¿La pegan? ¿No la pegan?

Durante los últimos días de octubre, los pronósticos meteorológicos anunciaban tormentas intensas a desarrollarse en el centro y este de nuestro país entre la noche del 31 de Octubre y la madrugada del 1 de Noviembre. Este pronóstico fue anunciado por varios medios con mucha resonancia y reiteración, llegando inclusive algunos de ellos a ponerle… Ver artículo

3 Nov 2013 POR

Durante los últimos días de octubre, los pronósticos meteorológicos anunciaban tormentas intensas a desarrollarse en el centro y este de nuestro país entre la noche del 31 de Octubre y la madrugada del 1 de Noviembre. Este pronóstico fue anunciado por varios medios con mucha resonancia y reiteración, llegando inclusive algunos de ellos a ponerle nombre a esta tormenta en particular.  Sin embargo, las lluvias en la ciudad de Buenos Aires no fueron tan intensas ni fueron acompañadas por otros eventos severos como granizo, como supuestamente se había difundido que iba a ocurrir. Tanto algunos medios como el público en general percibió esto como un fracaso del pronóstico. Pero, ¿fue tan así?

El fenómeno meteorológico que dio lugar a este episodio de mal tiempo en nuestro país fue pronosticado con varios días de anticipación. La capacidad actual de las herramientas de pronóstico disponible permiten que esto sea posible. Sin embargo, con tanta antelación, solo es posible indicar un área extensa del territorio que podría estar potencialmente afectada por eventos meteorológicos severos. La anticipación con la cual hoy es posible pronosticar la ocurrencia de una lluvia muy intensa en una localidad determinada se reduce a no más de veinte minutos. Esto ocurre tanto en la Argentina como en cualquier otro lugar del mundo que se vea afectado por este tipo de tormentas de desarrollo muy rápido y violento, que pueden afectar una región de una decena o centena de kilómetros.

El pronosticar que una región extensa pueda verse afectada por este tipo de tormentas permite que la población pueda tomar diversas medidas precautorias que mitiguen el potencial impacto de estos fenómenos. Sin embargo, la no ocurrencia de los mismos en una región en particular no debiera verse entonces como una falla del pronóstico, sino como dentro de lo que es posible que ocurra dada las características del fenómeno.

En Estados Unidos, por ejemplo, las falsas alarmas de ocurrencias de tornados pueden llegar al 70%. Así, aunque en ese país solo el 30% de las veces el pronóstico es certero, las vidas que se salvan hacen que la población perciba la importancia de contar con un pronóstico y, sobre todo, la relevancia de actuar preventivamente ante la emisión de un alerta. Si el fenómeno no ocurre, se sienten aliviados, y no engañados.

Para los argentinos, convivir con estos fenómenos de tormentas severas (cuyo impacto nunca será nulo) es un aprendizaje que incluye interpretar correctamente los pronósticos y actuar responsablemente. Esto último, incluye tomar las medidas de prevención necesarias para evitar principalmente la pérdida de vidas así como minimizar las pérdidas económicas.