¿Por qué se produce el viento?
Responde Bárbara Tencer, investigadora en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de Exactas UBA.
El viento no es otra cosa que aire en movimiento, que se desplaza desde los centros de alta presión hacia los de baja presión, y así se compensan las diferencias. La velocidad de ese desplazamiento es proporcional a la diferencia de presión: cuanto mayor sea esa diferencia, más intenso será el viento.
Si bien el aire se desplaza en forma horizontal, también se generan movimientos verticales. En realidad, el aire recorre un circuito: cuando se acumula una masa de aire en una región de la atmósfera, ese aire luego asciende, para desplazarse a gran altura y luego descender en las regiones de alta presión. De este modo, se cierra un ciclo, que se denomina celda de circulación.
En las zonas de alta presión, el cielo suele estar despejado, pues los movimientos de descenso impiden la formación de nubes. En cambio, en las zonas de baja presión hay abundancia de nubes y tiempo lluvioso. Ello se debe a que, si hay humedad disponible, a medida que el aire asciende, se enfría y, por ende, se condensa el vapor de agua que está presente en él.
Pero ¿por qué se forma un centro de baja presión? Hay centros de alta y baja presión que son casi permanentes. Por ejemplo, en el hemisferio sur, sobre el Atlántico y el Pacífico hay centros de alta presión que están presentes durante todo el año, y se ubican en la rama de descenso de la celda de circulación.
El motor de la circulación atmosférica es la energía solar. En la zona cercana al Ecuador, la radiación solar es más directa y se produce un mayor calentamiento. El aire caliente asciende, por convección, y se forma lo que se conoce como celda de Hadley, que tiene su rama de descenso en latitudes medias (alrededor de los 30 grados) en ambos hemisferios. Para cerrar la celda de Hadley, hay vientos en superficie que se dirigen hacia el Ecuador, y vientos en altura que se dirigen hacia los trópicos.
La rama de descenso de la celda de Hadley en latitudes medias lleva a la formación de los anticiclones semi-permanentes sobre los océanos y también los continentes, sobre los desiertos más grandes del mundo, como el del Sahara y el desierto de Atacama. Así podría afirmarse que los centros de alta presión, que inhiben la formación de nubes, serían, en gran medida, responsables de la existencia de extensos desiertos.