Un biólogo (re)conocido
Con el pretexto del premio de la UNESCO a la Popularización de la Ciencia y la Tecnología, que acaba de recibir en Colombia, NEX habló con Diego Golombek sobre la actualidad y proyección de la difusión del conocimiento en nuestro país. También explicó su participación en los proyectos de popularización del Ministerio de Ciencia.
Cada dos años, la Red POP/UNESCO, que agrupa a centros y proyectos de comunicación de la ciencia, entrega su reconocimiento mayor, el Premio Latinoamericano a la Popularización de la Ciencia y la Tecnología. Y en esta oportunidad, el distinguido fue Diego Golombek, biólogo de Exactas UBA, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y comunicador todo terreno, que recibió su premio la semana pasada en Medellín, Colombia. Desde el año pasado, Golombek es colaborador del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. “Estoy colaborando con el Programa de Popularización de la Ciencia y la Tecnología, que coordina Vera Brudny, en varios proyectos que tienen que ver con Tecnópolis, en charlas, asesoro un poco a TEC TV y coordino el proyecto del Centro Cultural de la Ciencia”, le cuenta a NEX.
– ¿Qué valor le das al premio de la UNESCO?
– Muchísimo. Es un reconocimiento por parte de colegas y maestros de Latinoamérica; si bien en la Argentina hemos avanzado muchísimo en actividades de popularización de la ciencia, tenemos mucho por caminar y por espejarnos en otras experiencias. México y Brasil, por ejemplo, son maravillosos en cuanto a la federalización de las actividades de comunicación pública y apropiación de la ciencia y la tecnología. Varios países latinoamericanos están bastante avanzados en cuanto a los museos interactivos de ciencia. En definitiva, que este grupo de gente, que viene llevando el estandarte de la popularización científica bien alto, me haya otorgado este premio es un tremendo orgullo.
– Vos ya transitaste muchas estrategias y formatos de difusión del conocimiento, ¿cómo se conjuga tu experiencia con los proyectos que estás coordinando en el Ministerio?
– Lo que está sucediendo en este momento en cuanto a la comunicación de la ciencia en Argentina es algo muy parecido al sueño del pibe. Tenemos la posibilidad de contar la ciencia en la tele, en los medios gráficos, en los libros, en ámbitos realmente masivos como Tecnópolis… Es algo que nunca hubiéramos imaginado. En mi caso particular, mantengo mi pata de ciencia experimental porque de otra manera me sentiría un poco rengo, así como me sentiría incompleto si, además de hacer investigación, no lo contara. Los proyectos más recientes son una buena síntesis de los distintos caminos que seguí en esta tarea: el rigor de la ciencia junto con los recursos que brindan los formatos de la comunicación.
– ¿Advertís un verdadero impacto de la ciencia a través de los medios de comunicación en los últimos años?
– Sí y no. Por un lado, es innegable el aumento de la difusión de la ciencia en los distintos medios, las encuestas públicas de percepción de la ciencia dan cuenta de este aumento real, tanto de la oferta como del impacto de la presencia de estos temas en los diversos formatos de comunicación masiva. Y está claro que hay un público interesado en el tema. Pero no podemos dar la batalla por ganada. Por ejemplo, diarios nacionales como La Nación y Página 12 han perdido sus secciones de ciencia.
– ¿Qué hay que fortalecer en nuestro país, si tomamos el contexto de Latinoamérica?
– Una debilidad es sin duda la centralidad: no hay una verdadera federalización de la difusión de las ciencias. Sería interesante que los medios periodísticos lo tuvieran más en cuenta, ya que es posible generar verdadero interés en la audiencia y, sobre todo, tenemos quién lo haga: los periodistas científicos son ahora profesionales de área, y están capacitados para desarrollar una buena relación con los investigadores y con el público. Algo muy bueno que tenemos, es que hemos podido ir alejándonos de la formalidad habitual en este rubro, sin perder la seriedad. Como dije en alguna entrevista reciente, en divulgación científica, como en la revolución, hay que endurecerse pero sin perder la ternura jamás. De a poco nos animamos a aprovechar al máximo los recursos que nos brindan la tele, los libros, el teatro, para contar la ciencia desde otro lado.
– ¿Cuáles son tus expectativas a nivel general sobre la comunicación pública de la ciencia?
– Más y mejor. Hay mucho hecho y demasiado por hacer. Esto también incluye una mayor formación de recursos humanos: por ejemplo, casi ninguna de las carreras de comunicación en el país tiene una asignatura de comunicación o periodismo científico, ni siquiera optativa. Hay unos cuantos posgrados, en algunos casos excelentes, pero de ninguna manera cubren las expectativas ni las necesidades. De hecho, son todos presenciales, lo que limita la participación de alumnos de todo el país. Además, contar lo que hacemos es parte de lo que hacemos, y debería ser parte de nuestro trabajo habitual como investigadores. Es cierto que no es obligatorio dedicarle muchas horas o estar involucrado estrechamente, pero sí estar abierto a las posibilidades que haya de interactuar con la comunidad que nos sustenta. No hay techo: hay nubes que sin duda podemos superar.