“Todos nos creímos eso”
Un trabajo científico efectuado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA refutó una aseveración sostenida durante décadas. Es una investigación sobre el Aedes aegypti, transmisor de dengue, zika, chikunguña y fiebre amarilla, que reveló que el mosquito cuenta con un mecanismo clave que aumenta su probabilidad de supervivencia en lugares con largos inviernos.
La ciencia es un modo de construir conocimiento. Y esa construcción es colectiva: los científicos dan a conocer el resultado de sus investigaciones al resto de la “comunidad” para que otros investigadores puedan aprovecharlo. ¿Cómo lo hacen? Mediante la publicación de papers. ¿Dónde? En revistas especializadas que, mediante un “comité de expertos”, deciden si esa investigación cumple con los requisitos necesarios para ser aceptada o rechazada.
Este mecanismo posibilita, por un lado, que un investigador de cualquier lugar del mundo pueda estar al tanto de los “descubrimientos” realizados por sus pares de otra parte del planeta y, por otro lado, que en los laboratorios de investigación se acepte ese conocimiento nuevo como válido.
“Esto está escrito en papers científicos muy importantes publicados en revistas muy importantes, y todo el mundo lo daba por hecho. Todos nos creímos eso. Los resultados de nuestros experimentos contradecían esa idea, pero no es fácil desafiar un paradigma. Nos llevó muchos años convencernos de que algo no coincidía y plantearnos que eso podía no ser así”, reconoce Sylvia Fischer, investigadora del CONICET en el Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Fischer se refiere a una afirmación científica sostenida desde hace décadas, pero de la que, curiosamente, nadie había dado cuenta experimentalmente: “No sé si es que nadie lo estudió, o si lo estudiaron y no lo publicaron”.
Es que el sistema científico tiene un talón de Aquiles: cuando el investigador redacta un artículo para enviarlo a publicar no da a conocer los experimentos fallidos. En otras palabras, el paper muestra el éxito y esconde los fracasos. Porque ninguna revista científica publica resultados negativos.
Por ejemplo, si alguien quiere probar la efectividad de una droga como antiviral y sus experimentos muestran que no funciona como tal, no escribe un paper contando su experiencia. Porque sabe que ninguna revista aceptará publicar los resultados de ese trabajo.
Como consecuencia de esta práctica se pierde información que podría ser valiosa para otros científicos, sea para no repetir un experimento que ya se hizo y falló o, más importante aún, para analizar las posibles causas de esa “falla” y replantear los experimentos.
Estudios de vanguardia
Las investigaciones del GEM sobre el Aedes aegypti -transmisor de dengue, zika, chikunguña y fiebre amarilla- son particularmente originales a nivel mundial porque trabajan con poblaciones del mosquito que viven en climas templados. “La gran mayoría de los trabajos se efectúan con mosquitos de origen tropical”, explica Sylvia Fischer.
Otra característica particular de las investigaciones del GEM es que estudian poblaciones de mosquitos colectadas directamente del campo. “En otras partes del mundo, predominan los trabajos con poblaciones de mosquitos criadas en el laboratorio durante muchas generaciones. En esas condiciones, los insectos pueden perder características que tenían cuando vivían en la naturaleza”.
Desde hace varios años, el GEM viene demostrando que el Aedes aegypti se está adaptando al frío. De hecho, hace pocos días, NEXciencia publicó el último de una serie de trabajos llevados a cabo por el GEM en ese sentido. Allí se demostraba que el mosquito puede completar su desarrollo a solo 12ᵒC de temperatura, algo jamás reportado en el mundo.
Ahora, una nueva investigación efectuada por el GEM reveló una estrategia del mosquito que podría ser clave para su proceso de adaptación al frío. Los resultados del trabajo fueron publicados en el Journal of Insect Physiology y refutan una verdad sostenida durante décadas.
La estrategia negada
Los cambios ambientales pueden poner en riesgo la supervivencia de los organismos. Para resistir condiciones climáticas adversas, muchos insectos suelen entrar en un estado de “vida latente”, denominado diapausa, en el cual se interrumpe el desarrollo y la reproducción. Es un fenómeno que minimiza el metabolismo del insecto reduciendo el consumo de energía y la pérdida de agua. De esta manera, el bicho puede “aguantar” durante meses un contexto hostil (por ejemplo un invierno), aguardando la llegada de condiciones favorables para su desarrollo.
En la mayoría de los insectos, la diapausa es inducida por los cambios en la iluminación diaria, es decir, por el fotoperíodo. Así, la disminución de la cantidad de horas de luz ante la proximidad del invierno (o sea, el acortamiento del fotoperíodo) es una señal para el organismo de que debe entrar en diapausa. De igual forma, el alargamiento del día en las cercanías de la estación cálida estimula la salida del estado latente.
“El hecho de que la diapausa esté regulada por el fotoperíodo evita que, ante la eventualidad de que se produzca una semana de temperaturas más altas durante el invierno, el insecto reinicie su desarrollo. Si eso ocurriera, cuando las temperaturas vuelven a bajar, las larvas morirían”, ilustra Fischer.
Hasta ahora, científicos de distintas partes del mundo negaban la posibilidad de que el mosquito Aedes aegypti fuera capaz de entrar en diapausa. Sin embargo, no existen estudios que lo fundamenten.
“En varias oportunidades, durante nuestros experimentos, nos pasó que los huevos de Aedes aegypti no eclosionaban aun teniendo condiciones favorables para hacerlo”, recuerda Fischer. “Finalmente, decidimos salirnos del paradigma y plantearnos la hipótesis de que podían estar en diapausa”.
De la oscuridad a la luz
El experimento consistió, básicamente, en separar a los mosquitos en dos grupos, que fueron sometidos a condiciones de iluminación diferentes. Uno de los grupos fue expuesto a un fotoperíodo de 10 horas de luz y 14 horas de oscuridad. El otro grupo a 14 horas de luz y 10 horas de oscuridad. “Es un equivalente aproximado a la iluminación que tenemos en Buenos Aires a principios de junio y a principios de diciembre respectivamente. O sea, en la proximidad del invierno y del verano”, acota Fischer.
Después, cuando las hembras de ambos grupos pusieron los huevos, el equipo del GEM evaluó cuántos de esos huevos eclosionaban para liberar a las larvas. “Nuestros resultados fueron bastante contundentes. Vimos que la predisposición a eclosionar varía muchísimo entre los dos tratamientos. Los mosquitos que fueron criados en fotoperíodo corto eclosionan mucho menos, y los que fueron criados en fotoperíodo largo, eclosionan mucho más”, revela.
Fischer aclara que “para comprobar que esto es diapausa hay que hacer otros estudios. No obstante, podemos afirmar que el Aedes aegypti tiene un mecanismo, basado en el fotoperíodo, para inhibir la eclosión durante la temporada donde hay pocas horas de luz”.
En otro experimento, que aún no ha sido publicado, las investigadoras e investigadores del GEM estudiaron el tiempo de supervivencia de los huevos producidos en ambas condiciones de iluminación. Para ello, mantuvieron los huevos de ambos grupos durante cuatro meses en el laboratorio sin sumergirlos, para que no eclosionen. “Observamos que, en idénticas condiciones de temperatura y humedad, los huevos del fotoperíodo corto, o sea los huevos de invierno, supuestamente en diapausa, tienen una supervivencia mucho mayor, prácticamente el doble, que los huevos del fotoperíodo de verano”.
Según la investigadora, estos resultados revelarían una estrategia adicional del Aedes aegypti para expandirse hacia zonas cada vez más frías. “Además de que, como demostramos en estudios anteriores, sus larvas se están haciendo más resistentes al frío, estos nuevos resultados indicarían que Aedes aegypti es capaz de entrar en diapausa. Eso lo protegería de tener eclosiones accidentales en períodos cortos de temperaturas más altas y, además, le estaría permitiendo producir huevos más resistentes. Todo esto en conjunto aumenta la probabilidad de supervivencia del mosquito en lugares donde el invierno es más largo”.
Finalmente, pese a los inconvenientes que produjo para su investigación, Fischer trata de interpretar el hecho de que otros colegas del mundo negaran la posibilidad de que Aedes aegypti pudiera entrar en diapausa. “Los estudios con este mosquito suelen hacerse con poblaciones de Aedes aegypti de origen tropical que fueron criadas en el laboratorio. En esas condiciones, podría ocurrir que esos insectos no entren en diapausa”, justifica, y agrega: “Por otro lado, como los resultados negativos no se publican, nadie mandaría a publicar un paper cuyo título diga: Aedes aegypti no tiene diapausa”.
Además de Sylvia Fischer, el trabajo de investigación lleva la firma de María Sol De Majo, Pedro Montini y Verónica Loetti, integrantes del GEM, y de Cristian Di Battista y Raúl Campos del Laboratorio de Ecología de Insectos del Instituto de Limnología «Dr. Raúl Ringuelet» (UNLP-CONICET).