Relevamiento

Hongos tóxicos en Buenos Aires

Un estudio revela cuáles son las especies que provocan más intoxicaciones en el área metropolitana. Según las estadísticas, la mayor frecuencia de casos se da a fines del verano y principios del otoño, y los menores de 18 años son los más afectados. Recomiendan no recolectar hongos silvestres, pues algunas especies venenosas son muy parecidas a las comestibles.

11 Dic 2013 POR
Amanita phalloides. La intoxicación con este hongo es la que reviste más gravedad porque no tiene antídoto.

Amanita phalloides. La intoxicación con este hongo es la que reviste más gravedad porque no tiene antídoto. Foto: hongosdeargentina.com.ar

Entrevista a Bernardo Lechner

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El primer caso registrado de intoxicación por hongos en la Argentina ocurrió en el año 1888. El afectado fue nada menos que el naturalista Florentino Ameghino.

Cuenta su amigo, el botánico y micólogo Carlos Spegazzini, que una tarde debió acudir presuroso a la casa del matrimonio Ameghino porque ambos cónyuges estaban descompuestos, “especialmente don Florentino, que por más glotón, había ingerido más cantidad del plato favorito”.

El susto no tuvo mayores consecuencias y Spegazzini pudo determinar que la causante de la indigestión había sido una especie autóctona, hasta entonces no clasificada, actualmente conocida como Amanita ameghinoi.

Desde entonces, debió transcurrir casi un siglo para que se estableciera un registro sistemático de las intoxicaciones producidas por la ingestión de hongos silvestres. Fue en 1985, cuando el doctor Jorge Wright crea el Servicio de Identificación de Hongos Tóxicos en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Exactas-UBA).

Ahora, un artículo publicado en el último número de la revista Medicina da cuenta de 27 años (1985-2012) de ese registro histórico.

Cuidado con el sombrero

Los casos analizados corresponden a todas las muestras que el Servicio recibió de decenas de hospitales y centros de salud de la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires durante casi tres décadas.

“Los hongos que generalmente están involucrados en las intoxicaciones son los Agaricales, comúnmente denominados ‘hongos de sombrero’, que suelen crecer debajo de pinos o robles, aunque no exclusivamente ahí”, explica el doctor Bernardo Lechner, investigador del CONICET en el Laboratorio de Micología, Fitopatología y Liquenología de Exactas-UBA.

Lechner integra el equipo de científicos que lleva adelante el Servicio de Identificación de Hongos Tóxicos, la única institución del Área Metropolitana de Buenos Aires que brinda esta prestación. “Lo hacemos de manera gratuita durante las 24 horas los 365 días del año”, aclara.

Los resultados del trabajo -que también firman Gonzalo Romano, Leopoldo Iannone, María Victoria Novas, Cecilia Carmarán, Andrea Romero y Silvia Lopez- revelan que sobre 133 casos recibidos durante los 27 años, 79 fueron asintomáticos, 48 presentaron síntomas leves (mareos, vómitos, diarreas), y seis fueron graves. De estos últimos, uno requirió un transplante de hígado y los otros cinco presentaron parálisis de miembros inferiores y disartria (trastorno del habla). Uno de ellos falleció.

El estudio indica que el hongo que más intoxicaciones produjo es Chlorophyllum molybdites. “El ojo inexperto suele confundirlo con otro muy parecido, denominado Macrolepiota bonaerensis, que sí es comestible y muy sabroso”, explica Lechner.

El hongo Chlorophyllum molybdites fue identificado como uno de las que más intoxicaciones produjo.

El hongo Chlorophyllum molybdites fue identificado como uno de los que más intoxicaciones produjo.

Si bien es el segundo en importancia por el número de casos, Amanita phalloides es el hongo que reviste más gravedad por estos lugares. “Amanita es el gran fantasma entre todos, porque no tiene antídoto y la única posibilidad de sobrevida frente a la intoxicación con este hongo es el trasplante hepático, porque si no lleva a la muerte”, advierte Lechner.

También suele ser frecuente la intoxicación con Coprinus: “Sólo produce enfermedad si se lo consume con alcohol, por eso es menos probable que afecte a los chicos”, ilustra.

Precisamente, según el estudio publicado, los más afectados por intoxicaciones fúngicas son los menores de 18 años, en particular los niños. “A diferencia de lo que sucede en otras sociedades más micófagas, como la española, en donde toda la familia sale a recolectar hongos silvestres para consumir y, por lo tanto, cuando hay intoxicación se ve afectado todo el grupo familiar, en la Argentina la ingesta de hongos tóxicos es accidental y suele afectar a un solo individuo de la familia. En general es un chico que lo arranca y se lo lleva a la boca”, describe Lechner.

El trabajo también muestra que la época en la que el Servicio recibió más muestras corresponde a finales del verano y comienzos del otoño.

Según los especialistas, para su análisis los hongos deben recogerse sin arrancarlos. “Hay que excavar para sacar entera la base del hongo, que tiene ciertas características esenciales que permiten determinar si es tóxico o no”. Una vez extraído, se lo debe colocar en una bolsa de polietileno o, si se demora más de dos o tres horas la consulta, se lo debe envolver en papel.

El estudio señala que en los casos en que los hongos fueron determinados como tóxicos, la identificación temprana –menos de 12 horas desde el momento de la ingestión- permitió aplicar el tratamiento adecuado. De la misma manera, la caracterización rápida como “no tóxicos” evitó tratamientos agresivos, en particular para ancianos y niños.

“Si no conoce muy bien el hongo no lo consuma. Averigüe antes si es o no comestible”, recalca Lechner.

 

El Servicio de Identificación de Hongos Tóxicos funciona en el Pabellón II de la Ciudad Universitaria. Teléfono: 4787-2706 (directo) ó 4576-3300 (conmutador de Exactas-UBA)