Campamento de experimentos
Nueva edición de “Expedición Ciencia”

Un campamento de puro experimento

Todos los años, unos 45 chicos de entre 14 y 17 años exploran lugares paradisíacos de la Argentina, descubren los misterios de la naturaleza, se animan a experimentar, hacer amigos, usar la imaginación y el pensamiento lógico. “Expedición Ciencia” está a cargo de un equipo de científicos y educadores inquietos que ya están preparando el próximo viaje.

15 Jul 2013 POR
Campamento de experimentos

Campamento de experimentos. Foto: gentileza Gabriel Gellon.

Entrevista a Gabriel Gellon

Descargar archivo MP3 de Gabriel Gellon

Más de 400 chicos de todo el país y de distintos lugares del mundo ya formaron parte de Expedición Ciencia, que cada año parte a un lugar paradisíaco de la Argentina por una semana con consignas precisas cargadas en la mochila: reír, pensar, hacer amigos, cuestionar, debatir, jugar, experimentar y crecer sin querer queriendo. Ahora, como hace diez años, se prepara para una nueva salida en febrero de 2014, a un punto cercano a San Martín de los Andes, camino a Chile, en Neuquén.

“Me cambió la vida”; “fue un antes y un después al campamento”; son algunos de los testimonios habituales de los expedicionarios que aceptaron el desafío de explorar los misterios de la ciencia y la naturaleza, de quienes se animaron a medir el diámetro de la Tierra con un piolín y un palo, y descubrieron un mundo fascinante al alcance de sus manos.

“Concebimos a la ciencia como una apasionante exploración: una manera de hacer preguntas y buscar respuestas usando la imaginación y el pensamiento lógico. Creemos en la educación como aventura: una forma de crecer, desafiarse y construir junto a otros”, proponen los hacedores de esta asociación civil sin fines de lucro formada por científicos, educadores y estudiantes apasionados por la ciencia, la educación y la vida al aire libre.

«La idea surgió en 2002 cuando la Fundación Antorchas buscaba hacer algo, durante el verano, para los chicos de altas capacidades en relación con la ciencia y pensé en utilizar laboratorios que estuvieran ociosos durante esa época”, rememora Gabriel Gellon, uno de los fundadores, junto con Diego Golombek, Melina Furman y Alberto Maier, de la ONG Expedición Ciencia.

La iniciativa fue tomando forma. ¿Y si en lugar de hacerlo en laboratorios se hace al aire libre? ¿Y si se abre a todos los chicos y no sólo a los de altas capacidades? “La idea era hacer algo que los modificara. Pensamos que lo más importante era trabajar sobre el pensamiento científico, no sobre la información enciclopédica”, agrega Gellon, quien se define –además de genetista y doctor en Biología de la Universidad de Yale– como contador de historias de la ciencia, coleccionista de escarabajos, beatlesmaníaco, panquecólogo.

La invitación a esta aventura está abierta a todos los chicos de 14 a 17 años, y en los últimos diez años se sumaron interesados desde distintos lugares de la Argentina y del mundo. “Vienen de todas las provincias y de otros países. Vinieron de Colombia, Perú, Uruguay, Alemania, Italia, Panamá. Ahora se anotó un chico de Tegucigalpa, Honduras”, enumera Gellon.

Un día distinto a todos

¿Cómo es un día de campamento? “Muy intenso”, describe y pasa a detallar una jornada llamada “de rotación” donde se divide en tres al contingente de 45 personas, que habitualmente conforman los campamentos. A uno de los grupos se le propone retroceder en el tiempo y plantearse un problema determinado. “¿Cómo lo resolverías? ¿Qué experimentos harías? Y los hacemos”, relata. En tanto, “otros chicos juegan a que son miembros de una cámara legislativa y deben hacer una ley donde la evidencia empírica es importante y tiene consecuencias éticas. Y otros hacen experimentos de laboratorio”, precisa.

Gabriel Gellon Foto: Juan Pablo Vittori

Gabriel Gellon Foto: Juan Pablo Vittori

Se haga lo que sea haga, la consigna es siempre la misma, compartir un buen momento. “Algunas cosas son lúdicas, otras lo parecen porque por lo general son irreverentes, desacartonadas”, indica, y enseguida añade: “El humor es muy central a nuestra propuesta. Si no vamos a reírnos, si no vamos a mofarnos, si la ciencia no es tomada como una cosa cuestionadora de lo ya constituido, no lo hacemos”.

El día del campamento sigue y de un largo debate pueden pasar a un juego, luego el almuerzo, que a veces son hamburguesas en un prado porque “tenemos que medir el mediodía solar astronómico con la mayor precisión posible”, dice.

Caminatas, mate, charlas, debates variados sobre películas o la existencia de Dios, o largas conversaciones sobre qué les gustaría estudiar o hacer en el futuro. A la noche, luego de la cena, “hay una asamblea donde se ponen cartas en un buzón y se leen cosas muy divertidas. Hacemos un racconto del día. Resolvemos conflictos si los hay y se hace un proceso de evaluación, superimportante en la ciencia y fuera de la ciencia. ¿Qué te significó lo que pasó hoy? Nosotros quisimos hacer esto, ¿a vos que te pasó? ¿Estuvimos cerca o lejos de lo que pensábamos? Y por ahí, luego tenemos una hora para ver el movimiento de las estrellas. No paramos nunca”, asegura.

También hay noches de estrellas distintas. “Una noche es show de talentos donde el que quiere toca flauta, violín, o lo que les guste”, destaca. Los “expedicionarios” construyen muchas veces lazos tan intensos que prolongan sus relaciones más allá de la actividad e, incluso, organizan campamentos por sí solos u otras actividades compartidas.

Ser parte de la expedición es el desafío, porque la meta no está en la llegada sino en el camino. “Casi todo el mundo en algún momento se enamoró, entonces sabe bien qué es enamorarse y lo intenso que es. Hay otra experiencia que es de la altura, la significancia y la intensidad del amor romántico pero que no es el amor romántico, es la pertenencia a un grupo que comparte un sueño”, compara Gellon para expresar el sentimiento tan profundo que puede generar esta aventura.

Quienes deseen anotarse, tienen tiempo hasta el 30 de agosto. Detalles en http://www.expedicionciencia.org.ar/