector productivo. Me parece que la clave del desarrollo del país pasa por ahí. Así que pienso que los científicos que se van recibiendo en Exactas tienen que inflar el pecho y decir “yo puedo hacer un aporte importante para el desarrollo del país tanto desde el sistema científico como desde mi integración al sistema productivo”. Creo que Exactas, por su volumen y su historia, tiene un rol importantísimo en el nuevo modelo de reindustrialización del país.

El software en su ley

– Hace unas semanas el Congreso aprobó una nueva ley para apoyar la industria del software, que ya viene creciendo muy fuerte en los últimos años. ¿Están dadas las condiciones para sostener ese desarrollo?

– La aprobación de esta ley es un paso muy positivo. La norma anterior fue muy buena y ésta es mejor todavía porque resuelve algunos de los temas que estaban pendientes y extiende el horizonte de tiempo. Pero van apareciendo nuevos desafíos. En su momento el factor cambiario significaba una ventaja muy grande, teníamos salarios muy bajos en dólares y eso hacia que se pudiera exportar con cierta facilidad. A medida que los salarios se van recuperando en valores internacionales las empresas enfrentan cada vez más desafíos para mantenerse competitivas. Nadie debería sorprenderse de que a medida que el país se va recuperando, los salarios también se vayan pareciendo a los de los países a los cuales nos queremos parecer. Esos desafíos pasan, por un lado, por mejorar la competitividad a través de un mayor acercamiento con el sistema científico que es justamente lo que la Fundación está intentando llevar a cabo. Una de las formas de innovar es través de más y mejores áreas de investigación y desarrollo. El otro tema muy complicado es el de los recursos humanos. Esta industria se basa en el conocimiento y en la gente. Pero hay una falta bastante importante de recursos humanos en todos los niveles. La industria requiere de siete mil nuevos puestos de trabajo por año y las universidades generan, anualmente, alrededor de tres mil egresados de carreras afines en todo el país. Es una brecha muy grande. Por eso una de las áreas que elegimos para trabajar, es TIC en educación. Queremos ver cómo, a partir de programas muy interesantes como “Conectar Igualdad”, se puede aprovechar para aumentar el interés de los chicos en carreras relacionadas con la computación y las comunicaciones.