Lluvias intensas en la cuenca del Iguazú: Cuando la atmósfera “resuena”
Las abundantes precipitaciones que afectaron durante los últimos días del mes de Junio la cuenca del río Iguazú y provocaron una gran crecida parecen haber sido promovidas por la ocurrencia conjunta y sinérgica de fenómenos atmosféricos de diferentes escalas espaciales y temporales. ¿Quién no experimentó alguna vez la situación de estar disfrutando de las olas del… Ver artículo
Las abundantes precipitaciones que afectaron durante los últimos días del mes de Junio la cuenca del río Iguazú y provocaron una gran crecida parecen haber sido promovidas por la ocurrencia conjunta y sinérgica de fenómenos atmosféricos de diferentes escalas espaciales y temporales.
¿Quién no experimentó alguna vez la situación de estar disfrutando de las olas del mar cuando, inesperadamente, una ola más grande de las que venían ocurriendo hasta entonces nos impacta y termina revoleándonos vergonzosamente por la playa? Esto sucede cuando olas de diferente velocidad, y quizás de moderada magnitud, se “suman” creando una ola de mayor amplitud. Algo equivalente ocurre en algunas ocasiones en la atmósfera con la ocurrencia conjunta de diferentes fenómenos.
Para que se produzcan nubes y lluvia hace falta que el aire húmedo localizado en los niveles bajos de la atmósfera pueda elevarse. Este proceso de ascenso del aire húmedo permite el enfriamiento y, por consiguiente, la condensación del vapor de agua en gotas que conforman las nubes y la lluvia. Cuanto más vigoroso es ese ascenso, más altas son las nubes, más severas las tormentas y más abundantes las lluvias .
En regiones como las del centro y este de nuestro país, estos ascensos del aire en invierno son principalmente inducidos por la presencia de sistemas de baja presión. Este mecanismo fue el que efectivamente se observó con las tormentas ocurridas recientemente en la cuenca del río Iguazú, que se vieron favorecidas por el movimiento de un sistema de baja presión desde nuestro país hacia Brasil.
A su vez, estos eventos se habrían visto favorecidos por otro fenómeno atmosférico conocido como la oscilación de Madden-Julian. Esta oscilación de alcance planetario, aunque con mayor amplitud en la región tropical del planeta, avanza de oeste a este y a su paso genera lluvias intensas, alternando con períodos secos. En promedio, esta oscilación demora entre 30 y 60 días en dar la vuelta al globo.
Justamente, las tormentas que se produjeron en la región del Iguazú ocurrieron en un período en el cual esta oscilación tenía máxima intensidad sobre Sudamérica, favoreciendo condiciones de ascenso de aire húmedo en todo el continente, las que se sumaron a las ya proporcionadas por el sistema de baja presión que afectaba las cuencas altas del Iguazú y el Paraná. La influencia de esta oscilación sobre el clima de nuestro país es algo que se conoce recientemente y su entendimiento y predicción es objeto de estudio de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
Llas lluvias intensas que dieron lugar a la crecida del Iguazú y el Paraná, se debieron entonces a la suma de varios fenómenos que ocurrieron simultáneamente: la persistencia de tormentas de algunas horas de duración que descargaron gran cantidad de lluvia, en particular sobre las cuencas altas de los rios Iguazú y Paraná, comportamiento favorecido por un sistema de baja presión que atravesó la Argentina y Brasil en unos 3-4 días, fenómeno que a su vez se vio favorecido por la actividad de la oscilación de Madden-Julian sobre Sudamérica.
En suma, una combinación de fenómenos atmosféricos dieron lugar a un fenómeno climático intenso, en este caso lluvias abundantes, que puede producirse naturalmente en nuestro planeta. Algo similar a la suma de olas que hablamos, al principio, ¿no?