“La situación es asfixiante, intolerable”
El matemático y periodista, Adrián Paenza, brindó una de sus famosas charlas en el Aula Magna del Pabellón 1 de Ciudad Universitaria. Finalizado el encuentro, llevado a cabo a sala llena, mantuvo una entrevista exclusiva con NEXciencia en la que expresó su profunda preocupación por la grave situación que atraviesa el país, en general, y el sistema de ciencia y tecnología en particular. También convocó a cambiar el gobierno en las próximas elecciones.
Hacía más de cinco años que no regresaba a la casa de la que fue profesor durante tantos años. Pero el reconocimiento y el magnetismo siguen intactos. Por eso, el Aula Magna del Pabellón 1 de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA se colmó de estudiantes, graduados y profesores para ver y escuchar a Adrián Paenza.
Periodista, matemático, amante de los deportes, Paenza, quien en 2014 recibió el Premio Lilavati otorgado por la Unión Matemática Internacional por su contribución en la divulgación de esa disciplina, brindó un coloquio bajo el título, “Atentado a la intuición. Matemática recreativa. Modelos y estrategias”. Durante unos sesenta minutos, hizo pensar y divirtió, con problemas y anécdotas, al público que abarrotó la sala.
Finalizado el encuentro, los autógrafos, los saludos y las fotos de rigor, mantuvo una entrevista exclusiva con NEXciencia en la que no ocultó el desagrado que le provocan las políticas que lleva adelante el gobierno actual y abogó para que se produzca un cambio rotundo en las próximas elecciones.
– ¿Alguna vez te imaginaste que al llegar a la Argentina te ibas a encontrar con la noticia, de enorme repercusión, de que una científica había tenido que ir a un concurso televisivo para conseguir el dinero necesario para continuar con su trabajo de investigación?
– Me parece patético. Pero no, no me lo imaginé porque para eso tendría que haberme imaginado el país en las condiciones en las que está. Me lo hubiera podido imaginar en otra época pero no después de los gobiernos de Néstor y de Cristina. Creí que a ese lugar ya no íbamos a volver. Y claramente estaba equivocado. Ya no tenemos ni Ministerio. Eso es algo que pone en evidencia lo que está sucediendo de una manera muy brutal.
– Las noticias del ajuste en ciencia tienen fuerte repercusión dentro del sistema pero no parecen importar demasiado al conjunto de la sociedad. ¿La inversión que se hizo en ciencia y en divulgación durante los gobiernos kirchneristas no dejaron una marca en la sociedad?
– No lo sé. Me falta perspectiva temporal porque pasó hace muy poco. Lo que se ve es que al gobierno no le interesa. Antes había un canal como Encuentro dedicado a la difusión de la ciencia y ahora no existe más. Es decir, existe pero siguen repitiendo los mismos programas. Antes había una intención de difundir y ahora hay una intencionalidad de ningunear. Es cierto que no hay una demanda del público en relación con la ciencia. Habría que preguntarse cuánto habíamos logrado antes. De hecho, si el gobierno ha destruido el Ministerio de Ciencia y lo bajó a la categoría de secretaría, se terminó. Porque sin plata es imposible hacer nada. Y acá el problema es económico: ponés guita o no la ponés. Y si no la ponés no va a pasar nada. Es cierto, el tema no mueve el amperímetro pero también es porque la gente tiene dificultades de otro tipo. Parece un planteo muy lejano a su realidad cotidiana.
– Hubo un debate sobre la presencia de esta científica en la televisión, ¿ir a un programa de esas características te parece útil o no para visibilizar el problema de la ciencia en Argentina?
– De hecho instaló el tema. Así que si el objetivo era poner en el centro de la agenda durante unas horas, un par de días, el ajuste en la ciencia, eso fue logrado. Pero no parece ser repetible. ¿Qué haríamos entonces? ¿Ir a todos los programas posibles? Lo que pasó fue una explosión. Me alegra porque tuvieron que hablar del tema TN, Clarín, radio Mitre y La Nación. Eso no es fácil de lograr. Entonces, aunque ella no se lo hubiera propuesto, salió bien. Pero no es una estrategia repetible. También alguien podría atarse al Obelisco y hacer una huelga de hambre. Seguramente tendría repercusión y convocaría la atención de la gente, pero eso cuánto tiempo puede implementarse. Ahora, para hacer una análisis un poco más profundo, deberíamos darnos tiempo para mirar si eso fue el comienzo de algo que de otra manera no hubiera sucedido o si se agotó en sí mismo.
– Hubo científicos que creyeron que el gobierno de Macri podía continuar con la política de inversión en ciencia ¿Vos tuviste alguna expectativa en ese sentido?
– No, yo nunca tuve ninguna expectativa. Ahora, la comunidad científica está claramente desencantada. El problema que los acucia es que no existe la posibilidad de continuar con los proyectos que existían. Pero no sé si votarían distinto. Yo tampoco entiendo cómo votaron antes a este gobierno. Y, de hecho, lo votaron. Ahora tengo miedo. Necesitamos que cambie el gobierno porque no es que les salió mal, no les importa. Tampoco les salió bien, no les importa. Si ellos pudieran vender el Estado lo venderían. Si pudieran transformarlo en una empresa privada y poner a alguien a cargo de él la harían y, de hecho, lo están haciendo con el FMI. Porque el endeudamiento es tan fenomenal que tiraron por la borda el logro que había alcanzado Néstor de desprenderse del FMI. Ahora el Fondo sigue y emitieron deuda por 100 años.
– A veces, la actitud de este gobierno en relación con el sistema científico parece sobrepasar el tema del ajuste, es como si tuviera un encono particular, porque ni siquiera nombran a los candidatos elegidos democráticamente por los científicos para integrar el Directorio del CONICET.
– Es una barbaridad. Pero no les importa. Entonces, siempre van encontrar un argumento para no hacerlo. Fíjense que Alberto Kornblihtt representa algo muy singular, es muy difícil no nombrarlo. Pero está claro que no les importa porque si les importara lo tendrían que nombrar porque es algo que no se puede ignorar. Es un elefante dentro de un bazar. Y bueno, vos y yo sigamos protestando y sigamos participando porque no les importa. Ya vendrá la elección y después veremos.
– Si un nuevo gobierno cambia la política de demolición de la ciencia que se llevó a cabo a lo largo de estos cuatro años ¿se puede revertir el daño ocasionado?
– Yo soy una persona optimista, así que estoy convencido de que sí. Hay retrocesos, pero históricamente vamos a ir hacia adelante. ¿Cuánto tiempo nos va a llevar?, ¿Cuáles son los jirones que van a quedar en el camino? No lo sé. Pero va a cambiar, inexorablemente. El establishment no va a entregar sus privilegios pero, al mismo tiempo, hay otro tipo de vigilancia de parte de las sociedades. Quiero creer que tengo razón en este sentido. En la Argentina, en particular, vamos a salir. También hay que mirar lo que ha pasado en toda Sudamérica, en Ecuador, en Brasil. Lo que ha sucedido aumenta las ganas de creer en teorías conspirativas. Tienta porque parece algo maquiavélico. Además, les salió bárbaro. Primero fueron las dictaduras, después las deudas externas y, ahora, después del movimiento progresista que hubo en Latinoamérica, apareció hasta un Bolsonaro. Hace un tiempo, creo que estaba en Londres, una persona me preguntó si en Argentina podía surgir alguien como Bolsonaro. Le respondí con un contundente: “Noooo”. Pero no sé. Si me lo hubieran preguntado, yo hubiera dicho que Macri nunca podía llegar a ser presidente. Sin embargo, me equivoqué. Hay otras personas que están en las antípodas de mis pensamientos pero que tienen alguna idea. Pero bueno, yo no me quiero quejar, lo que quiero es sacarlos con el voto, que es la única alternativa. Así que aboguemos entre todos, cada uno desde su pequeña trinchera, para modificar lo que está pasando. Saquémoslo a través del voto, pero saquémoslo, porque es intolerable, asfixiante.
– ¿Cómo siguen tus proyectos en relación con la Argentina?
– Yo sigo con los mismos proyectos. Salí de la televisión pública por decisión propia no porque ellos me echaran, pero en este momento no me siento cómodo trabajando acá. Lo que sí podemos hacer con Claudio (Martínez) es producir contenidos para señales como Netflix, TNT o Discovery.Tengo una actividad muy intensa. Si pudiera pararía un poco. Acabo de cumplir 70 años. Doy charlas alrededor del mundo, estoy escribiendo un libro por año, eso implica mucho trabajo. Acá no lo podría hacer porque la demanda es muy brutal, con toda razón, no me quejo, pero no podría hacerlo. Cuando decidí irme al exterior era porque quería tener un poco de tranquilidad para pensar y hacer lo que me gusta hacer. Hace ya 17 años que estoy afuera. Soy un tipo muy privilegiado, tuve mucha suerte. Yo vivo bárbaro pero, al mismo tiempo, ese “vivo bárbaro” hace que tenga un compromiso con la sociedad, porque yo no puedo estar bien viendo todo lo que pasa mi alrededor. El compromiso es tratar de que eso que me tocó a mí por casualidad, sea para todos. ¿Por qué yo merezco ser un privilegiado y vos no? ¿Por qué hay niños que no tienen posibilidades? Todos los chicos nacen con algún grupo de destrezas. Pero cómo hacen para descubrirlo. Una chica que está limpiando parabrisas en un semáforo, a lo mejor es una Marta Argerich en potencia o un Cortázar, pero nunca no tendrán la oportunidad de saberlo. Entonces, mi objetivo es socializar el conocimiento. Así como no hay una distribución equitativa de la riqueza material tampoco hay una distribución equitativa de la riqueza intelectual. Ese es un problema muy grave. Por eso la distribución de las cinco millones de netbooks en la época de Cristina Fernández de Kirchner fue tan importante. Porque yo he visto, no es que me lo contaron, lo he visto, cómo los niños accedían de pronto a algo que de otra manera hubiera sido imposible que tuvieran. Por eso fue criminal terminar con ese plan. Era darle a todos los chicos la oportunidad de tener una ventana al mundo. ¿Por qué yo puedo ver esa ventana y otros no tienen idea, siquiera, de que existe esa ventana? Por eso, si me preguntás por un objetivo mío, yo quiero hacer visible eso, mostrar que es cruel, criminal, no terminar con esas diferencias.