Claudia Simionato y Diego Moreira. Foto: CePro-EXACTAS
Colaboración internacional

Estudian los sedimentos finos del Río de la Plata

Una iniciativa conjunta de organismos de Francia, Uruguay y Argentina ha permitido, desde 2008, recolectar una gran cantidad de datos que permitirán desarrollar herramientas de gestión y controlar la contaminación en la región. Terminado el proyecto, los investigadores esperan mantener los equipos en operación.

20 Abr 2011 POR
Claudia Simionato y Diego Moreira. Foto: CePro-EXACTAS

Claudia Simionato y Diego Moreira. Foto: CePro-EXACTAS

Alrededor de 80 millones de toneladas de arenas, limos y arcillas son arrastrados anualmente por los ríos Paraná y Uruguay, y conforman los sedimentos de uno de los estuarios más grandes del mundo. Si bien tienen gran importancia desde el punto de vista ambiental, sólo comenzaron a estudiarse en forma reciente. Desde 2008, un proyecto en colaboración entre el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (IFREMER) y organismos de la Argentina y el Uruguay, ha permitido recolectar una gran cantidad de datos que permitirán, entre otras cosas, desarrollar herramientas de gestión para optimizar la actividad pesquera y el dragado del río con el menor costo ambiental posible, y controlar la contaminación en la región.

“El objetivo fue estudiar cómo se comportan los sedimentos finos, combinando observaciones directas y satelitales con modelos numéricos computacionales. El material más pesado (las arenas) decanta rápidamente, pero los sedimentos finos son transportados a lo largo del estuario”, explica la doctora Claudia Simionato, responsable del Grupo de Investigaciones Oceanográficas del Río de la Plata y su Frente Marítimo, y vicedirectora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), del Conicet y UBA, y una de las directoras científicas del proyecto.

La importancia de los sedimentos finos reside en que son vehículo de transporte de contaminantes, en particular, metales pesados, que se adhieren a ellos y son llevados a la zona marítima, a lo que se conoce como región de máxima turbidez, que coincide con la unión de las aguas oceánicas y las continentales. Allí, al aumentar la salinidad del agua, los sedimentos se depositan por un proceso físico-químico denominado floculación: las partículas se unen entre sí formando flóculos, o agrupamientos mayores, que decantan con más facilidad.

“En esa zona, las mareas y las olas vuelven a suspender los sedimentos que ya se habían depositado, y de este modo los contaminantes pueden ingresar a las cadenas alimentarias de los peces. Esta es, además, una región de desove y cría de varias especies de importancia comercial, como la corvina rubia, que es el mayor recurso de exportación pesquera de Uruguay”, detalla Simionato.

Los sedimentos en suspensión, por un lado, protegen de los predadores los huevos y las larvas de los peces. Pero, por otro, condicionan el crecimiento del fitoplancton, que es la base de la fuente de alimentación de los cardúmenes. Según análisis de imágenes satelitales, los investigadores confirmaron que, a mayor presencia de sedimentos, que interfieren con la disponibilidad de luz, es menor la cantidad de clorofila. La concentración de este pigmento que permite estimar la cantidad de fitoplancton. “La posibilidad de predecir la cantidad de sedimentos en suspensión puede contribuir a desarrollar modelos de protección pesquera de estas zonas críticas”, destaca la investigadora.

Asimismo, los investigadores observaron que la concentración máxima de sedimentos suspendidos se ubica en la ribera sur del Río de la Plata, en la costa argentina, lo que se vincula con una mayor descarga de sedimentos del río Paraná con respecto al Uruguay. Además, la cantidad es mayor en invierno, “lo que aparentemente tiene que ver con un aumento de la intensidad del viento y de las olas, que remueven los barros del fondo”, explica. También comprobaron que la presencia de partículas suspendidas se reduce aguas afuera de la Barra del Indio, a la altura de la Bahía de Sanborombón.

Simionato destaca la importancia de desarrollar modelos numéricos operativos, “que son una herramienta fundamental, por ejemplo, en el caso de que se produjera el derrame de una sustancia contaminante, porque así se podría predecir con buen grado de certeza el recorrido”. Asimismo, en las operaciones de dragado de los canales de acceso a los puertos, este conocimiento puede servir para ubicar los sedimentos muy contaminados en lugares donde se muevan menos. La investigadora advierte: “Muchas veces, se colocan en zonas donde luego las olas o las corrientes los vuelven a poner en disponibilidad, y son absorbidos por los peces que luego ingerimos”.

Instrumental valioso

El proyecto, financiado por un acuerdo entre el Fondo Francés para el Medioambiente Global (FFEM) y la Agencia Francesa para el Desarrollo con el Consorcio Comisión Técnica Mixta del Frente Marítimo-Comisión Administradora del Río de la Plata, con el aporte de más de un millón de euros, permitió la instalación de dos estaciones fijas de monitoreo: una, cerca de Punta Indio y la otra, a la altura de la ciudad de La Plata, con instrumental para medir la temperatura, turbidez y presión del agua, así como para obtener datos de las mareas y las olas.

“La joya del proyecto es una boya oceanográfica que está ubicada en la zona de máxima turbidez”, destaca Simionato. Cuenta con una estación meteorológica, y mide también la temperatura, la salinidad, el contenido de oxígeno y clorofila-a y la turbidez del agua. Con un sensor especial obtiene datos de la velocidad y dirección de las corrientes marinas a distintas profundidades.

La instalación de los equipos fue lo más costoso. El problema es mantenerlos en operación ahora que está finalizando el proyecto. Por ello los investigadores participantes están buscando financiación para que los instrumentos puedan seguir operando, lo cual no es muy oneroso, así como para continuar la cooperación en materia de investigación que se generó durante el proyecto.

“Teniendo la boya instalada, con los equipos funcionando, y gente formada, sería una lástima que los equipos queden arrumbados en algún depósito o se pierdan en el mar por descuido”, subraya Simionato.