Lejos de la equidad
La baja participación de mujeres en carreras relacionadas con ciencia y tecnología resulta una problemática compleja, con representaciones sociales que aparecen desde la niñez y se van moldeando hasta la adolescencia. Al cumplirse un nuevo “Día Internacional de la Mujer y la Niña en Ciencia”, destacadas referentes académicas opinan sobre qué factores contribuyen a la disparidad de género y proponen iniciativas para acortar esta brecha.
Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas: estas son las denominadas disciplinas STEM, bajo el acrónimo de estas disciplinas en inglés. En diversos informes, que incluyen fuentes de la UNESCO y el BID, se afirma que las disciplinas STEM resultan claves para afrontar los principales desafíos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y que son vitales para las economías nacionales.
En síntesis, las habilidades STEM han sido identificadas como necesarias para que un país siga siendo económicamente competitivo y se afirma que las carreras profesionales en STEM son los empleos del futuro para fomentar el desarrollo sostenible, impulsar la innovación, el bienestar social y el crecimiento inclusivo (de acuerdo a datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, una persona que trabaja en STEM gana dos tercios más que las personas empleadas en otros campos).
A pesar de la relevancia que tienen estas carreras, las mujeres han estado persistentemente subrepresentadas en dichas áreas, que resultan las de menor participación. A nivel mundial, solo el 35 por ciento de quienes estudian carreras STEM son mujeres y, en Argentina, esta situación se profundiza: si bien seis de cada diez estudiantes universitarias son mujeres, representan solo 25 por ciento del total de quienes estudian ingeniería y ciencias aplicadas y el 15 por ciento de las carreras de tecnología y computación.
A pesar de la relevancia que tienen las carreras STEM, las mujeres han estado persistentemente subrepresentadas en dichas áreas, que resultan las de menor participación.
¿Por qué ocurre actualmente esta situación y cuáles son sus causas? Las niñas, adolescentes y jóvenes se encuentran con ciertas barreras, prejuicios o visiones sesgadas para orientarse hacia disciplinas STEM desde una temprana edad. Por un lado, persisten ciertos estereotipos en relación a carreras “femeninas y masculinas” en donde buena parte de las orientaciones científicas quedaron asociadas a la masculinidad, tal como advierte la corriente STEM, que afecta la confianza e interés de mujeres en el ámbito científico y tecnológico. Por otro lado, hay publicaciones sobre género y carreras de ciencia, en las que se puntualizan diversos factores que complejizan el asunto: 1. La invisibilización de las mujeres en la historia de las ciencias (por citar un ejemplo solo el 3% de los Premios Nobel en ciencia han sido entregados a mujeres); 2. Las creencias y expectativas de género naturalizadas desde la niñez, culturalmente adquiridas en los procesos de socialización que se inician en la familia y se prolongan en la escolaridad y los juegos, contribuyendo a moldear las preferencias de mujeres y varones en la elección de carreras y profesiones; 3. La persistencia de significaciones estereotipadas sobre rendimiento escolar diferenciado entre mujeres y varones llevan a procesos autocondicionantes en la percepción de capacidades y habilidades (por ejemplo, la idea de mujeres “no aptas para las matemáticas”) y dan paso a la naturalización del avance masculino en estas disciplinas; 4. Por último, se produce la tradicional asociación de las carreras vinculadas a la salud, las ciencias sociales y la educación como una prolongación de los roles de cuidado, maternales y domésticos.
Más allá de esto, incluso aquellas mujeres que logran estudiar una carrera universitaria STEM, o insertarse laboralmente en el área, enfrentan barreras que pueden truncar sus trayectorias: en Argentina las mujeres dedican en promedio el doble de tiempo a las tareas de cuidado que sus pares varones, la promoción está basada en normas y criterios de evaluación masculinos, y los estereotipos de género que moldean las creencias y expectativas hacia las mujeres hacen más difícil obtener logros y reconocimiento, por la poca visibilidad que suelen tener en estos ámbitos.
“Entre los años 2009 y 2016 continuó incrementándose la feminización de las carreras en la UBA, tendencia que se observa en el conjunto de las universidades nacionales. Particularmente en la UBA, la población de estudiantes está compuesta por un 60 por ciento de mujeres y 40 por ciento de varones. Sin embargo, las mujeres no eligen mayoritariamente carreras de ciencia y tecnología sino aquellas orientadas a las ciencias sociales, ciencias de la salud y docencia”, puntualiza Claudia Zelzman, directora de Orientación Vocacional (DOV) de Exactas UBA, y autora de una tesis de maestría sobre el estudio de perfiles de ingresantes a esa facultad.
Las estadísticas de la Facultad de ingresos al CBC por género, entre 2020 y 2022, resultan contundentes: Biología (60%), Alimentos (70%) y los profesorados en ciencias (65%) son las carreras que más población de mujeres incluyen en promedio. Por el contrario Computación, Física, Ciencia de Datos, Paleontología y Geología poseen una población mayoritaria de varones. Mientras que en Matemática hay casi una paridad de género, con estudiantes mujeres que oscilan entre 44 y 48%.
En Argentina las mujeres representan solo 25% del total de quienes estudian ingeniería y ciencias aplicadas y el 15% de las carreras de tecnología y computación.
Desde este punto de vista, el incremento del acceso femenino a la universidad no deriva por sí mismo en una distribución equitativa según género en las distintas carreras. “Es necesario realizar intervenciones específicas para favorecer que más mujeres se vuelquen a estas carreras, especialmente programas de articulación con escuelas secundarias y programas institucionales. En este sentido, los y las docentes de escuelas resultan aliadas para despertar vocaciones científicas tempranas desde la enseñanza y la transmisión de estos conocimientos”, precisa Zelzman, y hace referencia a las representaciones sociales que tienen actualmente las carreras: “Más allá de que la pandemia llevó a repensar la divulgación científica y puso en el centro de la escena a la ciencia y a la necesidad de comprender temas claves sobre vacunas o estadísticas de la enfermedad, en general, estas carreras están menos instaladas en los medios masivos que otras como psicología o abogacía”, subraya.
Desde la Facultad se plantea una política clara para que todas las charlas, talleres y semanas de las ciencias tengan referentes mujeres que protagonicen las actividades y orienten a potenciales interesadas. Incluso, para la Licenciatura en Ciencia de Datos, que aún no tiene graduadas, se han realizado una serie de videos especiales de Mujeres de Exactas como modelos de rol.
Computación y Física como elecciones de carrera
En Ciencias de la Computación de Exactas UBA, sólo un 16 por ciento se inscribe al CBC. Las percepciones de la carrera como mayoritariamente “de hombres” se suelen reforzar tempranamente desde la escuela. “Hay una problemática general de Computación, Sistemas o Ingeniería en Informática, ya que se ven como carreras más técnicas. Y, en los talleres de orientación que se dictan en los últimos años del secundario, las chicas ya están optando por carreras tradicionales y las ingenierías se ven como más raras. Salvo el caso del profesorado, con el que se sienten más identificadas”, comenta Virginia Brassesco, licenciada en Ciencias de la Computación, investigadora y docente de la Universidad Pedagógica Nacional e integrante de “Las de Sistemas” (una comunidad transfeminista de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, que busca visibilizar su trabajo en la industria tecnológica y lograr ámbitos laborales más inclusivos).
Brassesco, quien suele dictar charlas de orientación de la carrera de Computación, explica que durante los encuentros aparece este preconcepto en las asistentes de que la informática no es para ellas. Desde “Las de Sistemas”organiza junto a otras integrantes la FemITConf, una conferencia anual con perspectiva de género donde participan referentes de la comunidad transfeminista y visibilizan las diferentes problemáticas de género en tecnología. “Nuestra comunidad ‘Las de Sistemas’ está creciendo muchísimo, llegamos a las 600 integrantes, varias de ellas de Exactas. Y en la última FemITConf, que se transmitió desde el pabellón Cero más Infinito, incluimos nuevas experiencias con charlistas vinculadas al arte, proyectos sociales y datos masivos, para construir una tecnología orientada a nuestras necesidades”, concluye.
Las mujeres dedican en promedio el doble de tiempo a las tareas de cuidado que sus pares varones, la promoción está basada en normas y criterios de evaluación masculinos.
En la carrera de Física, la población de mujeres es considerable y asciende a un 32 por ciento, pero sigue siendo minoritaria. “Esta proporción se repite en la Asociación Física Argentina, que nuclea a la mayoría de profesionales de Argentina, y también en el número de investigadoras de CONICET”, explica Luciana Bruno, doctora en Física e investigadora en Biofísica en el Instituto de Cálculo. Bruno sostiene que el imaginario colectivo de las carreras STEM resulta en un estándar muy alto de exigencia, que hace que las mujeres tengan mucho temor a cometer errores o no poder fallar, que tengan que demostrar cuán buenas son y plantea la necesidad de lograr cambios en las sensaciones cotidianas de quienes cursan estas carreras o tienen posibilidad de elegirlas: “Las estudiantes actuales de física muchas veces no sienten pertenencia, se sienten excluidas o incómodas para preguntar en clase o se les dice que no van a entender cierto concepto. Esos micromachismos se naturalizan por parte de los docentes e incluso hay docentes mujeres que los replican. Es más difícil contrarrestar esa situación siendo pocas mujeres en la carrera”, argumenta.
Actualmente, la investigadora participa en las subcomisiones de género de la Asociación Física Argentina y de la Licenciatura en Ciencias de Datos (LCD) de Exactas UBA. Su propósito en estos ámbitos es detectar situaciones de violencia, discriminación o situaciones conflictivas vinculadas al género. En este sentido, en la carrera de LCD se están diseñando e implementando encuestas para conocer cómo se sienten las estudiantes en el propio ambiente universitario.
Acciones tempranas y comunidades de pertenencia
Daniela Rodríguez es la directora del Instituto de Cálculo (IC) y una de las principales organizadoras del Día de Ada Lovelace (en honor a la matemática y escritora británica que en el siglo XIX creó un algoritmo para ser procesado por una máquina y sentó las bases de la computación). Se trató de una jornada, cuya primera edición se realizó en Exactas UBA, donde participaron treinta niñas de entre 10 y 12 años y consistió en un taller de resolución de problemas destinado a promover entre ellas las carreras STEM, y alentarlas en la comprensión de la importancia del rol de la mujer en la ciencia. Se organizó conjuntamente en cuatro ciudades de Santa Fe, con el auspicio del Gobierno de Santa Fe y la Fundación Sadosky. El evento fue todo un éxito, continuará y se ampliará en próximas ediciones. “Las niñas participaron muchísimo, fueron súper comprometidas y se quedaron con ganas de seguir recorriendo la facultad”, comenta Rodríguez.
“Hay dos cuestiones fundamentales. En primer lugar empezar a trabajar desde la escuela primaria, no tanto en la secundaria porque ya es tarde, participan menos mujeres y la decisión de carrera ya suele estar más elaborada. En segundo lugar, es importantísimo que las niñas vengan espontáneamente a la Facultad, que habiten los mismos espacios dónde estamos nosotros, nos conozcan, vean nuestro trabajo y entendamos que podemos funcionar como modelos de rol, ya que si nosotros vamos a la escuela el impacto no es el mismo”, afirma Rodríguez, quien también es investigadora y profesora del IC.
Más allá de esto, Rodríguez remarca la importancia de realizar las Semanas de las Ciencias en Exactas UBA y de darles un lugar de contención temprana a estudiantes de escuelas para despertarles la curiosidad y alentarlas a conocer estas carreras. “En el caso de la nueva Licenciatura en Ciencia de Datos se puede arrancar difundiendo de cero con referentes femeninas desde primer año, a diferencia de carreras ya instaladas desde hace décadas”, plantea la directora del IC y comenta su experiencia particular: “En mi carrera de matemática me dediqué a la estadística, y no es lo mismo tener a una docente mujer en el área que no tenerla. No es que me decidí por eso pero puede haber sido un factor más, ya que justamente la estadística es un área donde suele haber más mujeres”, concluye.
La escasa visibilidad que aún tienen mujeres y diversidades que están presentes en estos ámbitos refuerza los sesgos de género y ofrece menos modelos a seguir para niñas y adolescentes.
En esta misma línea, ya existen comunidades que agrupan a mujeres orientadas al uso de la tecnología y los datos. El lenguaje de programación de código abierto “R”, tiene su propia comunidad internacional de género, R-Ladies, y que en Argentina tomó forma entre 2016 y 2017. “R-Ladies es una organización global fundada en San Francisco, una comunidad de código abierto que fue creciendo y amplificando muchísimo sus acciones con los años, sobre todo en Latinoamérica”, explica Laura Ación, quien fue organizadora de R-Ladies Buenos Aires e integrante del grupo de liderazgo global de esa organización y actualmente es investigadora en bioestadística aplicada en investigación clínica y datos del IC. “Creo que la idea no es solamente incluir a mujeres sino a también a interseccionalidades, personas trans, no binaries, y originarias. Porque si son todas 50 por ciento mujeres blancas y del mismo estrato social, no estamos solucionando la problemática. Necesitamos a todas con sus diversidades e intersecciones”, puntualiza Ación, quien es licenciada en Biología de Exactas UBA y doctora en Bioestadística. Entre 2019 y 2020 la investigadora fue dejando a otras personas el espacio de liderazgo local y regional de R-Ladies pero continúa trabajando en cuestiones puntuales como la organización de Metadocencia (organización sin fines de lucro que fomenta la ciencia y educación abierta para investigadores) y en el problema del uso responsable de los datos, que incluye los sesgos en algoritmos que se desarrollan para programas informáticos y técnicas de aprendizaje automático (inteligencia artificial). “En la tecnología hay soluciones donde no se contemplan los problemas de las mujeres y de las sociedades en general. Sesgos va a haber siempre, no existen los datos no sesgados porque vivimos en economías y sociedades muy desiguales. Más allá de eso, hay que trabajar en la equidad, la inclusión y sobre todo en las regulaciones de esas tecnologías en inteligencia artificial, en cómo usar esos datos de manera responsable”, argumenta la investigadora.
Por su parte, Ana Velez Rueda es cofundadora del grupo “Mujeres en Bioinformática y Ciencia de Datos de Latinoamérica” e investigadora en la Universidad Nacional de Quilmes y viene trabajando activamente en derribar las barreras y prejuicios en este tipo de carreras. “Hoy somos una organización consolidada y reconocida en todo el continente, en gran medida gracias a la sororidad y acompañamiento de otras comunidades como Las de sistemas, DataGénero, Metadocencia, HackWomen o Met. Supimos buscar siempre una mayor inclusión y acceso de las personas históricamente marginalizadas en estas disciplinas”, describe Velez Rueda. Y afirma que el desafío es poder mantener la comunidad de mujeres mientras realizan al mismo tiempo sus tareas profesionales, de cuidado y en contextos económicos complejos, lo que muchas veces las lleva a abandonar las tareas comunitarias (que además son valoradas como de escasa relevancia a la hora de evaluarlas profesionalmente). “Somos muchas las que desarrollamos nuestras profesiones en todas las carreras STEM. Si bien aún peleamos por ocupar posiciones de poder y de toma de decisiones, aquí estamos y existimos todes nosotres: mujeres, travestis, trans y no binaries. La pregunta es cómo sostenemos a las mujeres y diversidades en estas áreas, como les acompañamos para que no abandonen, para que no se nos desangren en el camino de una vida de cuidados, crianzas y discriminación. Muches, desde múltiples espacios, estamos trabajando para visibilizar, acompañar, generar redes de contención, desarrollar protocolos de género y formar compañeres. Sin embargo, creo que falta validación y escucha a estos espacios de construcción comunitaria para el desarrollo de estrategias institucionales que realmente contemplen esas miradas, en pos de construir una ciencia y tecnología más inclusiva e igualitaria”, concluye Velez Rueda.
Construyendo políticas en STEM
Claramente, la escasa visibilidad que aún tienen mujeres y diversidades que están presentes en estos ámbitos refuerza los sesgos de género y ofrece menos modelos a seguir para niñas y adolescentes. Romper con ese círculo vicioso requiere de ciertas estrategias integrales que consideren cada una de estas barreras. Principalmente de políticas y estrategias a implementar tanto a nivel regional como por país: 1. Políticas educativas y de formación profesional para dotar a las mujeres de habilidades, vocación, interés y confianza necesaria y facilitar el acceso al mundo laboral; 2. Políticas públicas con perspectiva de género para derribar prejuicios y estereotipos, y promover la visibilidad de mujeres y diversidades en STEM; 3. Políticas para lograr una convergencia entre la vida familiar y laboral, y para fomentar la inserción de mujeres en este ámbito y su ascenso a posiciones de liderazgo; 4. Políticas y estrategias institucionales para fortalecer la evidencia, datos que permitan construir indicadores disponibles y capacidades para adoptar una estrategia integral con mecanismos de evaluación.
Como puede apreciarse en el informe actual de la UNESCO, ya existen iniciativas consolidadas y ampliamente desarrolladas (a nivel de gobierno, académico, en el sector privado y en organizaciones sin fines de lucro) desde 2010 a 2020. Pese a diez años de intervenciones dirigidas a la reducción de la brecha de género en STEM en la región, y a la promoción de la paridad entre hombres y mujeres en el ámbito de la investigación científica, las mujeres aún enfrentan barreras personales, educativas y ocupacionales dentro de los procesos STEM, y la brecha de género sigue siendo amplia.
El análisis de las políticas y los instrumentos implementados hasta el momento en Latinoamérica evidencia la necesidad de un nuevo paradigma y de un enfoque más sistémico para lograr cambios estructurales y para promover y alcanzar la igualdad de género en STEM. Las oportunidades para acortar la brecha son innumerables y la voluntad de las comunidades está más activa que nunca pero aún queda un amplio trayecto por recorrer.