Invasores biológicos

Buscan evitar especies exóticas

Un contrabando inesperado suele arribar en navíos: las especies exóticas que pueden desplazar a las nativas y generar daños de importancia en el medio ambiente. Un grupo de investigación de la Facultad, encabezado por Demetrio Boltovskoy, publicó un trabajo en Environmental Science & Policy que puso bajo el microscopio agua de lastre de 194 buques mercantes en cinco puertos de la Argentina.

22 Nov 2011 POR

“Seguramente más del 50 por ciento de las especies acuáticas exóticas que llegaron en los últimos 15 años al país fueron a través del agua de lastre. Es el factor número uno”, indica Demetrio Boltovskoy del Departamento Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA), quien sigue de cerca estos invasores biológicos. Un caso que estudió desde su desembarco en el río de la Plata, en los 90, fue el mejillón dorado (Limnoperna fortunei), molusco que probablemente viajó como polizón en cargueros provenientes de Asia y ya colonizó Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. A su paso, este intruso de menos de un gramo de peso, influyó sobre la ecología de los cuerpos de agua invadidos y afectó a gigantes económicos como centrales atómicas, plantas potabilizadoras e industriales al obstruir tuberías.

Ahora, Boltovskoy junto con Pablo Almada y Nancy Correa, publicaron una  investigación en “Environmental  Science & Policy” que pone bajo el microscopio   agua de lastre de 194 buques mercantes en cinco puertos de la Argentina, cuatro de ellos ubicados en la Patagonia. “Básicamente estos puertos tienen prohibido el descargue de agua de lastre porque ésta puede traer flora y fauna exótica. Esto fue el caso del ingreso del mejillón dorado que hoy invade el Delta, y de muchas especies como el alga Undaria pinnatifida, en Puerto Madryn, que actualmente copa el fondo del mar al crecer de modo descontrolado y brinda mucha sombra. Al limitar  la penetración de la luz afecta a otras algas”, relata Boltovskoy, investigador del CONICET.

Si bien el contenido del agua de lastre ha dejado marcas en la historia, su pasado no es  muy antiguo. Piedra, arena y otros objetos pesados fueron los primeros materiales usados como lastre o contrapeso para estabilizar los navíos cuando no llevaban carga. En el siglo XIX comenzó a usarse agua tomada en el puerto de procedencia, que luego sería arrojada en el lugar de destino, una vez que la mercadería a transportar se hallara a bordo. Más cercano en el tiempo, organismos internacionales recomiendan un paso intermedio para evitar invasiones indeseadas: hacer el cambio de agua de lastre en altamar, lejos de la costa. “Un buque, si planea cargar en un puerto argentino, debe desagotar el agua de lastre que trae en mar abierto, a 200 millas de la costa, y reemplazarla por agua oceánica. Estas son recomendaciones de la Organización Marítima Internacional”, precisa Boltovskoy. ¿La razón? “Los seres vivos traídos desde el puerto no prosperan al ser arrojados en mar abierto, y lo mismo ocurre –indica- con las especies de aguas oceánicas en zonas costeras”.

De los estudios realizados en 194 buques amarrados en Ushuaia, Puerto Deseado, Puerto Madryn, San Antonio Este y Dock Sud entre julio de 2007 hasta diciembre de 2008 se hallaron tres especies no citadas para aguas argentinas, es decir presumiblemente foráneas. “Como resultado de este trabajo, desde 2010 la Prefectura Naval Argentina ha puesto en marcha medidas para mitigar el riesgo en los puertos de la Cuenca del Plata. Se está entrenando personal para la interpretación de la documentación que entregan los buques y para la toma de muestras de agua de lastre, adquiriendo y distribuyendo en los destacamentos de la Hidrovía Paraná-Río de la Plata el equipamiento necesario. Durante el 2011, -concluye  Boltovskoy- se ha detectado media docena de buques que no cumplían con las normas exigidas; en algunos casos se han precintado sus tanques de agua de lastre (para impedir que deslastren en puerto), y en otros, se les ha negado autorización para ingresar a puerto obligándolos a retornar a alta mar para realizar el cambio”.