Recursos pesqueros

Lo que la corriente se llevó

La pesca argentina tiene al calamar como uno de sus platos fuertes. Sin embargo, la densidad de su población es muy cambiante y el stock de cada año sufre grandes fluctuaciones. Un reciente trabajo llevado a cabo por investigadoras e investigadores argentinos reveló los motivos de esas variaciones. Ese conocimiento permitirá una mejor planificación de la actividad pesquera.

9 Feb 2021 POR
La investigación presenta un gran potencial para la industria pesquera nacional y para la sustentabilidad y conservación del ecosistema.

La investigación presenta un gran potencial para la industria pesquera nacional y para la sustentabilidad y conservación del ecosistema. Foto: fis.com.

Suele decirse que la vida es un milagro. Para el caso del calamar argentino, tal vez ese sea un epígrafe más que elocuente. La incertidumbre a la que se exponen sus larvas contrasta con la abundancia de los platos de algunos bares y restaurantes que los sirven fritos y rebozados y que enloquecen a innumerables comensales. La pesca argentina lo sabe, por eso sufre al contemplar, impotente, cómo su stock varía notablemente año tras año.

Por eso, la tesis de doctorado de la becaria María Luz Torres Alberto, de la Universidad de Mar del Plata, publicada en Fisheries Oceanography ha obtenido un enorme impacto. Pero no solo se ha convertido en una investigación con gran potencial para la industria pesquera nacional y para la sustentabilidad y conservación del ecosistema, sino que, además, por su abordaje multidisciplinario, quienes trabajaron en ella manifiestan que les dio muchas satisfacciones.

Así lo expresó en diálogo con NEXciencia Martín Saraceno, doctor en oceanografía física, investigador del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera (UBA-CONICET, y del Instituto Franco Argentino para el Estudio del Clima y sus Impactos (UMI IFAECI), quien participó aportando su conocimiento sobre las corrientes oceánicas.

“Marcelo Acha (investigador del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de la UNMdP-CONICET), director de María Luz, me invitó a codirigir la tesis. Eso me dio mucho gusto pero tuve que aclarar que, sobre calamares, únicamente conocía a las rabas”, comenta entre risas Saraceno, y explica que al proponerse estudiar la variabilidad interanual que tiene esta especie de calamar (Illex argentinus), a él lo convocaron por especializarse en las corrientes superficiales medidas con satélite. “Este trabajo indaga en cómo las condiciones ambientales impactan en su abundancia. La dinámica del océano es imprescindible para comprender eso”, afirma.

Para el investigador, el trabajo fue posible gracias a que el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) tenía en su haber una serie de casi 20 años de registros y datos validados científicamente sobre el stock de calamar, a cargo de Marcela Ivanovic, quien también es una de las autoras del paper.

“También involucré a Nicolás Bodnariuk, un estudiante que codirijo. Él pudo aportar sus conocimientos sobre mecánica de fluidos aplicada a distintos campos, en este caso, lo que hizo fue considerar a las larvas de calamar como si fueran partículas inertes que podrían ser transportadas por las corrientes”, explica Saraceno, que también es profesor del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

La travesía del calamar
El <em>Illex argentinus</em> vive rápido. Todo su ciclo vital puede transcurrir en un año.

El Illex argentinus vive rápido. Todo su ciclo vital puede transcurrir en un año. Foto: Pescachubut.com

El Illex argentinus vive rápido. Todo su ciclo vital puede transcurrir en un año, desde que es una larva que viaja por el mar transportado por la corriente hasta que vuelve -ya adulto-, al lugar en donde nació, donde desova y muere. Saraceno explica que, en el trabajo, se estudiaron los dos principales lugares en donde desova: “Uno es en el sur, frente al Golfo de San Jorge, en la Patagonia, en la región del talud donde las profundidades son entre 150 y los casi mil metros. El otro es más al norte, en el sur de Brasil. Nosotros pudimos probar que, efectivamente, el sector del sur es el que domina la producción”.

Así, la travesía de este cefalópodo comienza en la Patagonia, impulsada por la Corriente de Malvinas. “Es una corriente fría, que viene de la Corriente Circumpolar Antártica del Sur, llena de nutrientes, lo que favorece que haya una importante producción primaria a lo largo del talud y, finalmente, importantes pesquerías, como la del calamar”, relata el investigador.

Para que este calamar pueda llegar a concretar un ciclo de vida exitoso se deben cumplir ciertas condiciones ambientales. Según explica Saraceno, los huevos desovados en el sur son transportados por la Corriente de Malvinas y llega a una zona de confluencia entre las corrientes oceánicas de Brasil y de Malvinas. Allí, para poder eclosionar, las larvas necesitan de cierta temperatura.

“Cuando eclosionan, además, las paralarvas requieren de determinadas condiciones favorables para entrar a la plataforma y, en los meses siguientes, poder volver al sur y, finalmente, al talud para desovar antes de morir. Todo ese ciclo lleva un año”, grafica el experto, al tiempo que advierte que esas condiciones pueden ser muy adversas: “El problema es que la mayoría de las corrientes en la zona de confluencia transportan esas larvas hacia afuera y no hacia la plataforma. Si eso ocurre, las larvas no sobreviven”.

Por ese motivo, uno de los interrogantes que siempre tuvieron quienes estudian a este calamar -y que Saraceno destaca haber aprendido gracias a la colaboración-, es cómo hace para sobrevivir si la mayoría de las corrientes lo alejan de la plataforma y lo llevan mar adentro. Para poder comprenderlo, confeccionaron un modelo que contempla toda la información que se conocía sobre las corrientes oceanográficas y los datos de temperatura superficial del mar, ya que las larvas permanecen en la superficie.

“Luego de casi dos semanas, las aguas en la región de confluencia deben alcanzar cierta temperatura y, después de eso, las corrientes deben ser favorables como para que terminen en la zona cercana a la plataforma. Si, en cambio, un remolino lleva a las larvas hacia el océano abierto, es imposible que puedan volver. Entonces, si todas esas variables se cumplen -a saber: que las larvas lleguen a la zona de confluencia, que allí estén a la temperatura que necesitan y que, luego de dos semanas en las que eclosionaron, las paralarvas lleguen a la zona de plataforma-, podemos hablar de una paralarva con posibilidades de continuar exitosamente con su ciclo de vida”, resume el investigador.

Por supuesto, hay variabilidad interanual en toda esa configuración. Saraceno detalla que hay años en que la Corriente de Brasil llega más al sur y, entonces, toda esta zona va a tener aguas más cálidas. Hay años en donde esta confluencia se comporta de forma tal en que todo es expulsado. Y, por el contrario, hay años en que todo queda más retenido.

¿Hacia un modelo predictivo?

A partir de este trabajo, la industria pesquera podría comprender mejor determinados datos para adelantarse a su campaña y prever la densidad del stock que puede obtener. Si bien no es su objetivo ni su promesa convertirse en una suerte de oráculo para la pesca, la investigación sí ha podido trazar y corroborar relaciones entre sus hallazgos y las capturas del calamar que podrían ayudar en ese sentido.

“Este trabajo explica un buen porcentaje de varianza. Podría llegar a utilizarse como una herramienta predictiva”, afirma Saraceno. “Transcurre aproximadamente un año entre que el calamar desova hasta que crece y se pesca. Lo que observamos es que las condiciones que se tienen que dar ocurren entre que desova hasta los dos o tres meses posteriores. Esto significa que si las condiciones no son favorables dentro de ese período, al año siguiente va a haber mucha menos cantidad. En cambio, si las condiciones son favorables, habrá mucha más”.

En ese sentido, el investigador remarca que se puede hablar de condiciones para que haya más o menos cantidad pero no de una garantía. No obstante, el trabajo compara los distintos factores que se conjugan y pone en relación los años en los que el índice obtenido tenía condiciones favorables con los años en donde hubo muchas capturas. “Hemos encontrado una buena correlación entre lo que predice este modelo y las capturas del calamar”, remarca Saraceno.