Grupos de Investigación

El mejillón invasor

El mejillón dorado apareció en las aguas del Río de la Plata en los años 90. Posiblemente haya sido traído sin intención desde China, de donde es oriundo, con agua de lastre de los buques cargueros. Desde entonces ha colonizado con éxito la cuenca de muchos de nuestros ríos. Demetrio Boltovskoy y su equipo estudian el impacto de este molusco en el ambiente nativo.

13 Oct 2010 POR

Cuando los buques mercantes viajan sin carga hacia los puertos donde se abastecerán, llenan sus tanques de lastre con agua del puerto de origen, para compensar el peso faltante y mantener la estabilidad necesaria para navegar. Al llegar donde tomarán carga, el agua de lastre es eliminada y con ella todos los organismos que la habitan. Los que sobreviven a la travesía, si el nuevo hábitat les resulta favorable, se arraigan, dispersan y colonizan el área. “En la actualidad, el agua de lastre es el vector más importante para la dispersión de especies acuáticas fuera de su zona original de distribución”, comenta el Dr. Demetrio Boltovskoy, director del grupo de Hidrobiología. Su trabajo se centra, justamente, en el estudio del impacto de especies acuáticas invasoras sobre los ecosistemas locales. El grupo de Boltovskoy está interesado en el mejillón dorado Limnoperna fortunei, que apareció en el Río de la Plata en los ´90. Los investigadores creen que puede haber sido traído desde China, de donde es nativo, con el agua de lastre de buques que cargan mercadería en algún puerto de los ríos Paraná o Uruguay.

“Desde que ingresó en Sudamérica, Limnoperna se ha ido expandiendo unos 250 kilómetros por año hacia el norte, a lo largo de los ríos Paraná-Paraguay. Actualmente ya está, prácticamente, en toda la cuenca del Río de la Plata. Suponemos que no falta mucho para que comience a colonizar las otras grandes cuencas sudamericanas como la del Amazonas, Orinoco y Magdalena y de allí cruce a América Central y del Norte”, dice el investigador.

Este animal -que vive adherido a caños, ramas, troncos, tablas, piedras, etc.- puede formar incrustaciones de más de 250.000 mejillones por metro cuadrado. “Cada uno de estos moluscos filtra unos 300 mililitros de agua por hora y retiene, para alimentarse, las partículas orgánicas en suspensión, incluyendo las algas microscópicas. El efecto de limpieza del agua es, obviamente, muy importante”, explica Boltovskoy. Por otro lado, desde su aparición Limnoperna se ha convertido en uno de los alimentos preferidos de bogas, bagres y otros peces. Además, este animalito ha tenido un impacto muy fuerte sobre las actividades humanas. “La mayoría de las plantas industriales ubicadas sobre ríos y lagos utilizan el agua para refrigeración. Las tuberías que la conducen tienen en la entrada rejas, tamices, filtros, etc., que resultan ideales para el asentamiento y desarrollo de colonias de Limnoperna, ya que las provee de abundante sustrato duro para fijarse, un flujo continuo de agua que garantiza el alimento y el oxígeno necesarios, y ausencia de peces predadores. Pero así obstaculizan el paso del agua, dificultando el funcionamiento de las industrias”, explica el biólogo.

Al poco tiempo de su arribo a la Argentina, el molusco comenzó a causar problemas en la central nuclear Atucha I. Poco más tarde lo hizo en la petroquímica Shell de Dock Sud y en la Esso Campana en el río Paraná. También se hizo notar, por ejemplo, en plantas potabilizadoras de agua y en las plantas hidroeléctricas de Yacyretá, Itaipú y Salto Grande. “Las centrales nucleares Atucha I y Embalse han tenido que interrumpir su operación en más de una oportunidad por causa de las obstrucciones en conductos de agua de refrigeración cruciales para su funcionamiento”, acota Boltovskoy.

Para evaluar el impacto de Limnoperna los investigadores estudian las densidades de adultos y larvas en numerosos ambientes de agua dulce del país. “Analizamos su desarrollo larval, su crecimiento, su ciclo reproductivo, el impacto sobre otros organismos que cohabitan con ellos, la modalidad de asentamiento y los efectos que producen sobre la calidad del agua (como la transparencia y el contenido de algas y nutrientes). Actualmente también estudiamos la relación entre la presencia del molusco y el incremento en la frecuencia e intensidad de floraciones de algas tóxicas en el Embalse de Salto Grande; algunos aspectos del consumo de larvas de mejillón por larvas de peces; los efectos de las colonias sobre la diversidad de animales, y la tolerancia de Limnoperna a la salinidad”, agrega el investigador.

Por otra parte, el equipo trabaja en la evaluación del efecto del cloro, los amonios cuaternarios y las niclosamidas, para eliminar las incrustaciones causadas por sus colonias y las condiciones de anoxia. También evalúan los tratamientos de shock térmico, anoxia y luz ultravioleta. “Con la central nuclear Embalse hemos desarrollado un esquema de tratamiento que, desde que comenzó a ser aplicado, la planta no ha tenido más problemas de incrustaciones”, dice el especialista.

Si bien no existe un cálculo de los gastos que implican las tareas de mitigación de los inconvenientes que causa el animal en la Argentina, se estima que una invasión similar producida por otro mejillón en los Estados Unidos, implica un gasto anual de más de 5.000 millones de dólares. “Obviamente, el conocimiento del período reproductivo y otros aspectos de la biología del molusco, así como de su tolerancia a productos y condiciones estresantes, es fundamental para el desarrollo de estrategias efectivas y ambientalmente aceptables para su control”, concluye Boltovskoy.

Grupo de Hidrobiología (Departamento de Ecología, Genética y Evolución)

Laboratorios 36 y 37, 4to. piso, Pabellón II. Teléfono 4576-3310, interno 248.

Dirección: Demetrio Boltovskoy

Integrantes: Paula Sardiña, Francisco Sylvester, Daniel Cataldo, Michiko Matsubara.

Tesistas de doctorado: Esteban Paolucci, Pablo Perepelizin, Carolina Notaro

Tesistas de grado: Adrián Scilipoti, Agustina Balazote