Con aroma a antiviral
Compuestos extraídos de dos hierbas, una de ellas aromática y muy utilizada en las cocinas, mostraron en experimentos de laboratorio tener un efecto contra el adenovirus humano, causante de varias infecciones para las que aún no existe una terapia antiviral aprobada.
No es raro que cualquier persona haya conocido de cerca y sufrido alguno de los trastornos que provoca el adenovirus humano, como resfrío, neumonía, conjuntivitis o gastroenteritis. Ya a los diez años, la mayoría padeció alguna de sus más de 50 variantes que se registran en todo el planeta y durante casi todo el año. No suele ser fatal, pero sí deja fuera de combate por un tiempo a quienes ataca.
“A pesar de ser un viejo conocido, todavía no hay un antiviral específico contra el adenovirus”, dice Erina Petrera del Laboratorio de Virología de Exactas UBA, que junto con un equipo de trabajo internacional, llevó adelante investigaciones que pueden marcar nuevos caminos en busca de una terapia efectiva.
Los resultados in vitro son prometedores. Y la fuente de donde se obtienen es la propia naturaleza: son sustancias extraídas de dos plantas –una de ellas muy habitual en la cocina como el romero–, que presentan compuestos con efecto antiviral, y no sólo eso, sino que aún hay más beneficios.
A pesar de ser un viejo conocido, todavía no hay un antiviral específico contra el adenovirus.
“Encontramos que de diez compuestos que evaluamos contra el adenovirus humano (HAdV-5), tres tenían actividad antiviral sin presentar citotoxicidad en las células, es decir no las afectaba”, señala Petrera, doctora en Química Biológica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Las hierbas puestas en acción son Jatropha isabellei y Rosmarinus officinalis (el condimento de numerosos platos de comida). “Las plantas son una fuente inagotable de nuevos fármacos. La diversidad química y el amplio espectro de actividad antiviral de los productos naturales los convierten en candidatos ideales para nuevas terapias”, dice el trabajo publicado en Planta Med.
En esta ocasión, el trabajo fue realizado con estas plantas de la región sudamericana. “Investigadores del Instituto de Química de Recursos Naturales, de la Universidad de Talca, de Chile trabajaron con estos productos naturales e hicieron el aislamiento de estos compuestos. A partir de ahí, se hicieron estos derivados para evaluarlos”, relata Petrera, desde Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Naturaleza bajo microscopio
La búsqueda comenzó con diez moléculas de origen vegetal. De las cuales tres, “los compuestos 2, 5 y 9, inhibieron significativamente la replicación del adenovirus”, indica el estudio. Y, además, no generaban daño celular. “Que el virus no se multiplique y que la célula sobreviva es lo ideal, pero es lo más difícil de lograr. Aquí estaría funcionando así”, dice con alegría.
Pero esto no era todo. También había otros beneficios relacionados con el proceso inflamatorio que se da durante una infección, por ejemplo, en la conjuntivitis causada por adenovirus en el sistema ocular. “Nosotros medimos dos citoquinas pro inflamatorias, relacionadas con todo el efecto nocivo que produce el virus en el ojo, al infectarlo”, describe, y a renglón seguido agrega: “Estos tres compuestos que tienen actividad antiviral, además, tienen efecto antiinflamatorio, y estarían, de alguna manera, inhibiendo o bajando la producción de estas citoquinas que producen inflamación y provocan daños celulares en el ojo”.
El equipo encontró que estos compuestos actúan contra herpes y adenovirus. Y además, tienen un efecto antiinflamatorio.
Desde hace años, el grupo de trabajo prueba, una y otra vez, sustancias con efectos antivirales a partir de hierbas. En este caso, se trataba del trabajo de tesis de Juan Esteban Bidart, primer autor del paper. El objetivo era apuntar a virus que generan daños parecidos. “Nos interesaba ver el efecto de estos compuestos dado que ya los habíamos probado con éxito en herpes 1, que también puede generar daño ocular, como la queratitis herpética”, precisa.
Por cierto, esta coincidencia abre expectativas. “Tenemos dos cosas importantes. Vemos que estos compuestos actúan contra herpes y adenovirus. Y además, tienen un efecto antiinflamatorio. En el caso de las infecciones oculares hoy, generalmente, se usa como terapia un antiviral y un corticoide para bajar la inflamación. En cambio, aquí con un solo compuesto se podría lograr ambos efectos”, señala.
Por delante, queda un largo camino. “El próximo paso es ver si el efecto obtenido a nivel celular se mantiene en un organismo vivo. Debemos hacerlo con animales para ver si esto que estamos viendo in vitro, también ocurre en una infección in vivo, donde hay más interacciones y más respuestas del organismo”.
Petrera es optimista. “Estaría jugando a favor el hecho de que su aplicación iría directo al ojo. Si bien es para un tratamiento tópico y más fácil de tratar, es una zona bastante sensible. Pero, primero, habría que ver si es tóxico o no para los ojos de los animales, entre otros estudios”, concluye.