Un mundo sin covid
Un artículo publicado por la prestigiosa revista Nature presenta un documento que reúne el consenso alcanzado por un grupo diverso y multidisciplinario de 385 expertos y expertas de todo el mundo que exponen 41 declaraciones y 57 recomendaciones para terminar con el covid como amenaza pública para la salud. Estas sugerencias proporcionan una base sólida para que las respuestas contra esta enfermedad sean más efectivas.
Desde que se informaron los primeros casos de SARS-CoV-2 en diciembre de 2019, la enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha causado 515 millones de casos reportados y 6,2 millones de muertes. Además, cientos de millones de personas han sufrido retrasos en los servicios de atención médica y trastornos económicos. Los avances científicos, las intervenciones médicas y políticas de salud pública han resultado insuficientes para poner fin a la pandemia. Además, factores políticos, socioeconómicos y de comportamiento más amplios han contribuido a su prolongación.
Esta sombría descripción acerca del devenir de la pandemia de covid que afecta al planeta desde hace casi tres años forma parte del documento “Terminar con COVID-19 como una amenaza para la salud pública: una declaración de consenso”, publicado recientemente por la prestigiosa revista científica Nature.
El trabajo recuerda que las pandemias han afectado a las sociedades y presentado amenazas para la salud pública en toda la historia humana. Pero, “lo que hace que la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) sea única, es su propagación continua, a pesar de que el mundo posee múltiples vacunas efectivas y opciones terapéuticas. Junto con la aplicación de medidas de salud pública basadas en evidencia, COVID-19 debería, teóricamente, no representar ya una amenaza para la salud pública a nivel de pandemia”.
El covid sigue siendo una amenaza persistente para toda la población humana mundial.
Sin embargo, el escenario global actual está muy lejos de donde “teóricamente” debería estar. “Múltiples variantes altamente transmisibles continúan propagándose a nivel mundial. La vigilancia de las variantes de preocupación sigue siendo inadecuada. Los riesgos de una reinfección no se han comprendido completamente. Las tasas de vacunación se han estancado, lo que agrava el riesgo de que disminuya la inmunidad. Long COVID está emergiendo como una condición grave y crónica. Además de estas consecuencias directas para la salud, la pandemia de COVID-19 interrumpió la actividad económica, las interacciones sociales y los procesos políticos, infringió los derechos civiles e interrumpió la educación de los niños. En conjunto, el COVID-19 sigue siendo una amenaza persistente para toda la población humana mundial”, sentencia el trabajo.
Frente a este escenario y con el objetivo de que el covid deje de ser un peligro para la salud global, este estudio convocó a un panel global de 385 expertos en múltiples disciplinas, integrantes de organizaciones de la sociedad civil, la academia, el sector público y privado, que elaboraron una serie de declaraciones de consenso y de recomendaciones para terminar con la pandemia que abarcan seis áreas clave: comunicación; sistemas de salud; vacunación; prevención; tratamiento y atención, y desigualdades en pandemia. Estas recomendaciones aspiran a proporcionar una base sólida para que las respuestas contra COVID-19 sean más efectivas, multidisciplinarias, multifacéticas y basadas en evidencia.
Para alcanzar el documento final se utilizó el método Delphi. Se trata de una técnica de comunicación estructurada en el marco de un proceso donde participan expertos que responden una serie de preguntas, sin interactuar entre sí, con el objetivo de alcanzar un consenso sobre determinadas problemas. En este caso, el proceso Delphi, que tuvo varias rondas de encuestas entre los especialistas convocados, se llevó a cabo durante un período de tres meses a principios de 2022.
“Es un documento cuya clave es la amplitud porque ha incluido un número muy grande y muy plural de de investigadores de distintos lugares del mundo”.
De los 385 expertos y expertas, provenientes de 112 países de ingresos altos, medios y bajos, 56 son originarios de América Latina y el Caribe. Entre ellos, cinco son de Argentina: Daniel Feierstein, Jorge Aliaga, Rodrigo Quiroga, Andrea Pineda Rojas y Daniel Maceira.
“Yo creo que es un trabajo muy rico porque logró alcanzar importantes consensos acerca de aprendizajes fundamentales que ha dejado la experiencia de enfrentar una pandemia como la del covid, en función de que sirvan tanto para comprender y elaborar la experiencia pasada, como para el diseño de políticas públicas de salud ante la posibilidad de afrontar cualquier evento futuro”, comenta el sociólogo Daniel Feierstein, investigador del CONICET y director del Centro de Estudios sobre Genocidio de la UNTREF. Y agrega: “Es un documento cuya clave es la amplitud porque realmente ha incluido un número muy grande y muy plural de investigadores de distintas disciplinas y de distintos lugares del mundo”.
Para el doctor en Química e investigador del CONICET Rodrigo Quiroga, el documento “intenta hacer una construcción de consensos científicos para que, a su vez, las agencias gubernamentales de salud pública puedan tomar decisiones sobre esa base y, además, intenta despejar dudas respecto de temas sobre los cuales todavía hay controversias”.
“Es un documento que se mete en temas que son difíciles, que pueden generar controversias. Hay cosas que sí son muy claras, por ejemplo, el virus se contagia por aire. Pero hay muchas otras que son sutiles, por ejemplo, qué acciones hay que hacer para evitar las desigualdades frente a la pandemia o la responsabilidad de los medios de comunicación en la difusión de noticias falsas. No es un documento para el prime time, para poner un título, sino que es un texto para reflexionar, para leer en detalle”, define el físico Jorge Aliaga, secretario de Planeamiento y Evaluación Institucional de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR).
“De todas las recomendaciones me parece clave la que marca la necesidad de desarrollar una estrategia que no pase solamente por las vacunas”.
El artículo va mucho más allá de temas estrictamente científicos y sanitarios y sienta posición también en diferentes aspectos económicos, políticos y sociales. En ese sentido, señala: “La pandemia se ha visto exacerbada por la desinformación, las dudas sobre las vacunas y la distribución desigual de suministros de prevención, vacunas y tratamientos entre los países. Muchas personas no confían en la capacidad de sus gobiernos para enfrentar los desafíos asociados con COVID-19, se han vuelto insensibles a las medidas cambiantes de salud pública y están fatigadas por las restricciones en su vida diaria”.
El consenso alcanzado por varios centeneras de expertos y expertas de todo el mundo se expresa en 41 declaraciones y 57 recomendaciones, la mayoría de las cuales reunió un alto nivel de acuerdo. “Del conjunto de declaraciones hay tres puntos que, para mí, tienen el mayor énfasis –analiza Aliaga-. Primero, sostiene que para tener más eficiencia en todos los esfuerzos hay que lograr estrategias que incluyan a la sociedad en su conjunto. Segundo, que la respuesta de los gobiernos también deben ser integrales, o sea, no alcanza con iniciativas que partan exclusivamente del Ministerio de Salud. Y, tercero, impulsa que los estados adopten una estrategia ‘vacuna plus’, es decir, que de esta situación no se sale solamente con campañas de vacunación”.
“De todas las recomendaciones la que me parece clave es la que marca la necesidad de desarrollar una estrategia que no pase solamente por las vacunas -coincide Quiroga-. Hay una gran variedad de herramientas económicas y de salud pública que nos permitirían reducir significativamente el impacto que sigue teniendo esta enfermedad a lo largo y ancho del planeta”, y añade: “Otra recomendación muy importante es que no se abandone la comunicación pública respecto de la pandemia. Es fundamental mantenerla para reforzar la confianza de la ciudadanía en los organismos de salud pública. Si abandonamos la comunicación sobre la pandemia perdemos absolutamente la capacidad de reacción frente a los escenarios cambiantes que se van dando”.
Por su parte, Feierstein elige remarcar tres núcleos de recomendaciones: “Un núcleo está relacionado con la dificultad que ha tenido la Organización Mundial de la Salud y gran parte de los sistemas de salud, en comprender lo que implica una enfermedad de transmisión aérea y los tipos de medidas de cuidado y de prevención que requiere, lo que generó problemas muy graves, sobre todo, durante el primer año de pandemia. Un segundo núcleo tiene que ver con el papel de la desigualdad social, que se vio reflejada de un modo dramático en la distribución de vacunas. Y un tercer elemento, ha sido la necesidad de comprender que las acciones de salud no solo, ni fundamentalmente, pueden ser canalizadas a través de las estructuras estatales sino que hay que convocar también a organizaciones sociales que cuentan con una gran inserción territorial”.
El documento se muestra crítico de las posturas políticas que sostienen que la pandemia ha finalizado cuando “el SARS CoV-2 se está moviendo entre nosotros”. También afirma que las políticas de salud pública que asumen una posible transición a la endemicidad se basan en suponer un descenso en la gravedad de la enfermedad que no está basado en evidencia, lo que deja a los sectores vulnerables ante un riesgo desproporcionado. Asimismo, asegura que existen reservorios de los cuales nuevas variantes de preocupación aún pueden surgir. Y recomienda: “La vigilancia y el cuidado deben aumentar, no disminuir”.
“Lo que deja bien claro el documento es que en este tema si no hay una solución para todos, no habrá solución para nadie”.
Los expertos que integran este panel consideran que el documento de consenso muestra cómo se puede hacer que el mundo sea más seguro sin volver a las amplias limitaciones de las libertades civiles y sin arriesgar innecesariamente la salud y la vida de los grupos vulnerables. De allí que insistan en que el trabajo puede formar parte de una hoja de ruta que, tomada por gobiernos, organismos internacionales, autoridades de salud pública, ONGs de salud, organizaciones comunitarias, industrias y redes sociales, puede poner fin al covid como una amenaza para la salud pública.
Los investigadores argentinos coincidieron en manifestarse satisfechos respecto del contenido final del documento, aunque no se mostraron demasiado optimistas en cuanto a su utilización efectiva para operar en el escenario global.
“No soy especialmente optimista en términos de la capacidad de aprovechamiento de estas reflexiones -se sincera Feierstein-. Creo que se ha ido construyendo un pacto denegativo tanto en términos de la respuesta estatal como social frente a la experiencia pandémica con la idea de dejarla atrás. Pero creo que la lucha hay que darla y contar con esta herramienta es fundamental para dar esta batalla”.
Quiroga, por su parte, no cree que los gobiernos vayan a adoptar muchas de las acciones recomendadas, por lo menos, en el corto plazo. “Lamentablemente no creo que esto suceda. Pero quizá sea una llamada a despertar y a tomarse en serio la necesidad de tomar medidas que, a mediano y largo plazo, nos permitan evitar o enfrentar futuras pandemias con un abordaje mucho más efectivo”.
“Me encantaría que ocurriera, ojalá. Me parece que el hecho de que haya un documento con tanta representatividad global debería servir, por lo menos, para una reflexión. Entiendo que hay recomendaciones más difíciles de seguir que otras. Por ejemplo, sobre el tema patentes, la OMS viene insistiendo desde hace tiempo y no pasa nada”, comenta Aliaga y remata: “Lo que deja bien claro el documento es que en este tema si no hay una solución para todos, no habrá solución para nadie”.