Ojos bien cuidados
Laura Alché, al frente de un grupo de investigadores de Exactas UBA, obtuvo el premio mayor de la décima edición del concurso INNOVAR, organizado por el MINCyT y realizado en el predio de Tecnópolis. El producto galardonado, llamado VIREST, es un novedoso compuesto que actúa contra los virus que causan la mayoría de las conjuntivitis virales.
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“Obtener este reconocimiento después de casi 15 años de haber iniciado este trabajo interdisciplinario nos pone muy contentos. Aunque no imaginábamos que recibiríamos tanta premiación”, reconoce Laura Alché, investigadora del CONICET en el Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Es que el jueves pasado, en Tecnópolis, el producto presentado como “VIREST: un remedio para las conjuntivitis virales”, que fue dado a conocer por NEX hace poco más de un año, cosechó varios galardones. Primero, el premio Innovar 2014 en la categoría Investigación Aplicada. Luego, la distinción INNOVAR (que es el premio mayor) que se otorga al mejor trabajo elegido entre todos los ganadores. Finalmente, una medalla de oro y un certificado otorgado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
Según explica Alché, el novedoso compuesto actúa contra los virus que causan la mayoría de las conjuntivitis virales, para las cuales no hay tratamiento específico hasta el momento. “Además, posee propiedades antiinflamatorias sin los efectos adversos de los corticoides”, completa.
Virest es el nombre de fantasía de un análogo del estigmastano (así se denomina químicamente al principio activo del medicamento) que fue sintetizado por Lydia Galagovsky y Javier Ramírez, del Departamento de Química Orgánica de Exactas UBA, y luego probado en cultivos celulares y en animales de laboratorio por Laura Alché y Flavia Michelini, del Departamento de Química Biológica de la misma Facultad, y por Alejandro Berra de la Facultad de Medicina (UBA).
Virest ya fue patentado en la Argentina, en los Estados Unidos y en la Unión Europea a nombre del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y su desarrollo como medicamento está a cargo del Laboratorio Instituto Massone, una empresa farmacéutica de capitales nacionales.
“Ya optimizamos la solubilidad del principio activo y acabamos de poner a punto un modelo in vivo en conejo para estudiar la actividad antiviral de la molécula”, anuncia José Groisman, doctor en Química de Exactas UBA y Director de Investigación y Desarrollo de Instituto Massone. “En este desarrollo intervienen investigadores argentinos de varias instituciones nacionales, como el INTI, las facultades de Medicina, de Farmacia y de Exactas de la UBA, y la Universidad de San Martín, entre otras”, remarca Groisman con indisimulable orgullo.
Por su parte, Alché reclama que se agilice la implementación de un sistema de evaluación académica que incentive la transferencia de conocimiento científico a la industria: “Si bien el Ministerio de Ciencia sostiene un discurso de estímulo a las actividades de transferencia, durante estos años tuvimos que atravesar muchas dificultades a la hora de concursar nuestros cargos docentes o de promocionar a los investigadores de nuestro grupo de investigación. Porque las instituciones que nos evalúan, como el CONICET y la UBA, toman muy en cuenta las publicaciones. Y nosotros no podíamos publicar los resultados porque teníamos que proteger esa información hasta que se obtuvieran las patentes”.
Las patentes ya están. Tal vez, algún día la academia pueda valorarlas tanto como un paper. Quizás, ese día se habrá superado la antinomia entre ciencia básica y ciencia aplicada.