El SAC-D mira a Exactas
De los quince grupos de científicos argentinos que tomarán información de los instrumentos del satélite, puesto en órbita el viernes pasado, tres se encuentran vinculados con la Facultad. Uno de ellos, encabezado por Paola Salio, realizará estudios climáticos. Otro, a cargo de Alberto Piola, utilizará las mediciones de la salinidad de los océanos. El tercero, dirigido por Haydée Karszenbaum plantea el monitoreo de inundaciones y sequías en la cuenca del Plata.
Cuando el viernes pasado el satélite argentino SAC-D entró en órbita, la alegría fue tanto para sus “creadores” de la CONAE como para muchos de los investigadores de todo el mundo que podrán utilizar los datos que arroje. De ese universo de científicos que tomarán información de los instrumentos del satélite, 15 son grupos de investigación argentinos financiados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. La selección de los mismos estuvo a cargo del MINCyT, la CONAE y la NASA a partir de un llamado a la comunidad científica para que presenten sus propuestas vinculadas a los objetivos de los ocho instrumentos de la misión “SAC-D Aquarius”, con eje en los océanos, el clima y el medioambiente.
Entre los seleccionados argentinos, hay tres vinculados con Exactas. Paola Salio, del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera UBA-CONICET, trabajará con uno de los sensores nacionales que llevará la misión y que medirá el campo de microondas terrestre. Nuestro suelo emite radiación que se encuentra en el espectro de las microondas, y que son captadas por uno de los instrumentos satelitales. “Si hay una nube entre el origen de la radiación y el satélite, la variable que se recibe en el sensor se verá reducida de acuerdo a la composición de la nube”, indica Salio. “En función de esa variación es posible estimar la cantidad de hielo que hay en la nube”, explica la meteoróloga de Exactas. Las nubes con mucha carga de hielo en su espesor indican que se pueden generar tormentas fuertes, fenómenos severos con posible caída de granizo. “Vamos a trabajar con el campo de microondas en la detección de este tipo de tormentas, calculando la cantidad de hielo existente en las nubes a través de un algoritmo, y como también existe otro sensor que trabaja en el espectro visible, vamos a poder identificar las zonas más intensas de las tormentas”.
Si bien los primeros cálculos que obtenga Salio verán la luz dentro de cerca de un año, por el momento el estudio es climático y no una herramienta de pronóstico. “En 2014 se lanzará otro satélite que, junto con el SAC-D y otros que están en órbita, hará posible el pronóstico”, agrega la investigadora.
Otro de los seleccionados, Alberto Piola, es investigador del CONICET en el Servicio de Hidrografía Naval y profesor en Exactas. “Esto es revolucionario para el estudio de los océanos. Hay una nueva ciencia que está por aparecer gracias a esta tecnología”, se entusiasma el investigador anticipando las mediciones que podrán hacerse a través de los instrumentos del dispositivo Aquarius. “Nosotros vamos a usar las mediciones de salinidad superficial de los océanos, para eso el satélite tiene un radiómetro del cual no había antecedentes. Nos va a dar una distribución de salinidad superficial. Cada 10 días va a haber una imagen completa de todo el globo”, indica Piola.
Conocer la salinidad de la superficie de los océanos puede ayudar a los científicos a identificar alteraciones en el ciclo del agua. Se trata del proceso que hace circular el agua dulce del océano a la atmósfera y a la tierra y de vuelta al océano a través de las precipitaciones, la evaporación, el derretimiento del hielo y el cauce de los ríos. Y su alteración se vincula con el cambio climático. Al respecto, Piola explica que “los cambios de salinidad son la manifestación más precisa de las alteraciones en el ciclo hidrológico. Ya estamos empezando a percibirlos en altas latitudes del hemisferio sur pero ahora veremos si esto se extiende a todo el globo o dónde es más acentuado”.
Hasta el momento, la salinidad superficial se medía con un barco, tomando muestras in situ y analizándolas en laboratorio. A partir de esa metodología, cubrir el planeta era impensable. El equipo de Piola, que está trabajando junto a la Universidad Nacional del Sur y la de Oregon, en los Estados Unidas, estima que en poco más de un año contará con información del estado del ciclo del agua para dar a difusión.
Por su parte, la Física Haydée Karszenbaum, del grupo de Teledetección cuantitativa del Instituto de Astronomía y Física del Espacio UBA CONICET, plantea el monitoreo de inundaciones y sequías en la cuenca del Plata. “Pero no vamos sólo a monitorear -explica Karszenbaum-. Una gran parte del esfuerzo está puesto en el desarrollo de algoritmos”. De hecho, hay una becaria destinada enteramente a la parte “dura” de la intervención sobre los datos que arroje el satélite. La investigadora agrega que “existen algoritmos de base para cualquier sistema satelital, pero la idea es que se revisen y se generen otros más personalizados. Nuestra idea es mejorar el algoritmo relativo a la humedad del suelo y que determina el monitoreo de inundaciones y sequías. Monitoreando diariamente la condición hídrica del suelo a escala de la cuenca es posible prever inundaciones ante posibles lluvias, por ejemplo”. Karszenbaum cuenta que su equipo se viene preparando desde hace varios meses para la llegada de los primeros datos. “Hay que anticiparse, tanto en los conocimientos como en la predisposición para aprovechar lo mejor posible esta experiencia”, resalta con satisfacción.