Al momento de elegir el lugar donde poner los huevos, las hembras del mosquito transmisor de dengue, Zika, chikungunya y fiebre amarilla, no estarían tomando las decisiones más favorables para el desarrollo y supervivencia de su prole.
Sylvia Fischer
En distintos barrios porteños ya se registró actividad del mosquito Aedes aegypti, el insecto que transmite dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla.
El mosquito Aedes aegypti, transmisor de dengue, zika, chikunguña y fiebre amarilla, avanza sobre el territorio argentino y parece no tener límites. Un estudio científico revela nuevas habilidades del insecto para conquistar regiones cada vez más frías.
Un experimento efectuado con el mosquito transmisor de dengue, Zika, chikunguña y fiebre amarilla muestra que, “en la vida real”, al insecto no le va tan bien como se estima en el laboratorio. Esa es la buena. La mala es que un recipiente abandonado puede servir de criadero para el desarrollo de las larvas independientemente del tiempo que haya sido dejado a la intemperie.
Un trabajo efectuado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA refutó una aseveración sostenida durante décadas por la comunidad científica. Es una investigación sobre el Aedes aegypti, transmisor de dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla, que confirmó que el mosquito cuenta con un mecanismo clave que aumenta su probabilidad de supervivencia en lugares con largos inviernos.
Una investigación sobre el mosquito transmisor de dengue, zika, chikunguña y fiebre amarilla relacionó la mortalidad del insecto con las condiciones climáticas del invierno porteño. Los resultados muestran que solo en momentos de olas de frío la mortandad es pronunciada. De todos modos, un número significativo sobrevive y alcanza el estado adulto. Según el estudio, sería un mecanismo de selección natural que estaría posibilitando que el mosquito se esté adaptando al clima de Buenos Aires.