Alterados por el café
De acuerdo con una investigación realizada por científicos de Argentina y los Estados Unidos, la cafeína perturba las funciones cerebrales de manera similar a la cocaína ya que interfiere también en los receptores de un neurotransmisor, la serotonina, responsable de controlar y estabilizar los estados de ánimo.
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Cuando los ratones consumen cocaína, su cerebro sufre alteraciones relacionadas con cambios en la modulación de neurotransmisores como la serotonina, cuyo desbalance está vinculado en pacientes con depresión. Y cuando estos animales de laboratorio -modificados genéticamente- se usaron para estudiar los efectos de la cafeína, principio activo del café, también registraron alteraciones, según un estudio conjunto de investigadores de Estados Unidos y la Argentina, publicado recientemente en Journal of Neurochemistry.
“Suponíamos que la cocaína iba a cambiar lo que la serotonina y sus receptores hacían, pero lo que no esperábamos era que la cafeína pudiera interferir con lo que hacen esos receptores de serotonina”, indica con sorpresa Francisco Urbano del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE), en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), tras un trabajo conjunto con científicos de las facultades de Medicina, Farmacia y Bioquímica de la UBA, y de la Universidades de Columbia y Arkansas de Estados Unidos.
La serotonina juega un papel clave en el sistema nervioso central y se le achaca ser, en parte, responsable de los cambios en el estado de ánimo, el comportamiento social, el apetito, el sueño, la memoria, y el deseo sexual de una persona. Es producida por el cerebro y las neuronas que la elaboran, la liberan tras un impulso eléctrico. La posterior acción sobre los receptores especiales en otra neurona pone en marcha el sistema de comunicación conocido como sinapsis.
Pero, como todo en la vida tiene un final, en algún momento esa liberación debe cesar. Existen mecanismos para recoger las sustancias que sobran y evitar que sigan dando vueltas. Justamente, los transportadores son los responsables de retirar del circuito los neurotransmisores de más, y así lo hacen, salvo cuando encuentran sustancias que le impiden llevar adelante su tarea, como la cocaína. Es que ésta bloquea a estos transportadores y no los deja hacer su labor. “El efecto inmediato de la persona que toma cocaína, es que todo lo que depende de distintos neurotransmisores se sobreexcitan, por ejemplo, el movimiento. La gente se sobreactiva, camina, camina y nunca se cansa”, grafica Urbano, investigador independiente del CONICET.
Desde hace años, Urbano y su equipo estudian los efectos de la cocaína en el cerebro. Ya ha demostrado que tres dosis diarias, algo así como un atracón, “genera ritmos neuronales que entran en contradicción haciendo que el cerebro del animal se encuentre en un estadio de sueño cuando su cuerpo está activo y despierto, y eso genera patología”, relató el experto.
La investigación se centró en el tálamo que es como una pelota ubicada en el centro de la cabeza, y que “funciona como un maestro de orquesta que regula la información entre las distintas partes del cerebro”, indica, al tiempo que recuerda: “La cocaína altera las funciones del tálamo y lleva a que actúe de manera errática”.
El experimento fue realizado con ratones modificados genéticamente para eliminar un receptor de serotonina implicado en mecanismos de memoria y depresión (5-HT2A). La investigación permitió estudiar estas características del funcionamiento cerebral tras inyectar cocaína en el animal, y analizar su cerebro. Lo mismo hicieron con respecto a la cafeína y los resultados llamaron la atención. “La cafeína es un estimulante que todo el mundo usa, pero muy poca gente sabe cuál es el efecto final en las estructuras del tálamo”, enfatiza.
En este sentido, los trabajos hallaron que “la cafeína afecta un montón la modulación de la serotonina. Si bien esperábamos que esto ocurriera con la cocaína, no suponíamos que la cafeína iba también a interferir”, señala y concluye: “La cafeína (un vaso de cafeína, no en muy alta concentración) es capaz de prevenir alguno de los efectos de la liberación de la serotonina en el tálamo. La cafeína puede llegar a alterar aún más el tálamo somasensorial, que lo que lo haría la cocaína por sí sola. Es como si se metiera más ruido en el sistema. La cocaína ya hace efectos muy importantes y, con cafeína, uno podría esperar una alteración más profunda del tálamo. Nosotros lo estudiamos por separado, pero suponemos que juntos serían más nocivos”.
En detalle
El trabajo titulado “Modulation of gaba release from the thalamic reticular nucleus by cocaine and caffeine: role of serotonin receptors” fue realizado por Goitia, Rivero-Echeto, Weisstaub, Gingrich, Garcia-Rill, Bisagno y Urbano; y publicado el 20 de octubre en Journal of Neurochemistry. Para más detalles, contactarse con fjurbano@fbmc.fcen.uba.ar