Cáncer

De proteínas y tumores

Investigadores argentinos detectaron la relación de dos proteínas que, combinadas, permiten el desarrollo de tumores situados en la base del cerebro, específicamente en la hipófisis. Los estudios realizados, por ahora en ratones, constituyen el inicio de un largo camino que puede conducir a algún medicamento que, en el futuro, pueda impedir el crecimiento de este trastorno.

23 May 2018 POR

Microscopia confocal de una célula tumoral hipofisaria donde se ven las dos proteínas objeto de este trabajo: en rojo la proteína RSUME y en verde la proteína PTTG. En el panel «Merge» (fusión de las dos imágenes anteriores) se ve el núcleo de la célula teñido en azul, y en amarillo cómo ambas proteínas se colocalizan y encuentran juntas dentro de la célula. Imagen: Gentileza Eduardo Arzt.

Desde 2007, cuando el científico argentino Eduardo Arzt junto con su equipo identificó la proteína RSUME, ésta no deja de depararle sorpresas. Desde entonces, no le pierden pisada y, ahora, acaban de publicar en Endocrine-Related Cancer un destacado hallazgo: ella junto con otra proteína, conocida como PTTG, potencian el desarrollo de tumores en la hipófisis, una glándula del tamaño de una arveja, ubicada en el cerebro, justo detrás de la nariz. La investigación realizada en ratones devela una vieja incógnita y permite entender un mecanismo que puede, a largo plazo, abrir paso al desarrollo de medicamentos.

“En este estudio, demostramos que PTTG y RSUME están sobreexpresados en tumores pituitarios humanos con niveles de expresión que se correlacionan positivamente”, sintetizan Mariana Fuertes, Melanie Sapochnik, Lucas Tedesco, Sergio Senin, Alejandra Attorresi, Pablo Ajler, Guillermo Carrizo, Andrés Cervio, Gustavo Sevlever, José Bonfiglio, Günter Stalla y Eduardo Arzt, en la investigación efectuada en laboratorios de Alemania y la Argentina. Allí, participó el Instituto de Psiquiatría Max Planck, en Munich. En tanto, en nuestro país, se realizó en el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA-CONICET); el Servicio de Neurocirugía del Hospital Italiano de Buenos Aires; el Departamento de Neurocirugía, Fundación Para la Lucha Contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (FLENI), y el Departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Cuando años atrás Arzt hizo su posgrado en Alemania, él comenzó a posar su mirada en el sistema endócrino, porque las glándulas que lo conforman “son muy complejas, plásticas y con interacciones fascinantes. La hipófisis -ejemplifica- recibe numerosísimas señales nerviosas y hormonales del sistema nervioso central y de la periferia. Es muchísimo lo que vincula”.

Eduardo Arzt. Foto: Archivo Exactas Comunicación.

Justamente, la hipófisis o pituitaria -considerada la “glándula maestra” del organismo por las funciones que controla-, no está libre de sufrir ciertos crecimientos o tumores. Estos, en general, resultan benignos y no son fácilmente detectables pues no suelen mostrar síntomas. “Si bien estos tumores son bastantes abundantes, -tienen casi un 10-20% de incidencia-, resultan silentes; es decir, no generan demasiadas molestias. Muchísimos de ellos se descubren de casualidad en las autopsias de gente que falleció por otro motivo”, describe el profesor Arzt, quien acaba de ser designado miembro de la Academia de Ciencias de América Latina. Sin embargo, en los casos en que se hacen notar, el trastorno se muestra “con malestares en la visión porque el tumor crece y obstruye las vías oculares. O, por desregulación de alguna hormona”, agrega.

En la célula del tumor

¿Por qué la proteína PTTG muestra niveles elevados en las células tumorales, cuando no ocurre lo mismo en las normales? “Muchos grupos durante años buscaron las razones de esto en mutaciones o en otras cuestiones, pero no encontraron nada. La causa de esta sobreexpresión era una incógnita. Nosotros lo que describimos en este trabajo es un mecanismo muy novedoso de cómo y por qué PTTG está sobreaumentado, en el cual, está involucrado RSUME”, precisa Arzt, profesor del Departamento de Fisiología y Biología Molecular y Celular de Exactas UBA e Investigador Superior del CONICET.

Normalmente, en una célula, cada proteína tiene su libreto, lo cumple y sale de escena o se degrada. “En los tumores, PTTG se queda todo el tiempo, y la célula permanece en un ciclo constante, prolifera y se producen aberraciones cromosomáticas, que son todas las características propias de las tumoraciones. Nosotros vimos que si apagamos la actividad de RSUME, este mecanismo aberrante desaparece, se va”, describe.

No es fácil resumir en pocas líneas un estudio que acaparó tiempo y esfuerzo. “El trabajo costó mucho y fue muy largo. Lo hizo una becaria doctoral del CONICET, Mariana Fuertes, quien efectuó una tarea tremenda para descifrarlo”, destaca, y enseguida añade: “Llevó muchísimos años y llegó, finalmente, con éxito a trabajos prometedores, que ahora siguen”.

Con la satisfacción de lo logrado, una de sus metas finales es conseguir una droga que obture a la proteína RSUME y, con ella, a la PTTG, de manera de impedir el desarrollo del tumor. “RSUME tiene un rol muy importante en varios tumores endócrinos. Pensamos que la opción de bloquearla sería una posibilidad de algún tipo de terapia en el futuro. Apuntamos a eso, en general, como objetivo a largo plazo en el laboratorio”, concluye.