Hecho en Argentina
Sin agujas y de aplicación nasal, así es la vacuna de última generación que la UBA desarrolla contra el Chagas una de las 20 enfermedades desatendidas según la Organización Mundial de la Salud, que mata unas 12 mil personas por año en todo el planeta. En Argentina se estima que hay 1,3 millones de afectados. Se espera que la fase de prueba en humanos comience en dos años.
“Hoy no hay ninguna vacuna contra la enfermedad de Chagas en el mundo”, dice Emilio Malchiodi, director del proyecto Cruzivax, por el cual, investigadores de la Universidad de Buenos Aires y el CONICET, con colaboración internacional, están desarrollando una vacuna de fácil aplicación y bajo costo contra esta enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta entre seis y siete millones de personas en todo el mundo.
Con resultados preclínicos alentadores, se espera que esta iniciativa pueda empezar a probarse en humanos en uno a dos años. “Esperamos que Cruzivax nos permita desarrollar una estrategia de vacunación profiláctica y una terapéutica eficaz para proteger de la infección o mejorar la evolución y el pronóstico de individuos que padecen Chagas”, agrega Malchiodi.
Calificada por la OMS como una de las veinte enfermedades desatendidas, el Chagas es endémico en 21 países, en especial en Latinoamérica. “En la Argentina se dice que hay 1,3 millones de afectados. Son datos estimados porque el Chagas puede pasar inadvertido o con síntomas iniciales similares a un resfrío o gripe, a los que la persona no les presta atención”, describe Malchiodi, sobre esta dolencia que es transmitida por vinchucas infectadas.
Una de las estrategias de Cruzivax es tratar de impedir no de una, ni de dos, sino de tres maneras a la vez, que T. cruzi no se salga con la suya.
Estos insectos, escondidos en grietas, suelen salir de noche a buscar una víctima para alimentarse. Al picar para chupar sangre, suelen defecar sobre la herida, y cuando la persona se rasca, ingresa a su organismo el parásito Trypanosoma cruzi (T. cruzi), causante de la enfermedad de Chagas. A veces, el contagio es por otras vías como transfusiones de sangre, trasplante de órganos, transmisión vertical de una madre a su feto, o por alimentos contaminados.
Pero, en todos los casos, se está en presencia de “un parásito muy, muy hábil”, al cual Malchiodi le ha dedicado 40 años de estudio. Por eso, una de las estrategias de Cruzivax es tratar de impedir no de una, ni de dos, sino de tres maneras a la vez, que T. cruzi no se salga con la suya.
Tres en uno
Es casi una obsesión. Cuando en 1984 Malchiodi se recibió de bioquímico en la UBA, su trabajo de tesis buscó precisar el diagnóstico de Chagas por análisis de sangre porque “en ese momento –evoca– era muy confuso. Desde el punto de vista serológico, no se distinguía de otras enfermedades como leishmaniasis”. Desde entonces, según recuerda, empezó a trabajar con la producción de antígenos, es decir de sustancias que provocan una respuesta del sistema inmunológico.
“Habíamos desarrollado numerosos intentos de producción de vacunas hasta que en 2017 llegamos a uno muy particular: conseguimos un antígeno quimérico, donde en una misma molécula pusimos porciones de tres antígenos diferentes. Esto es lo muy novedoso de nuestro desarrollo, que se hizo todo en la Argentina”, destaca Malchiodi, profesor de Inmunología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
Cada uno por sí solo protege en parte y juntos suman opciones de defensa. En un caso, impide el ingreso de T. cruzi. Pero si el organismo ya se había infectado en el pasado, es tarde para prohibirle su llegada pero no para complicarle su desarrollo en el cuerpo. Es que Cruzivax es ambiciosa, busca ser preventiva, pero también terapéutica para mejorar la situación de los afectados por Chagas. “Pusimos los tres en uno. Por un lado, en la vacuna profiláctica, para que se produzca una respuesta inmune que atacara al parásito cuando ingresa al organismo. Por otro, en la terapéutica, para que lo combatiera por tres zonas que son esenciales para el desarrollo del parásito”, explica. En otras palabras, cuenta con un plan A, B, y C, según lo que debe enfrentar. “Al parásito se le complica sobremanera sobrevivir a eso”, define.
Esta vacuna no plantea ningún pinchazo porque está diseñada para ser utilizada como un spray nasal de uso similar al que se emplea en caso de rinitis.
Cuando Cruzivax tiene como objetivo modular la respuesta inmune de los organismos ya infectados para contrarrestar la enfermedad, lo puede hacer sola o en combinación con Benznidazol, una de las drogas usadas para el tratamiento de Chagas.
“Lo que hemos visto hasta ahora es que el tratamiento conjunto de la vacuna con Benznidazol, ha hecho una diferencia en ensayos en ratones. Veremos qué pasa en las otras especies animales. Esperemos que funcione igual”, sugiere Malchiodi, director del Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (UBA – CONICET) que, junto con el Instituto de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Médica de la Facultad de Medicina de la UBA, llevan adelante la investigación. “Este es un trabajo en equipo”, resalta.
Un spray económico
Este desarrollo de última generación, que tiene el plus del tres en uno ofrece, además, otro beneficio significativo. “Desde el punto de vista del costo de la vacuna es mucho más barato producir un solo antígeno que tres. En comparación con otras, Cruzivax es más económica”, precisa.
Además de su precio accesible, ofrece otro detalle clave: su forma de aplicación. No plantea ningún pinchazo porque está diseñada para ser utilizada como un spray para la nariz de uso similar al que se emplea en caso de rinitis. “Hay gente –menciona– que le tiene miedo a las vacunas porque son inyectables. Entonces al ser nasal, es más aceptable y práctico. Uno no tiene que andar corriendo a sus hijos por todo el hospital –como me ha pasado a mí– porque huían de las agujas”.
Además de su fácil administración, el equipo tiene otro logro. “El desarrollo de un adyuvante novedoso que estimula muy especialmente la generación de una respuesta inmune más importante a nivel de las mucosas”, marca.
El grupo logró una financiación internacional del programa Horizon 2020 de la Comunidad Europea de 8,4 millones de euros.
De ahora en más
Desarrollar una vacuna nunca ha sido una tarea fácil. En este caso, a poco de iniciar los experimentos, en junio de 2019, los trabajos debieron interrumpirse por la pandemia de covid. Hoy están a pleno. Y superaron los exámenes de seguridad y toxicidad. “Se hicieron pruebas en ratas y conejos y se vio que no produce daño, aun cuando se colocan concentraciones que equivaldrían a cuatro dosis de vacuna”, detalla.
Por el momento, según relata ya están completados los trabajos en ratones para la vacuna terapéutica y profiláctica y, ahora, se están haciendo los estudios en perros y primates no humanos. “Estimamos que esto llevará entre un año y medio y dos. Cuando este paso esté listo, esa información es enviada a las agencias regulatorias para que autoricen los ensayos en humanos”, anticipa.
El grupo logró una financiación internacional del programa Horizon 2020 de la Comunidad Europea para esta investigación. Malchiodi precisa: “El proyecto fue subsidiado con 8,4 millones de euros, lo cual nos alcanza para cubrir los gastos hasta la fase 1 de pruebas en humanos”.
La magnitud de esta cifra no es habitual en la Argentina. “Otro laboratorio en la Universidad de Texas en Estados Unidos también viene trabajando con un presupuesto importante como el nuestro en el tema de una vacuna contra Chagas”, dice.
Todos los esfuerzos suman para combatir “una enfermedad olvidada, vinculada con la pobreza y de fuerte impacto social por la incapacidad que genera en las personas. En una zona endémica se enferman los niños y, en 20 ó 30 años, pueden desarrollar un problema cardíaco que les impide trabajar y les deteriora su calidad de vida”, ejemplifica Malchiodi, a quien hoy como ayer no deja de inquietarle el Chagas por su complejidad y por sus componentes sociales: “Es necesario buscarle una solución”, concluye.