
Aprendizaje sexual
Un grupo de investigación demostró que, en el contexto del apareamiento, las vinchucas aprenden. El aprendizaje provoca respuestas diferentes en el macho y en la hembra. El hallazgo podría aprovecharse para el control de este insecto, que es transmisor del Chagas.
“Por primera vez, mostramos evidencia de que en las vinchucas hay aprendizaje en el contexto sexual”, consigna Gabriel Manrique, investigador del CONICET en el Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental (DBBE). El científico inmediatamente agrega que “esto no se había demostrado anteriormente en ningún insecto hematófago”, es decir, bichos que se alimentan con sangre.
Manrique dirige el Laboratorio de Fisiología de Insectos de Exactas UBA. Allí, una de las líneas de investigación está dedicada a estudiar el comportamiento de las vinchucas –insectos vectores de la enfermedad de Chagas- y, hace aproximadamente una década, mostraron que las vinchucas aprenden.
Ahora, un trabajo publicado en la revista científica Journal of Insect Physiology, que forma parte de la tesis doctoral de Fernando Souto, muestra que estos insectos pueden modificar su comportamiento sexual a partir de una experiencia previa. En otras palabras, en las vinchucas existe el aprendizaje sexual. Para demostrarlo, diseñaron y utilizaron un protocolo de condicionamiento.
En la fase de entrenamiento. El objetivo es que tanto el macho como la hembra puedan asociar el intento de cópula con algo nocivo.
Protocolo sexual
Decidieron intervenir en el comportamiento sexual de las vinchucas mediante un estímulo negativo para, después, analizar las respuestas del macho y de la hembra. Para eso, utilizaron un protocolo experimental de condicionamiento aversivo que consiste en colocar en un mismo sitio a un macho con una hembra y, en el momento en el que el macho intenta realizar la cópula, someter a la pareja a una vibración (estímulo negativo) durante cinco segundos.
En el Laboratorio de Fisiología de Insectos, para el caso de las vinchucas, tienen bien caracterizado el comportamiento de los machos cuando intentan la cópula con la hembra. Por lo tanto, saben perfectamente cuándo el macho hace el intento. En ese preciso momento, el experimentador aplica la vibración. Si el macho no se retira por efecto del estímulo desagradable, es el investigador quien separa a los tortolitos. Esta experiencia se repite varias veces para una misma pareja.
“Esta es la primera etapa del experimento, es la fase de entrenamiento. El objetivo es que tanto el macho como la hembra puedan asociar el intento de cópula con algo nocivo”, explica Manrique. “De hecho, lo que vemos es que a medida que transcurren los sucesivos ensayos con el estímulo aversivo, el macho tarda cada vez más en intentar copular. Es decir, aprende”.
La segunda etapa del experimento consiste en colocar al macho y a la hembra, en lugares separados, con una nueva pareja que no haya atravesado el protocolo de condicionamiento. El objetivo, en este caso, es ver si el aprendizaje es pareja-específico o si, en cambio, es un aprendizaje generalizado.
“El macho que sufrió el entrenamiento, el macho condicionado, en presencia de una hembra nueva intenta la cópula en un tiempo corto. O sea que el aprendizaje del macho fue sobre una hembra específica, la de la fase de entrenamiento. ¿Cómo reconoce a esa hembra en particular? No lo sabemos”, dice Manrique.
Conociendo el comportamiento sexual se lo puede manipular e incidir en la reproducción de estos insectos, minimizándola.
En cambio, en el caso de la hembra, el resultado es distinto: “Cuando le ponemos un macho nuevo -ahí medimos otra variable que son los rechazos que ya los tenemos caracterizados- vemos que la hembra condicionada rechaza más frecuentemente a los machos nuevos, es decir, la hembra sí generaliza”.
Según el investigador, este último resultado “tiene que ver con que la hembra suele ser el sexo más selectivo”.
Control sexual
Como ocurre con muchas otras especies animales, en el caso de las vinchucas la hembra nunca va en busca del macho sino que es el macho el que busca a la hembra. Como el apareamiento exige un gasto significativo de energía, que el macho pueda distinguir cuándo una hembra está o no receptiva es importante para su éxito reproductivo. “Mostramos que el macho puede aprender que está ante algo negativo y, entonces, dejar de gastar energía en eso. En definitiva, mostramos que las vinchucas pueden modular su comportamiento sexual en base a una experiencia previa”.
Conocer el comportamiento sexual de la vinchuca y cómo éste se modula puede tener importancia a nivel epidemiológico: “Conociendo el comportamiento sexual uno puede manipularlo e incidir en la reproducción de estos insectos, minimizándola y, en consecuencia, colaborando en los programas de control”.
El trabajo publicado en el Journal of Insect Physiology lleva la firma de Fernando Souto, Tomás Chialina, Sebastián Minoli y Gabriel Manrique.