La vacuna que ignoramos
En la Argentina, la inmunización contra el virus de la hepatitis B es gratuita. Sin embargo, mucha gente no lo sabe. Y no son pocos los que ignoran si se han vacunado o no. Un estudio científico efectuado en nuestro país muestra que los mayores de 28 años constituyen la población más susceptible a esta infección, que puede llevar a la muerte.
Por estos días, la palabra “vacuna” es una de las que más se lee y escucha. La pandemia la convirtió en el sustantivo de la esperanza. Como nunca, el mundo entero está pendiente de su desarrollo y, como nunca, la ciencia y la tecnología planetarias han concentrado su artillería en ese objetivo.
No ocurrió lo mismo en los años 80, cuando se obtuvieron las primeras vacunas contra el virus que causa la hepatitis B, una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), provoca cerca de un millón de muertes al año, una cantidad que no dista mucho de la estimación de fallecimientos anuales que pueden proyectarse para la COVID-19.
Probablemente, la diferencia de expectativas en uno y otro caso se deba a que el virus de la hepatitis B (VHB) no se transmite por el aire y, por lo tanto, no obliga a confinamientos que afectan de manera ostensible los comportamientos y la economía.
En cualquier caso, la vacuna contra la hepatitis B podría salvar muchísimas vidas y evitar gastos sanitarios multimillonarios. Sin embargo, después de décadas de contar con una forma de inmunización segura y efectiva, todavía hay un porcentaje muy significativo de la población que no está vacunada.
En la Argentina, la inmunización contra el VHB comenzó en los años 90, pero solo se aplicó a los trabajadores de la salud y a otros grupos de riesgo. En el año 2000, se la incluyó en el calendario nacional de vacunación para los recién nacidos y, a partir de 2003, para todos los chicos y chicas que cumplieran 11 años, es decir, los nacidos desde 1992 en adelante fueron vacunados a esa edad. A partir del año 2011, quienes cumplían 11 años solo se vacunaban si no habían sido vacunados al nacer.
En definitiva, podría suponerse que los nacidos a partir de 1992 -que ahora estarían cumpliendo 28 años- están cubiertos por la vacuna.
En el año 2012, la inmunización contra el VHB se estableció como “obligatoria” para todas las personas de cualquier edad y, para el cumplimiento de esa norma, se dispuso la aplicación gratuita en todos los centros de salud públicos.
El resultado de ese largo proceso es que, según datos de la OMS, hoy la Argentina tiene una tasa de cobertura vacunal para la hepatitis B del 78%.
“Una cosa es la tasa de cobertura, es decir, a cuántas personas se les dio la vacuna, y otra cosa es cuántas de esas personas tienen anticuerpos protectivos”, aclara el doctor Diego Flichman, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA.
Hasta ahora, nunca se había determinado la presencia de anticuerpos contra el VHB en la población argentina. Por eso Flichman, junto con el doctor Federico Di Lello, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Bacteriología y Virología Molecular, y la colaboración de varios centros de salud de diferentes regiones del país, decidieron investigar cuál es el nivel de inmunidad contra el VHB de los habitantes de distintas ciudades de nuestro territorio nacidos antes o después de la implementación de la vacunación universal.
El análisis incluyó 894 muestras de sangre de individuos de cinco ciudades de nuestro país que representan el centro (Córdoba), el norte (Jujuy), el sur (Río Grande), el oeste (Mendoza) y el este (Buenos Aires) del territorio. El trabajo se publicó este año en la revista científica Vaccine.
“Nuestros resultados muestran que el 54% de la población estudiada no tenía anticuerpos protectivos”, revela Flichman. En otras palabras, más de la mitad de la población no estaría inmunizada.
Grupos y riesgos
Para evaluar los efectos de los sucesivos planes de vacunación implementados, el análisis de las muestras se segmentó en tres grupos.
Por un lado, se estudió el nivel de inmunización de quienes fueron vacunados a los 11 años de edad (los nacidos entre 1992 y 2000): “En este grupo, el 75% tiene anticuerpos protectivos”, señala Flichman. “Es un buen porcentaje”, considera, y explica: “Con un 75% de la población inmunizada, la probabilidad de transmisión del virus es muy baja. No hace falta que esté inmunizado el 100% para erradicar la infección”.
Por otro lado, analizaron la presencia de anticuerpos protectivos entre quienes fueron vacunados al nacer (los nacidos a partir del año 2000): “En este grupo, encontramos que el 56% tiene anticuerpos protectivos. Pero hay otro 24% adicional que también tiene anticuerpos, aunque en una concentración menor a la que se considera protectiva”.
En este punto, Flichman explica que “hay una vieja discusión acerca de cuál es la concentración de anticuerpos que nos protege y, por eso, se fijó un valor a partir del cual se estima que un individuo está protegido”. Al respecto, el investigador comenta que “actualmente se considera que si una persona desarrolló una respuesta protectiva al finalizar el esquema de vacunación seguirá protegida aun cuando el nivel de anticuerpos decaiga, gracias a la inmunidad de memoria”.
Finalmente, en el grupo de los nacidos antes de 1992, los investigadores encontraron una situación preocupante: “En la población de los mayores de 28 años de edad comprobamos que solo el 32% tenía anticuerpos protectivos. Es decir que hay un 68% de personas que es susceptible al virus y que lo podría mantener en circulación”, advierte.
Costos y beneficios
Se sabe que la respuesta inmune del organismo no es la misma cuando recién nacemos que en otras etapas de la vida. De hecho, los resultados del trabajo muestran que los vacunados a los 11 años de edad tienen una tasa de anticuerpos mayor que los que recibieron el esquema de vacunación al nacer.
“También comprobamos que, en los chicos que fueron vacunados a los 11 años de edad, la tasa de anticuerpos se mantiene a lo largo del tiempo, aunque se hayan vacunado hace más de diez años. En cambio, entre los vacunados al nacer, los que se vacunaron hace más de cinco años tienen niveles de anticuerpos más bajos que los que se vacunaron en los últimos cinco años”, explica Flichman.
Esto implicaría que, si se quiere lograr una tasa de inmunización mayor y más sostenida en el tiempo, sería conveniente vacunar a los 11 años de edad. Pero, según el investigador, “desde el punto de vista práctico conviene vacunar al nacer, porque de esa manera el Estado se asegura que el individuo esté en un centro de salud y sea vacunado, y así se logra una mayor cobertura. Además, la tasa de inmunización que observamos en el grupo de quienes se vacunaron al nacer es buena”.
Flichman cuenta que, antes de comenzar el estudio y para determinar el tamaño de la muestra, hicieron una encuesta para estimar cuál era la tasa de vacunación: “La gran mayoría de la gente no sabe si está vacunada o no, muchos no saben contra qué están vacunados y otros tantos no saben que la vacuna es gratis”.
El investigador insiste en la necesidad de realizar campañas dirigidas a los mayores de 28 años para que se vacunen: “Hoy la población que más se infecta es la que está en la franja etaria de los 30 a los 40 años”, consigna.
Finalmente, Flichman subraya la importancia de conocer la tasa de inmunización de una población: “Generalmente, cuando se implementa una vacuna no se realiza una evaluación para verificar la respuesta a la inmunización. Hay pocos estudios que evalúan la tasa de anticuerpos protectivos en la población”.