Software

Una industria que juega en primera

Desde hace una década, la industria argentina de los servicios informáticos ha crecido a dos dígitos en facturación, exportaciones y creación de empleo. Con un rol de liderazgo en la región, ocupa los primeros puestos entre los países exportadores de software. Sin embargo, las empresas del sector afrontan grandes desafíos.

23 Sep 2015 POR

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Aunque desconocemos los múltiples procedimientos que se incorporan a un sistema informático para cumplir su función, intuimos que sin el soporte lógico que hace posible la realización de esa tarea la computadora sería solo un dispositivo inerte compuesto por un conjunto de chips, periféricos e interruptores sin función alguna.

Esta intuición nos conduce a una palabra ampliamente difundida, tanto en la informática como en la vida cotidiana, el software. Según la definición del Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE), se denomina software al conjunto de los programas de cómputo, procedimientos, reglas, documentación y datos asociados, que forman parte de las operaciones de un sistema de computación.

Independientemente de su compleja ingeniería, el software se vincula diariamente con nuestra vida cotidiana e influye, cada vez más, en nuestras actividades, ya sea a través de programas simples para realizar una tarea o de grandes sistemas operativos que llevan a cabo miles de operaciones simultáneamente.

Pero no solo eso. Desde hace algunos años, existen diversas razones para creer que su desarrollo también está impactando en la actividad económica del país.

Competir con los mejores

La industria de software argentina está viviendo una etapa particular, creciendo de forma ininterrumpida y liderando la producción de servicios en Latinoamérica. Desde 2003, ha crecido a un promedio de 16% anual, con una facturación actual de 4412 millones de dólares, alcanzando el 1% del producto bruto interno (PBI) del país, con exportaciones que trepan a los 996 millones de dólares y empleando alrededor de 80.000 personas, según el relevamiento que todos los años realiza la Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina.

Al mismo tiempo, un informe de la Organización Mundial de Comercio, publicado en 2013, señaló que la Argentina se convirtió en el noveno país exportador de software a nivel mundial y la ubicó en el ranking como uno de los países de más rápido crecimiento en exportaciones de servicios informáticos, alcanzando en 2012 el segundo lugar, superando a China, la Unión Europea, Estados Unidos e India.

Y esto ha sucedido incluso considerando la necesidad actual del sector de que permanezca un tipo de cambio competitivo que no afecte a la inversión en el mercado de los servicios informáticos.

Para encontrar una explicación a este crecimiento, conviene empezar por preguntarse cuáles fueron las políticas favorables al sector en la última década.

El surgimiento de la Ley 25.856 en el año 2004 estableció formalmente que el software exista como industria, asimilable a cualquier otra rama de la actividad productiva. Ese mismo año, nació la Ley 25.922 que creó el Régimen de Promoción de la Industria de Software a traves del FONSOFT, un fondo fiduciario en apoyo directo a la creación y desarrollo de las empresas tecnológicas.

Paulatinamente, los servicios informáticos fueron concebidos como una industria en sí misma, gozando de beneficios en materia fiscal. De este modo, la reglamentación actual otorga estabilidad fiscal para empresas del sector hasta 2019 y, al mismo tiempo, impone tres condiciones fundamentales para ingresar: certificar la calidad de los productos de software, invertir en investigación y desarrollo más del 3% del presupuesto anual y exportar más del 8% de sus productos por año.

En esos tres indicadores, al menos un 72% de las empresas manifestó haber obtenido un certificado de calidad; el sector de servicios informáticos invierte un 6% promedio anual en investigación y desarrollo –superando al 1,2% promedio que posee la industria en general– y las empresas argentinas están exportando un 24% anual. De hecho, el sector cerró el año 2013 con un récord en volumen de ingresos desde el exterior: 900 millones de dólares.

Pero esto no siempre ha sido así. Desde la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de la República Argentina (CESSI), explican que se trata de una industria joven que recién después de la crisis de 2001 comenzó a reconstruirse y adquirir una identidad propia. “Los primeros estudios, que eran de la década del ochenta, arrojaban que el 75% del software era importado y el 25% era de implementación nacional de productos que se importaban. En la década del noventa la industria creció pero dependía exclusivamente del mercado nacional, estaba abocada a producir software de gestión y lo hizo en la medida que se liberalizaron determinadas políticas, de manera que había inversiones en telecomunicaciones y en el área financiera, por sobre otras áreas productivas”, puntualiza José María Louzao, presidente de CESSI.

Entre los años 2002 y 2003, los foros de competitividad y reuniones del sector acordaron que no se podía construir una industria que estuviera sesgada a servicios y finanzas y a aplicaciones de gestión. “Si no se comenzaban a conocer los ejes de la producción nacional, no podía generarse una industria con una determinada dosis de soberanía. Eso nos llevó a trabajar en un Libro Blanco de la industria y a formular, en conjunto, las políticas de promoción del sector de tecnologías de la información”, relata Louzao, quien también preside la empresa G&L Group.

Entre lo público y lo privado

Actualmente, CESSI agrupa a unas 650 empresas de software y servicios informáticos. Sin embargo, todo el sector comprende 3900 empresas, entre las cuales un 80% son microempresas y PYMES.

Desde esta cámara, explican que desarrollan diversas acciones para propiciar el crecimiento y posicionamiento del sector, impactando transversalmente en las necesidades del país. “La pregunta que nos hacemos permanentemente es cómo interviene el sector en los grandes temas nacionales, especialmente en temas de energía, salud, gobierno o participación ciudadana. Necesitamos direccionar la política para que un grupo de empresas, que tienen un alto valor agregado, trabajen conjuntamente con nuestros centros de investigación en los temas urgentes del país”, detalla Louzao. Y agrega “para ello estamos promoviendo proyectos asociativos público-privados en las empresas y apuntando hacia los lineamientos de los planes estratégicos 2020, elaborados por los ministerios de Industria, y de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva”.

Por su parte, la Fundación Sadosky, institución público-privada relacionada con el sector, está acompañando ese proceso. La entidad favorece la articulación entre el sistema científico-tecnológico y la estructura productiva en todo lo referido a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). “Lograr que los grupos de investigación trabajen con las empresas para que estas puedan crear productos o dar servicios de mayor valor agregado, es una de nuestras metas y contribuye a que no basemos nuestra competitividad en bajos costos sino en ese valor agregado. Para alcanzar ese objetivo, realizamos diferentes acciones de acercamiento y colaboración entre empresarios e investigadores en materia de TIC”, sostiene Santiago Ceria, Director Ejecutivo de la Fundación Sadosky y profesor de Exactas-UBA. Y remarca que, de a poco, observan que el mensaje emitido desde la fundación se va haciendo eco en la comunidad. “Cada vez hay mayor conciencia sobre la importancia de que la investigación científica puede ser una gran creadora de riqueza”.

Más allá del momento por el que transita el sector de los servicios informáticos, una de las problemáticas que emerge en esta etapa reside en la formación y demanda de recursos humanos calificados.

Profesionales se buscan

Según reportes actuales del sector, la industria de software demanda 7000 nuevos profesionales cada año. Sin embargo, entre todas las carreras de grado y terciarias de universidades del país, públicas y privadas, egresan alrededor de 3500, es decir, exactamente la mitad de lo que el sector requiere.

“El sistema educativo se está esforzando por mejorar sus carreras y la retención de los estudiantes. Muchos otros actores, como la Fundación Sadosky, están promoviendo las vocaciones en este tipo de carreras, porque el país necesita más profesionales. Lamentablemente los números por ahora no acompañan, ya que la cantidad de alumnos que se anotan por año en estas carreras está estancada en 20.000 alumnos”, señala Ceria.

En este escenario desfavorable, desde el Estado Nacional se promueven distintas iniciativas que apuntan a acercar a los jóvenes de todo el país a las disciplinas vinculadas con la informática. Esa tarea se encara a través de capacitación formal (programa Empleartec), prácticas pre-profesionales en escuelas técnicas (proyecto GEMA), concursos en las escuelas secundarias (Dale Aceptar) y foros abiertos (Program.AR), entre otras actividades, con la premisa de concientizar a la comunidad sobre las posibilidades de la enseñanza y aprendizaje de la computación en las escuelas.

“Aunque la industria viene creciendo, en promedio, a dos dígitos por año, necesitamos trabajar fuertemente en la formación de recursos humanos, en toda la cadena de valor. Para ello es importante fomentar la programación desde la primaria como habilidad fundamental, concientizar en que el talento también está en los programadores y no solo en los ingenieros, acompañar estas ideas desde iniciativas inclusivas y federales. El sector de software necesita una formación sólida tanto desde las universidades como desde las escuelas técnicas de toda la Argentina”, argumenta Louzao.

Made in Argentina

Uno de los factores que llaman la atención cuando se piensa cómo creció la cantidad y calidad de las empresas de tecnologías de la información, resulta ser el emprendedorismo. Se trata de iniciativas que se generan dentro del mundo universitario como proyectos de negocios, o por parte de empleados de grandes empresas que encararon un cambio radical en su desarrollo profesional, animándose a soñar con un emprendimiento propio. En muchos casos comenzaron con una pequeña y mediana empresa y hoy son referentes nacionales en consultoría, cuentan con cientos de empleados trabajando tanto para el mercado local como externo y brindan servicios a clientes de primera línea.

Es el caso de Globant, una empresa argentina de desarrollo de productos innovadores de software para ser consumidos a gran escala, fundada en el año 2003 por cuatro amigos de la Universidad de La Plata. En solo tres años, esta firma comenzó a expandirse hacia centros de desarrollo en el interior del país para luego instalarse en la región. En la actualidad, cuenta con 25 centros de desarrollo en 16 ciudades de Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, México y Estados Unidos, 3300 empleados en total y clientes de empresas globales, fundamentalmente de Estados Unidos. Orienta sus servicios en estudios especializados de diversas áreas tales como aplicaciones para manejo de grandes volúmenes de información, videojuegos, aplicaciones móviles y computación en la nube, entre muchas otras.

Globant pasó de ser un pequeño emprendimiento local de cuatro amigos en 2003 a una empresa con 3300 empleados y sedes en 16 ciudades de América.

Globant pasó de ser un pequeño emprendimiento local de cuatro amigos en 2003 a una empresa con 3300 empleados y sedes en 16 ciudades de América.

“Hoy vemos a muchas empresas fundadas en la Argentina o multinacionales que vienen a instalarse en el país gracias a que encuentran profesionales altamente capacitados y preparados para el mundo global. Creo que la industria seguirá creciendo e incluso, como hacemos nosotros desde Globant, llevando oportunidades a ciudades del interior, para descentralizar oportunidades a lo largo de todo el país”, afirma Néstor Nocetti, vicepresidente Ejecutivo de Asuntos Corporativos y co-fundador de Globant.

Otro caso innovador de desarrollo local con expansión internacional es Baufest, empresa de servicios informáticos fundada en 1991, originalmente concentrada en aplicaciones a medida mediante tecnologías de programación orientada a objetos. Un caso de empresa que se fue expandiendo sin prisa pero sin pausa: en 1998 comenzó con sus primeras exportaciones de servicios, que se profundizaron en 2003 con la primera operación en el exterior, al inaugurar oficinas en España. Luego abrió sus oficinas en México y Estados Unidos. Actualmente cuenta con más de 350 empleados y brinda servicios a clientes de manufactura, consumo masivo, finanzas, telecomunicaciones, medios, laboratorios e Internet, generalmente a firmas internacionales.

“El software en Argentina es una industria sólida y atractiva, que ha crecido y madurado mucho en los últimos años. Sin embargo, con un tipo de cambio menos competitivo se hace más difícil para el tejido industrial nacional que la nueva generación de profesionales participe en proyectos interesantes generados desde el exterior. Allí es donde la coyuntura nos plantea un desafío: aprender en la práctica las técnicas y tecnologías del mañana. Claramente, el software es una industria y con la teoría sola no alcanza”, detalla Ángel Pérez Puletti, CEO y presidente de Baufest.

Encontrando algunos puntos de convergencia, ambas empresas han incrementado su facturación anual, en el último período fiscal. Baufest ha crecido un 33% promedio en los últimos diez años, mientras que ese mismo porcentaje ha sido la tasa de crecimiento de Globant en 2013, respecto al año anterior. Un detalle no menor: ambas invierten permanentemente en actividades de investigación y desarrollo, lo que propicia espacios de innovación para sus empleados.

“El mercado en el que estamos es muy cambiante y exigente. Las empresas grandes buscan socios de negocio de excelencia. Por lo que la forma de estar a la altura de ese desafío y reinventarse constantemente es invirtiendo en mejorar. Como ejemplo de ello, en el último año invertimos en Baufest más de 7000 horas internas de trabajo para llevar adelante actividades de mejora continua e innovación. Además, investigar es divertido”, recalca Pérez Puletti, quien también es egresado de Exactas-UBA.

“Contamos con un espacio llamado Globant Labs donde exploramos y trabajamos con las nuevas tecnologías y tendencias. Estamos convencidos de que debemos fomentar la innovación en toda la empresa, y no solo en un grupo cerrado. Por eso también organizamos sesiones de conocimiento colaborativo, concursos de desarrollo y demás actividades que permiten explorar las ideas de toda la organización”, precisa Nocetti.

No caben dudas de que la industria del software ha batido distintos récords, especialmente en cuanto al nivel de ventas, exportaciones y creación de empleo. No obstante, más allá de su crecimiento, las empresas del sector están hoy ante enormes desafíos: cubrir la demanda de profesionales altamente especializados con más y mejores recursos, servir a las necesidades del país conformando proyectos asociativos público-privados transversales a temas estratégicos y adaptarse a las distintas variables del contexto económico; esas son solo algunas de las principales apuestas de la industria para seguir siendo competitiva, y sobre todo, sustentable.