Con patente de Exactas
Fabián Biali es químico de Exactas UBA. Cuando tenía todo dado para seguir una carrera académica decidió que lo suyo era la industria. Trabajó primero en laboratorios para finalizar especializándose en patentes, rubro en el cual fundó su propia empresa. Durante la charla, destaca el crecimiento de la inserción de los científicos en el ámbito productivo y le recomienda a los estudiantes que se inserten lo más tempranamente posible en el mercado laboral.
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– ¿Cuándo empezaste tu carrera?
– Entré a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en el 85 u 86 y terminé en el 95. En el año 89 empecé a trabajar en investigación, con una beca, en la Facultad de Medicina. Entonces, si bien yo cursé la carrera de Química, hice todo un camino de investigación básica en la Facultad de Medicina.
– Mientras estudiabas tu licenciatura, ¿tu futuro imaginado era la carrera de investigador?
– Sí, investigación básica. Estaba rodeado de personas que eran muy buenas en lo que hacían y, de hecho, hoy son científicos reconocidos. Tenía amigos y conocidos trabajando en Estados Unidos. Había una posibilidad concreta de ir al exterior. Pero en un momento yo hice un click y dije: no quiero hacer esto. Sentí la necesidad de hacer algo diferente. Quería trabajar en la industria.
– ¿Qué pasos fuiste dando para conseguir el trabajo que buscabas?
– Empecé a mandar cartas a muchas empresas. Muy pocos me contestaron y los que lo hicieron me dijeron que estaba sobrecalificado para los puestos disponibles. Fin de la historia. Entonces, un conocido mío de Exactas me contactó con una persona que había hecho investigación básica y que, en ese momento, estaba haciendo investigación aplicada en una empresa farmacéutica. Por suerte me llevó a trabajar con él. La verdad es que conseguí el empleo gracias a referencias, si no, no habría podido.
– ¿Cómo te fuiste acercando al tema patentes?
– Yo ingresé, en 1995, al área de investigación y desarrollo de Laboratorios Beta. Un tiempo después, el área fue vendida a una farmacéutica multinacional de origen inglés. Para esa compañía el tema patentes era algo fundamental. Ahí me pareció encontrar un nicho en el que podía ofrecer algo distinto. Yo podía englobar al mismo tiempo el conocimiento sobre patentes y la comprensión del trabajo técnico involucrado en el desarrollo del producto. Entonces, en el año 98, me incorporé a un estudio jurídico donde trabajé dos años como técnico en patentes y luego me independicé, para, finalmente, crear mi propio estudio. A partir de ahí, asesoré a distintas farmacéuticas, a CILFA (Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos), y luego al CONICET, a Incubacen, a la UNQui (Universidad Nacional de Quilmes).
– Cuando vos estudiabas, ¿se hablaba en la Facultad de la posibilidad de trabajar – en ámbitos fuera de lo académico?
Exactas te preparaba con un conocimiento general que después te permitía desarrollarte en una variada gama de temas. Pero no te preparaba para insertarte en la industria, ni te facilitaba esa inserción, ni te daba herramientas para crear tu propia empresa. Hoy por hoy, es un tema que está mucho más en el tapete.
– En la actualidad, ¿ves espacio en el mercado para que chicos con formación científica se puedan insertar en el ámbito de la producción?
– Hay un avance muy grande respecto de lo que sucedía veinte años atrás. Eso es cierto. Y hay una necesidad de recambio en las empresas en lo que hace al tema técnico, es decir, recursos humanos para trabajar en mesada. Hay una demanda. Y la gente de Exactas sigue estando bien formada para eso. La realidad es que hay algunas áreas en las que otras facultades están ganando la carrera. En el área de biotecnología, la Universidad de Quilmes se insertó muy rápido porque sus estudiantes están muy bien preparados y están más dirigidos hacia el trabajo en laboratorios de empresas biotecnológicas. Pero hay muchas más posibilidades que antes. Y también esta la alternativa, a partir de herramientas que dispone el Estado, de lanzarse al emprendedorismo. Eso antes no existía.
– ¿Creés que la presencia de Incubacen ( incubadora de empresas de base tecnológica de Exactas UBA) es útil en este sentido?
– Indudablemente. Incubacen colabora, todas las incubadoras colaboran, Vinculación Tecnológica del CONICET ha crecido enormemente, el apoyo que da el Ministerio de Ciencia es muy útil. Porque cuando hablamos de emprendimientos de base tecnológico, hoy por hoy, el Estado es la única posibilidad de financiamiento. No existe en el país la posibilidad de ingresar a la Bolsa para conseguir recursos para un proyecto que va a tardar seis años en poner un producto en el mercado. Los fondos son públicos. Eso está y hay que saber aprovecharlo. Aunque se trata de un camino que no es para cualquiera.
– Tradicionalmente, el estudiante que quería pasar a la industria, no era bien considerado ni por sus compañeros, ni por muchos docentes. ¿Creés que eso cambió?
– Eso era claramente lo que pasaba antes. Ir a la industria era visto como una traición. También era visto así el investigador que quería patentar alguno de sus desarrollos. Ahora esa visión cambió. Lo que no hay que hacer es pasarse al otro extremo. No es que la investigación básica no sirve y todo tiene que ser investigación aplicada. No es que el paper no existe y todo pasa por las patentes. Todo depende de lo que uno quiera hacer.
– ¿Qué le dirías a un chico que hoy está cursando sus últimos años en alguna de las carreras de la Facultad y siente que no quiere seguir el camino tradicional?
– A mí me parece que los estudiantes de Exactas entran tarde al mercado en relación con lo que ocurre en otras facultades. Es decir, una persona que estudia Marketing entra a los 21 y un chico que egresa de Biología o Química entra recién a los 25 ó 26 años. Mi consejo sería: traten de trabajar lo antes posible. No importa de qué. Si consiguen algo relacionado con lo suyo, mejor. Pero si no, también sirve. Si uno quiere trabajar en la industria y va a esperar a doctorarse para postularse me parece que es un error. Porque cuanto antes esté trabajando en la vida real, antes va a tener más y mejores ideas y oportunidades laborales. Y eso los va a favorecer en sus carreras. Aunque después decidan volver a la investigación básica. El consejo es que la persona que está estudiando se ponga a trabajar, de lo que sea, pero a trabajar.