Ecofisiología de parasitoides

Cazador de abejas

Un grupo de biólogos dirigidos por Marcela Castelo se dedica a investigar la ecología, ecofisiología y ecología química del moscardón cazador de abejas. Se trata de un insecto que es, a la vez, depredador de otros insectos –las abejas– y parasitoide del gusano blanco. Este equipo de cientificos considera que, comprendiendo su bioecología, se puede llegar a un mejor control de esta plaga.

12 Dic 2012 POR

Gusano blanco de tercer estadio parasitado por larvas del moscardón cazador de abejas. Foto: Marcela Castelo

 

Entrevista a Marcela Castelo

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Que los moscardones son bichos molestos, lo sabemos todos. Hasta la Real Academia ha aceptado su nombre para definir a las personas excesivamente cargosas o pesadas. Pero si del moscardón cazador de abejas se trata, más que cargoso, es un serio peligro para la apicultura del país. Argentina produce 60.000 toneladas de miel por año que, en 2011, generaron ganancias por 226 millones de dólares. Sin embargo, cinco de las provincias con mayor producción son atacadas por el moscardón cazador de abejas, ocasionando pérdidas que pueden llegar a los 3 millones de dólares.

En el grupo de investigación que dirige Marcela Castelo, se realizan estudios de comportamiento, ecología, ecofisiología y ecología química en insectos, particularmente en parasitoides. “Nuestro modelo principal de estudio es el moscardón cazador de abejas, Mallophora ruficauda, que es muy interesante porque es depredador de insectos y parasitoide a la vez”, explica Castelo. La mosca adulta se alimenta principalmente de abejas melíferas, mientras que sus larvas atacan a los gusanos blancos del suelo (Cyclocephala signaticollis). “Una particularidad de esta especie de parasitoide es que la hembra y la larva realizan la búsqueda de los hospedadores en forma compartida, lo que la hace sumamente atractiva para entender las estrategias utilizadas. Durante el verano las hembras colocan sus huevos en sitios elevados como vegetación y alambrados. Luego de su nacimiento, la larva cae al suelo, se entierra y busca activamente al gusano blanco mediante claves químicas (olores). Al encontrarlo, se fija y vive a expensas de sus líquidos internos. Durante la primavera, la larva consume totalmente a su hospedador y pasa al estado de pupa. Luego, a principios del verano, emerge el adulto y el ciclo vuelve a comenzar”, explica la investigadora. Si bien muchas larvas pueden colonizar a un mismo hospedador, sólo una puede desarrollarse como adulto, con lo cual la competencia entre ellas es extremadamente fuerte.

Los especialistas tratan de entender cuáles son las estrategias que posee este parasitoide durante la búsqueda de los hospedadores, el origen y la identidad de las sustancias implicadas en la detección y los órganos sensoriales implicados en la orientación hacia los hospedadores. También estudian factores inherentes a los insectos tales como edad y estado fisiológico, y al ambiente, como  temperatura, presión ambiental, densidad de larvas en el hábitat, comportamiento defensivo de los hospedadores y otros factores que tienen influencia sobre el éxito del encuentro y posterior desarrollo hasta edad adulta. Complementariamente también analizan de qué manera la competencia entre larvas afecta al desarrollo de los adultos, tratan de determinar cuánta energía gastan los moscardones en realizar sus actividades vitales, y qué tipo de sustancias componen el alimento que extraen de los hospedadores y de las abejas. En cuanto a los hospedadores, los investigadores están realizando estudios para determinar la influencia de la temperatura ambiental durante el desarrollo de las distintas especies, para entender las bases de la preferencia del moscardón por el gusano blanco.

El trabajo de campo consiste en realizar estudios de preferencia de oviposición, colecta de huevos, colecta de gusanos blancos y estudios poblacionales de abundancia de hospedadores. En el laboratorio se realizan los estudios con las larvas, pero debido a las características comportamentales del parasitoide, resulta imposible la reproducción completa del ciclo de vida. “Sólo mantenemos a los moscardones desde la etapa huevo hasta que emerge el adulto, pero no podemos mantener a los adultos y que se alimenten, copulen y pongan huevos, ya que necesitan vivir en estado silvestre para cumplir sus funciones vitales”, explica Castelo. Esto acota la realización de experimentos de laboratorio con adultos recolectados a campo. “En el laboratorio tenemos distintos olfatómetros para medir la orientación de los insectos hacia fuentes de olores provenientes de alimentos, hospedadores, sustancias repelentes, etcétera; un electroantenógrafo para medir si los insectos son capaces de detectar una sustancia determinada analizando la estimulación de las antenas; molinos de vuelo, con los que cuantificamos la movilidad de los insectos voladores; compensadores de marcha para medir parámetros de la locomoción de los insectos caminadores; una cámara estable de temperatura controlada, para medir el comportamiento asociado a cambios en la temperatura ambiental; entre otros equipos”, relata Castelo.

Desde principios de este siglo, el moscardón fue reconocido como un serio problema para los productores de miel. Por eso, la relevancia de los resultados que obtiene el grupo, radica no sólo en los conocimientos básicos que su investigación aporta, sino en la implementación de estrategias de control eficiente de las poblaciones de moscardón. “Es fundamental conocer la bioecología de las especies que van a ser controladas para obtener resultados específicos y exitosos”, sostiene Castelo. Los resultados de las investigaciones permitirán, en el futuro, desarrollar estrategias de control poblacional del moscardón.

 

Grupo de Investigación en Ecofisiología de Parasitoides (GIEP)
(Departamento de Ecología, Genética y Evolución – IEGEBA – CONICET)

Laboratorio 99, 4to. piso, Pabellón II, 4576-3300,  interno 214.

http://www.ege.fcen.uba.ar/index.php?inc=giep

Dirección: Marcela Castelo.

Integrantes: José E. Crespo, Hernán Groba, María Eugenia Barrantes, Paula Zermoglio, Gustavo Martínez y Nicolás Valente.

Tesista de posdoctorado: José E. Crespo

Tesistas de doctorado: Hernán Groba, María Eugenia Barrantes y Paula Zermoglio.

Tesistas de grado: Gustavo Martínez y Nicolás Valente.