Un verano sofocante con lluvia intensa
Durante el verano de 2012, las ardientes olas de calor seguidas por numerosos días de lluvia fueron el efecto de la coincidencia con La Niña de un fenómeno atmosférico global conocido como oscilación intraestacional, según investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, que trabajan para poder predecir sus efectos.
El verano no dio respiro a los porteños. Una sucesión de jornadas con calor sofocante, seguidos de varios días lluviosos fue la característica del tiempo en enero y febrero en la Capital y alrededores. El hecho es que nos encontramos bajo la influencia del fenómeno conocido como La Niña, que se asocia con veranos cálidos y secos en el centro y este de la Argentina. Entonces, ¿los pronósticos se equivocan o el clima es más complejo de lo que uno supone?
Según los especialistas, hay un responsable: es un evento que se conoce como oscilación intraestacional, o de Madden-Julian (por los apellidos de sus descubridores), que dura entre 20 y 40 días. “Es un fenómeno global, con mayor amplitud en la región tropical del planeta, que avanza de oeste a este, y a su paso genera lluvias intensas, alternando con períodos más secos y cálidos”, afirma la doctora Carolina Vera, investigadora en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del CONICET.
“El clima en la atmósfera está organizado en distintas escalas de tiempo: hay fenómenos que duran días; otros, semanas; y algunos pueden durar un año, como El Niño y la Niña”, explica Vera. Estos fenómenos climáticos se pueden superponer.
La oscilación de Madden-Julian, que puede ocurrir en cualquier momento del año, tiende a mostrar una mayor actividad en las etapas finales de La Niña, mientras que tiene efectos casi nulos cuando El Niño está en su mayor intensidad. Además, esta oscilación viaja de una región a otra, dando la vuelta al mundo.
Del Índico a la Argentina
Las investigaciones muestran que esta oscilación registra un núcleo de máxima precipitación en el oeste del océano Índico tropical. El fenómeno luego se propaga hacia el este, sobre el Pacífico oeste y central, área oceánica de altas temperaturas superficiales. Este patrón se atenúa cuando se desplaza sobre el Pacífico oriental, en las costas occidentales de América, con aguas más frías. Luego reaparece con mayor fuerza en el Atlántico tropical. Toda esta evolución tarda entre 30 y 60 días.
La oscilación se comporta como una onda, con una fase positiva –la cresta de la onda–, y una fase negativa: el valle de la onda. Al tener dos fases, puede producir períodos secos y períodos húmedos dentro del mismo verano. En la Argentina, una de las fases presenta menor precipitación y mayor temperatura (con olas de calor intensas), mientras que, en la otra fase, por el contrario, hay menor temperatura y mayor precipitación (favoreciendo tormentas intensas).
Sus efectos no son locales, sino globales. “Muchas de las lluvias que hubo en Australia este verano se vieron intensificadas por este fenómeno. La Niña genera condiciones para que llueva más en el norte de Australia y oeste del Pacífico, pero si además se tiene una oscilación intraestacional intensa que genera mucha lluvia, se superponen dos efectos que van en el mismo sentido”, indica Vera.
En la Argentina, los efectos van en sentido contrario. La Niña se manifiesta con clima seco, pero la oscilación de Madden-Julian puede favorecer períodos de gran precipitación.
¿Cómo se identifica la oscilación?
“El fenómeno involucra un conjunto de parámetros que varían en forma coherente, como la temperatura, la presión, la humedad. Es como si toda la atmósfera se organizara para producir determinados efectos, como lluvias intensas, o mayor calor. Con sistemas de observación como los satelitales, es posible monitorear globalmente estos parámetros y describir el estado de la oscilación”, señala Vera.
El fenómeno de la oscilación intraestacional permite explicar mucha de la variabilidad del clima de verano en nuestra región, aunque su actividad es bastante irregular. Predecir su evolución es importante dado que, según estudios realizados en diferentes partes del mundo, se relaciona con tormentas de invierno en regiones como Estados Unidos o Argentina, y en verano, con el desarrollo de tormentas tropicales.
“En la Argentina, todavía no se le ha prestado mucha atención”, señala Vera, y adelanta: “Nosotros estamos investigando este fenómeno desde hace algunos años para poder monitorear y predecir su impacto en el clima de nuestro país. Esperamos a un corto plazo hacer disponibles productos de diagnóstico y pronóstico que permitan identificar cuándo se va a producir esta oscilación y cómo va afectar a la región”.