Contaminación

Estudian presencia de metales en Canal de Beagle

Si bien se encuentra entre las áreas marinas costeras de menor polución en el mundo, sorprendió la presencia de cadmio, en una investigación conjunta de científicos de la Universidad La Sapienza de Roma y de la Universidad de Buenos Aires.

6 Abr 2011 POR

Con la brújula puesta en hallar el mar más limpio de metales en el planeta, científicos de Italia y la Argentina apuntaron al fin del mundo: estudiaron el Canal de Beagle a lo largo de 170 kilómetros de costa. Contra lo que suponían descubrieron que había más contaminación de la esperada en el caso del cadmio. Si bien está muy lejos de alcanzar niveles alarmantes y aún pertenece a la clasificación de los mares de baja polución,  llamó la atención la presencia de este metal altamente tóxico que industrialmente se emplea en baterías, en pigmentos, en estabilizadores de plástico, entre otros usos.

“Se quería determinar si las aguas costeras del Canal de Beagle podían ser identificadas como sitios control, es decir las más limpias o menos contaminadas de la Tierra. Pero no resultó tan así. Si bien, sus niveles de polución son muy bajos, resultan similares a otras zonas del planeta”, relata la doctora Mabel Tudino, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA), acerca del trabajo de varios años realizado junto con investigadores de la Universidad La Sapienza de Roma, y de otros centros de Italia. Entre los numerosos resultados obtenidos, “tuvimos una sorpresa al hallar niveles relativamente altos pero no alarmantes de cadmio en moluscos del lugar. Aún no sabemos a qué asociarlo pero estamos trabajando para descubrir las posibles fuentes”, aclara.

Seis metales pesados: cadmio, cobre, zinc, plomo, cromo y níquel acapararon las miradas de este estudio que tomó muestras de agua, así como de moluscos que se utilizaron como biomonitores ya que sirven para evaluar el nivel de contaminación a través de la acumulación que registran sus órganos. Buzos especialmente contratados junto con científicos se sumergieron en el gélido canal austral en 2005 para extraer el material de análisis y repitieron la operatoria en 2007, en los mismos siete lugares elegidos estratégicamente a lo largo de 170 kilómetros de costa.

Uno de los sitios seleccionados fue el puerto de Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, porque suponían que por su actividad naviera estaría más contaminado que otros lugares como la bahía de Lapataia en relación con los seis metales analizados. Sin embargo, los resultados volvieron a sorprenderlos porque no coincidieron con lo esperado en cuanto al nivel de cadmio. “Suponemos que en el puerto hay algún contaminante que se arroja al agua y provoca que el cadmio no se encuentre biodisponible para el molusco. El cadmio ingresa o no al cuerpo según la forma química en que se encuentre. Probablemente, hay algún componente que coexiste con el metal en el agua,  lo retiene  fuertemente e impide que sea absorbido por el organismo. Quizás -sugiere- es otro contaminante aún peor”.

Moluscos comestibles

El diminuto bivalvo Mytilus chilensis suele ser buscado comercialmente por su sabor a la hora de comer, pero aquí  se lo seleccionó como medidor de polución. Estos moluscos que habitan los siete lugares estudiados, debían ser de la misma edad, tamaño, entre otras similitudes, con el fin de permitir la comparación. “El biólogo Marcelo Conti, director del proyecto, junto con dos estudiantes viajó de Italia a Tierra del Fuego para reconocer las especies. En la Argentina efectuamos el estudio analítico que llevó años dado su complejidad”, precisa Tudino, desde el Laboratorio Análisis de Trazas en el Departamento de Química Inorgánica, Analítica y Química Física de FCEN-UBA.

Si bien se hallaron diferencias en las muestras de moluscos tomadas en los siete lugares de Tierra del Fuego, en ningún caso alcanzó niveles de contaminación preocupante. “En cuanto al consumo de estos moluscos por parte de los seres humanos, los metales tóxicos no representan un riesgo para la salud según la FDA (Food and Drug Administration, Agencia de Alimentos y Medicamentos  de Estados Unidos)”, indica el estudio realizado por Conti, Tudino junto con Jorge Stripeikis y Maria Grazia Finoia. “Con respecto  a la ingesta de estos mejillones no hay problemas en ninguno de los sitios estudiados. Se pueden comer con tranquilidad, asumiendo que se consumen porciones razonables”, concluye Tudino.

 

Servicio de análisis

“A este laboratorio nos envían para su estudio y, sólo a modo de ejemplo, las muestras de agua que se utilizan en diálisis en distintos centros de la Argentina”, puntualiza Mabel Tudino, directora del Servicio a Terceros del Laboratorio de Análisis de Trazas,  que determina vestigios elementales en distintos tipos de muestras e investiga métodos para su mejor detección. Al 3º piso del Pabellón 2 de la Ciudad Universitaria, -en el Instituto de Química de Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) de Conicet y UBA-, pueden llegar todo tipo de muestras en las que se requiera determinar microcomponentes inorgánicos con la máxima calidad alcanzable en precisión y exactitud. Para consultas: trazas@qi.fcen.uba.ar