Al acecho del vino
Conocida en todo el mundo como la hormiga argentina, es considerada una de las cien peores especies invasoras por los daños que provoca en los cultivos. Este insecto acaba de escalar alto en el país y llegó a Salta. Investigaciones recientes advierten que está próxima a la zona productiva de vides de Cafayate, alertan acerca de sus peligros y aconsejan medidas preventivas.
Por su aspecto pasa desapercibida, pero es de temer en todo el planeta. Se la conoce como la hormiga argentina, aunque su nombre científico es Linepithema humile y forma parte de la lista de las cien especies invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Suele hallarse a ambos lados de los ríos Paraná y Uruguay, en la Mesopotamia, y más recientemente, la detectaron en Salta, cerca de los viñedos de Cafayate. Científicos de Exactas UBA dieron la voz de alerta.
“Es la primera vez que se la encuentra en un sitio con estas características de altura y de desierto”, advierte Carolina Paris, desde el Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (Exactas UBA). Ella y su equipo la observaron en San Pedro de Yacochuya, a seis kilómetros al noroeste de Cafayate. “Nos preocupa que llegue a esa zona de producción vitivinícola, que es la más importante en el valle. Es un peligro potencial. Pero, en general, y lo digo por experiencia, a estos peligros potenciales nadie les presta mucha atención hasta que ocurren o explotan. Lo malo de esto, es que una vez instalada esta hormiga, resulta casi imposible erradicarla”, remarca Paris, quien trabaja junto con Andrew Suarez, de la Universidad de Illinois, Estados Unidos; Francisco Sylvester y María Schulze-Sylvester, de la Universidad Nacional de Salta.
De apenas tres milímetros de largo, esta criatura puede ocasionar pérdidas millonarias. No es ella la que corta hojas en los viñedos, sino que tiene sus aliados, y juntos hacen estragos. “No come vid. El alimento principal de esta hormiga es la melaza, una solución azucarada que producen otros insectos. En este caso es la cochinilla de la vid, que consume la savia de la planta de la uva. Sus heces son muy dulces, y es lo que aprovecha la hormiga”, describe Paris.
Ambos animales establecen a simple vista un vínculo bastante cariñoso. “En todas las comunidades, estas hormigas encuentran algún insecto que produce melaza y se deja de alguna manera ordeñar, o sea, debe estar dispuesto a dejarse tocar, a que se le acerquen y lo rocen las antenas. Esto hace las veces de una especie de estímulo, que lleva a la cochinilla a tirar la gota, la cual comerá la hormiga”, detalla, y enseguida agrega: “Es una asociación muy buena”.
Por un lado, tiene socios y su aspecto parece totalmente amistoso. “Desde el punto de vista humano, estas hormigas no tienen ninguna característica que llame la atención. No tienen espinas, ninguna coloración llamativa. Es una especie con muchísimas reinas por hormiguero, por ende con una alta reproducción. Por eso, cuando llega la primavera, la población literalmente explota. No tienen aguijón, o sea, no producen alergia; ni tampoco mandíbulas poderosas, son más bien pequeñas. Parecen casi inocuas pero, respecto de las otras hormigas, son altamente agresivas. El hecho de ser tan abundantes ayuda a su agresividad y a su capacidad de someter y reducir a las otras hormigas”, compara.
Si bien la cochinilla encuentra en L. humile una aliada que la protege de predadores, para otros, es literalmente una temible asesina. En realidad, actúa en grupo y son tantas que sus presas se ven fácilmente rodeadas y con poco margen de acción. Una víctima habitual de sus ataques es la hormiga cortadora (Acromyrmex striatus). “La muerde todo el tiempo, le tira de las patas, de las antenas. Entre varias hormigas argentinas sacan a la cortadora de la línea de transporte y uno observa como la van desmembrando. Es bastante épica la escena”, sostiene París del Grupo de Investigación en Ecología de Comunidades de Desierto (ECODES).
Dominante, ella es una vagabunda que se adapta pronto a su suerte. “Si hay un envase de gaseosa en la hojarasca, se acomodará allí adentro. Si patean la lata, se instalará al costado -detalla-. No invierte demasiada energía en tener un nido. Además, cada año se muda a otro hormiguero”.
¿Salta a Cafayate?
Este temible insecto prefiere los lugares con agua. Hoy, en San Pedro de Yacochuya, las hormigas argentinas están separadas de Cafayate por unos kilómetros de monte virgen. “Nuestros resultados revelaron que la especie hasta ahora ha permanecido confinada a una pequeña área relativamente aislada, debido a una barrera efectiva de matorrales secos que rodean los viñedos infestados. Sin embargo, la reciente expansión de la superficie de viñedo en esta región pronto conectará esta área encapsulada con el resto del valle. Cuando esto suceda, los ecosistemas vulnerables y la industria local principal se verán amenazados”, señalan María Schulze-Sylvester, José Corronca y Paris en la publicación científica Insects. El mayor temor es que tome al sistema de riego como vía de ingreso a la zona vitivinícola. “Le van a proporcionar a la hormiga un corredor hacia la zona productiva, y si llega a entrar a Cafayate, será un problema”.
¿Qué hacer, entonces, para evitar su avance? “Aconsejamos –precisa París- mantener intacta la zona de monte existente. Dentro de lo posible, cuando se instalan sistemas de riego, que sea por goteo que es más eficiente de cara al uso racional del agua. Sabemos que las acequias visualmente son atractivas pero uno ve la vegetación en sus bordes y son autopistas para esta hormiga. Otra recomendación es que no se lleven leña del lugar ni transporten plantas”, para evitar que este insecto vaya como pasajero no deseado y logre diseminarse. Así, como polizón, esta hormiga invadió parte del mundo, y se convirtió en sinónimo de una especie de temer.