El cine que emborracha
Un trabajo científico que incluyó a miles de adolescentes argentinos de 13 años de edad mostró que la exposición a películas que contienen escenas que involucran el alcohol los induce al consumo de bebidas alcohólicas. El estudio también muestra que más del 50% de los chicos de esa edad ya probó el alcohol, que el 25% es bebedor regular, y que el 18% se alcoholizó al menos una vez.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del año 2014, casi el 6% de las muertes que se producen en el mundo son atribuibles al consumo de alcohol. El mismo reporte también señala que ese porcentaje representa más que la suma de las defunciones debidas al SIDA (2,8%), la tuberculosis (1,7%) y la violencia (0,9%).
En este contexto, los más vulnerables a los efectos dañinos del alcohol son los niños y los adolescentes. Porque su menor tamaño corporal respecto de las personas adultas hace que la ingesta de una cantidad relativamente baja de bebida alcohólica sea suficiente para provocar efectos tóxicos en su organismo. También según la OMS, el inicio en el consumo de alcohol antes de los 14 años de edad está asociado con un mayor riesgo de dependencia y abuso en edades adultas. Pese a toda esta información disponible, el alcohol no ocupa un lugar prioritario en la agenda de los problemas sociales.
Ahora, un estudio científico publicado en la revista Alcoholism: Clinical and Experimental Research agrega un nuevo factor a tener en cuenta si se quiere pensar en políticas públicas para prevenir los estragos que provoca el consumo de bebidas alcohólicas. “Encontramos que a mayor exposición a escenas con alcohol en las películas de cine los chicos beben más, y que los no bebedores considerarían beber en el próximo año”, revela Raúl Mejía, doctor en Medicina e investigador del Centro de Estudio de Estado y Sociedad (CEDES), Unidad Asociada al CONICET. “También encontramos que dicha exposición aumenta el consumo episódico excesivo, que es la ingestión de gran cantidad de alcohol en un período corto de tiempo”, completa.
El estudio -el primero de su tipo en Latinoamérica- incluyó a 3172 alumnos del primer año de escuelas públicas y privadas de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán, con un promedio de edad de 13 años.
Si bien se han hecho investigaciones similares en los Estados Unidos y algunos países de Europa, este trabajo tiene una particularidad: “La mayoría de los estudios sobre alcohol en adolescentes se hacen con chicos de quince años. Nuestra muestra está conformada por individuos más jóvenes, con un promedio de edad de 12,8 años, lo que hace que nuestro hallazgo sea más preocupante”, advierte Mejía, quien también es médico del Programa de Medicina Interna del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires.
La preocupación de Mejía se transforma en alarma cuando informa otros resultados del estudio: “El 52,3% de los chicos que participaron ya había bebido alcohol alguna vez, el 25% es bebedor regular, y el 18% se alcoholizó al menos una vez. Esto a los trece años es terrible”.
-¿Cuál es el efecto del alcohol en un chico de trece años?
– Si toma mucho, tiene daño neuronal –responde Mejía, y añade: “Además, a esa edad, tiene mucha más chance de desarrollar adicción al alcohol. Y el alcoholismo no sólo provoca trastornos en la salud, sino que conlleva daños sociales muy importantes. En la Argentina, la mitad de los accidentes de tránsito ocasionados por varones dieron alcoholemia positiva. Y piense que somos un país con una de las tasas de muertes por accidentes viales más altas del mundo”.
Dosis de película
Para efectuar el estudio, los investigadores tomaron las 100 películas más vistas en la Argentina -según el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales- entre los años 2009 y 2013 y, para cada una de ellas, midieron -en segundos- la duración de las escenas en las que la ingesta de alcohol estaba presente de manera real (por ejemplo, un personaje bebiendo) o implícita (por ejemplo, un personaje comprando alcohol, o sirviendo una copa, o sosteniendo un vaso con bebida alcohólica).
Luego, distribuyeron entre los adolescentes un cuestionario para ser respondido de manera anónima que preguntaba sobre datos socio-demográficos y antecedentes de uso de bebidas alcohólicas.
Cada una de esas encuestas, además, incluía 50 de las 100 películas del listado original para que los chicos marcaran cuáles habían visto y cuántas veces. Pero esos 50 films no eran los mismos en todos los cuestionarios, sino que se distribuyeron al azar de modo que las encuestas tuvieran listados de películas diferentes.
“Es un método validado internacionalmente que ya se utilizó en muchos estudios para medir el efecto del cine en la inducción al alcohol y al tabaquismo”, acota Mejía.
Los resultados muestran que la exposición promedio de los adolescentes argentinos a escenas que involucran el alcohol fue de alrededor de 7 horas (algunos de los chicos llegaron a estar más de 15 horas expuestos).
También, el paper científico publicado revela que la asociación entre la exposición al uso de alcohol en las películas y el consumo de alcohol por los jóvenes funciona como una típica curva dosis-respuesta. Es decir, a mayor dosis de escenas con alcohol, los chicos son más susceptibles a ingerir bebidas alcohólicas.
El trabajo latinoamericano también incluye los resultados de un estudio similar efectuado en México por el mismo equipo de investigación, que confirma los resultados del estudio realizado en la Argentina.
Dosis de publicidad
Según Mejía, “el alcohol viene atrás del tabaco” en la preocupación de las autoridades sanitarias. “En relación con el cine y el tabaco, la OMS propuso varias medidas para proteger a los adolescentes. Entre ellas, que se considere a las películas que muestran escenas de tabaquismo como inconvenientes para menores y que los gobiernos no financien esos films”.
En la Argentina, está prohibida la publicidad de cigarrillos en la televisión y en la vía pública. Pero todavía nada se ha hecho con el tabaco en el cine. Y mucho menos con el alcohol.
“Algunos países de Europa están empezando a hacer algo”, consigna Mejía, y ejemplifica: «Excluyen el alcohol de las películas para chicos y limitan la financiación de películas que contienen escenas con alcohol”.
El investigador denuncia que ciertas empresas que elaboran bebidas alcohólicas financian producciones cinematográficas para que su marca aparezca en las escenas de un film como publicidad no tradicional. “En México hay una muy fuerte asociación entre la empresa de tequila ‘Cuervo’ y la financiación de películas. No podemos descartar que en la Argentina suceda lo mismo”.
Algunas hipótesis indican que la influencia del cine en la ingesta de alcohol de los jóvenes se debe al fenómeno de imitación o, también, a una respuesta al estímulo que se presenta en la pantalla.
En cualquier caso, para comprender cómo funciona globalmente el proceso, es ilustrativa una analogía que se puede leer en el trabajo publicado: “La evidencia reunida implica a las películas como un vector de enfermedad (piense en la influenza) que se inicia en un lugar (Hollywood) y puede afectar no solo a los adolescentes norteamericanos sino, también, a los de otras naciones occidentales”.