Verdades y mentiras
El 2 de julio de 2014 la revista Nature retractó dos trabajos científicos sobre células madre, que habían sido publicados en enero. Durante los cinco meses posteriores a la publicación, numerosos intentos de replicar los resultados fracasaron. La primera autora del trabajo fue condenada por mala conducta y el centro científico donde se llevó a cabo la investigación fue amenazado de desmantelamiento. A medida que aumentan los trabajos científicos, también se incrementan los casos de fraude. Cada vez más artículos son retractados.
La generación de células madre a partir de cualquier tejido especializado es estudiada por miles de laboratorios en todo el mundo. En el 2006, el grupo de investigación liderado por el profesor de la Universidad de Kyoto, Shinya Yamanaka, demostró la posibilidad de reprogramar células de un individuo mediante la expresión de factores específicos. Desde el descubrimiento que le valió a Yamanaka el Premio Nobel de Medicina hasta la actualidad, los esfuerzos de miles de investigaciones científicas se basaron en el estudio de métodos más sencillos para “desdiferenciar” células de un organismo adulto.
En enero de 2014, el problema parecía resuelto. Haruko Obokata, líder del Laboratorio de Reprogramación Celular del Instituto RIKEN en Japón, fue la primera autora de dos trabajos publicados en la revista Nature, donde demostraba la conversión de células de ratón a un estadio similar al embrionario simplemente aplicando un estrés. Tanto la presión física como la exposición a altas concentraciones de ácido eran suficientes para revertir la diferenciación y generar células madre. El nuevo método tuvo rápidamente gran repercusión mediática, pero la comunidad científica no tardó mucho tiempo en descubrir las fallas del trabajo. Las acusaciones incluían manipulación de imágenes, duplicaciones y plagio. Diferentes investigadores comenzaron a reportar la no reproducibilidad del sencillo experimento. En febrero del mismo año, el escándalo comenzaba.
En abril, la comisión de RIKEN que llevó a cabo la investigación acerca de las retractaciones llegó a la conclusión de que Obokata había cometido mala conducta científica. Los demás autores fueron uno por uno retirando su apoyo a las conclusiones y, en junio, Obokata aceptó retractarse de ambas publicaciones. Sin embargo, el doctor Charles Vacanti, co-autor de los trabajos, afirmó que, aunque estaba de acuerdo con las retractaciones debido a errores en los manuscritos, confiaba en que el concepto de inducción de pluripotencia celular mediante estrés fuera verificado por la comunidad de científicos. Las repercusiones pasaron a otro plano cuando el 5 de agosto de 2014 Yoshiki Sasai, co-autor de los artículos retractados, se quitó la vida. El reconocido investigador, pionero en el estudio de células madre, fue encontrado sin vida en su laboratorio del centro RIKEN. La comisión de investigación no lo había declarado culpable de mala conducta, pero sí gravemente responsable por la incorrecta verificación de los datos. En la nota de suicidio que dirigió a Obokata, Sassai le pedía que demostrara la existencia de células que podían ser fácilmente transformadas a células madre.
Esta no es la primera vez que un trabajo científico publicado con referato es posteriormente retractado. Un estudio llevado a cabo por el Comité Ético de Publicaciones tomando en cuenta los datos de Medline –la base de datos de bibliografía médica producida por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos–, concluyó que el 40% de los artículos retractados se atribuía a un error honesto o hallazgos no replicables, el 28% a la mala conducta, el 17% a publicaciones redundantes, y el 15% a otras causas.
Las razones para retractar un artículo no son un detalle menor. Mientras que la mala conducta científica es un delito, los errores son humanos e imposibles de evitar. El reconocido investigador argentino y editor de la revista Science, Alberto Kornblihtt, dice al respecto que no se debe confundir un fraude científico con una retractación debida a un error experimental. Y aclara que las retractaciones causadas por equivocaciones honestas son una herramienta esencial para la corrección de la literatura y el mantenimiento de la confianza en el proceso científico.
Un estudio de los doctores Ferric Fand, Arturo Casadevall y Richard Morrison, publicado en la revista “Infection and Inmunity” en el 2012, muestra que la retractación de manuscritos ocurre cada vez con mayor frecuencia, aunque no se puede determinar si es un resultado del incremento de la mala conducta o el simple aumento de la producción científica y de la detección debido al mayor control. Al aumentar la producción científica, se incrementan los trabajos publicados y es esperable que aparezcan más casos fraudulentos.
Las preocupaciones aparecen a raíz de los últimos casos de fraude científico. Kornblihtt, desde su laboratorio en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, explica: “Cualquier científico profesional sabría cómo generar fácilmente una publicación fraudulenta en las mejores revistas de su especialidad. Bastaría con inventar cifras cuyas mediciones nunca fueron hechas, trucar fotografías en la computadora, o simplemente usar fotos reales y ponerles un epígrafe incorrecto. Trazar curvas uniendo puntos que no existen o describir experimentos que nunca fueron realizados”.
Asimismo, Kornblihtt cuenta que los referís y editores de las revistas científicas toman por ciertos los resultados presentados por los autores. No existe un punto de control que chequee la veracidad de los resultados ni tampoco su reproducibilidad. Lo que los referís tienen en cuenta a la hora de aceptar o rechazar un trabajo es si los resultados sustentan las conclusiones. Para los referatos es clave que “las conclusiones sean novedosas y el trabajo represente un avance conceptual o un incremento cuantitativo en el conocimiento”, asegura Kornblihtt, quien también es investigador superior del CONICET y profesor titular plenario del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de Exactas-UBA.
Sin embargo, la mentira tiene patas cortas y, a diferencia de otros campos, la ciencia tiene sus mecanismos de autocontrol. Tarde o temprano la verdad surge. “Uno de los pilares de la ciencia –dice Kornblihtt– es su reproducibilidad. Si algo es cierto, debe poder ser reproducido por otros experimentadores. Cuando esto no ocurre, se abre la puerta, primero a la sospecha y luego al escándalo”. Los errores de buena fe son inevitables, los científicos también son humanos y pueden cometer equivocaciones.
Pero el fraude no es un error. “Los científicos tenemos una responsabilidad social muy grande y no podemos hacernos los distraídos. La sociedad deposita en nosotros confianza y provee fondos para nuestro trabajo. El éxito personal sólo es compatible con la honestidad intelectual. Cualquier otra cosa es traición a la sociedad”, concluye Kornblihtt.