Determinan un índice de envejecimiento
Es un valor del estado funcional del organismo, con independencia de la edad cronológica. Surge de un estudio realizado por un equipo dirigido por un investigador del Conicet y profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y publicado en Experimental Gerontology.
Entrevista a Luis Quesada Allué
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No siempre la edad cronológica refleja el estado real de una persona. De hecho, el consumo de tabaco y alcohol, así como el estrés quitan juventud al organismo. Pero ¿es posible describir el estado real de un individuo mediante un número? La respuesta es afirmativa, al menos en lo que a moscas respecta. Es el resultado de un estudio que es el primero en su tipo y constituye una prueba del concepto.
“Pudimos condensar en un único número el estado de envejecimiento real, o senescencia funcional, con independencia de la edad”, afirma el doctor Luis Quesada Allué, investigador del Conicet y profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. El índice en cuestión surge de deducir el estado particular de las células del cerebro y de los músculos del tórax de la mosca de la fruta (Ceratitis capitata), que constituye la mayor plaga de los frutales.
El envejecimiento implica un deterioro progresivo de la capacidad para mantener la estabilidad en las funciones fisiológicas, lo que se denomina homeostasis. Y se sabe que ciertos órganos son los primeros en verse afectados con la edad. Los músculos, en particular, son reveladores del estado de un organismo.
En este caso los investigadores analizaron un total de 26 lípidos, que son sustancias que forman parte de las membranas celulares y de las reservas. “Nuestra hipótesis fue que los lípidos reflejan el estado de las células y que éste podía ser un indicador de senescencia”, indica Quesada.
Si bien hay muchas sustancias que varían con la edad, cada una por separado no brinda información suficiente sobre la senescencia, pero “todas juntas constituyen un indicador muy fiel”, recalca el investigador. De hecho, cuando las moscas son sometidas a estrés, su organismo se ve afectado y el índice varía, como si la mosca tuviera una edad mayor a la real. Es decir, la mosca joven que está estresada muestra el patrón de una mosca más vieja.
Prueba olímpica
¿Cómo se hace la comprobación? “Realizamos algunas pruebas de comportamiento con moscas normales y moscas sometidas a estrés por alta temperatura”, explica Luciana Pujol-Lereis, que realiza su tesis doctoral en el laboratorio de Bioquímica y Biología Molecular del Desarrollo, dependiente del Departamento de Química Biológica de la FCEyN-UBA, y de la Fundación Instituto Leloir. Los resultados, que firma también el doctor Alejandro Rabossi, investigador del mismo laboratorio, se publicaron en la revista Experimental Gerontology,
La investigadora selecciona las moscas por edad y analiza 26 lípidos en las células de los músculos y el cerebro. A las diferentes edades les corresponde un índice determinado; y, según la edad y el índice, esas moscas serán más o menos ágiles para realizar una prueba “olímpica”: ante un estímulo mecánico deben trepar por la pared de un tubo. Las más jóvenes alcanzan las medidas más altas.
Luego, moscas equivalentes sufren una situación de estrés por mayor temperatura. Cuando se realiza la prueba, las moscas jóvenes que padecieron estrés alcanzan valores similares a los de las más viejas. Lo más interesante es que el valor de lípidos en las células también cambia y se equipara con los valores de moscas más viejas.
“Un tipo de estrés mediano como el térmico repercute en el estado fisiológico de los individuos y hace que los más jóvenes parezcan más viejos”, asegura Quesada.
Los investigadores subrayan que el análisis de los lípidos en el tejido muscular y cerebral de la mosca puede predecir con mucha precisión el estado funcional de un individuo. ¿Se puede extrapolar este valor a los seres humanos? “Se tendrían que hacer pruebas en tejidos de mamíferos, como ratas o ratones, y ver si el análisis de lípidos da un índice similar”, precisa Luciana Pujol-Lereis.
Por su parte, Quesada acota: “No sería de extrañar que la homeostasis de tejidos en mamíferos siga la misma regla que en moscas”. Y aclara: “En teoría, si el estado del tejido está representado en el estado de las células, y hay un cambio debido al estrés, ese deterioro podría medirse”.
Instantánea del deterioro
“En cada estado, el cuerpo regula sus funciones para alcanzar la homeostasis. En ese momento, tomamos una ‘foto instantánea’ y decimos cómo están los lípidos de membranas de la célula y los de reserva energética”, comenta Quesada, y prosigue: “Analizamos muchos parámetros que cambian al mismo tiempo y se reajustan para alcanzar un nuevo equilibrio, y llegamos a un valor que nos dice que este individuo joven tiene un perfil en su musculatura o su cerebro que es similar al de un individuo más viejo”.
Para llegar a un valor único, los investigadores aplican métodos estadísticos multivariados.
“En el futuro sería interesante seguir profundizando por qué se dan estos índices, y qué pasa en los mecanismos de envejecimiento para que se produzcan estos cambios”, concluye Luciana Pujol-Lereis.