Contaminación acústica en los océanos

Mar de ruidos

A los motores de los barcos, que transportan el 80 por ciento del comercio mundial, se le suma la exploración y explotación de hidrocarburos, entre otros ruidos generados por la humanidad que alteran la vida en los océanos. Distintos informes de organismos internacionales alertan sobre la necesidad de disminuir el nivel de ruido que daña a las especies marinas.

11 Oct 2019 POR
El tráfico de barcos se duplicó aproximadamente entre 1950 y 2000, lo que aumentó las contribuciones de sonido en aproximadamente 3 decibelios por década.

El tráfico de barcos se duplicó aproximadamente entre 1950 y 2000, lo que aumentó las contribuciones de sonido en aproximadamente 3 decibelios por década. Foto: pxhere.com

Es invisible, pero se deja oír. Lo genera la humanidad, pero no suele escucharlo. Sin embargo, cada vez más se alzan voces para dar el alerta sobre la contaminación acústica de los océanos que va en aumento en el último siglo. “El tema de los ruidos en el mar es muy importante desde el punto de vista ambiental”, advierte Sergio Schmidt, oceanógrafo y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, haciéndose eco de una inquietud mundial.

“La preocupación internacional está aumentando rápidamente a medida que crece la evidencia por los problemas derivados del ruido creado por el sonar militar, los estudios sísmicos, la perforación de petróleo, el dragado y los motores de barcos”, subraya un artículo de Nature, donde se remarca el daño físico que causa este bullicio entre las especies marinas, así como alteraciones en sus comportamientos a la hora de comer o comunicarse, entre otras.

Si bien el mar es naturalmente un lugar con sus propios sonidos, como el de las olas, el viento, la lluvia o la vida marina, la humanidad agregó los propios. Cuando dejamos mayormente de ser propulsados náuticamente por el viento y los veleros quedaron reducidos para regatas o paseos de placer, los buques comerciales con poderosos motores se abrieron paso con sus bramidos por las aguas del mundo.

Sergio Schmidt. Foto: Archivo Exactas Comunicación.

En este sentido, el artículo de la prestigiosa revista científica señala que “el tráfico de barcos se duplicó aproximadamente entre 1950 y 2000, lo que aumentó las contribuciones de sonido en aproximadamente 3 decibelios por década. Eso se traduce en una duplicación de la intensidad del ruido cada 10 años (los decibelios se calculan en una escala logarítmica)”. ¿Algunos ejemplos? “La explosión de una pistola de aire sísmico utilizada para mapear el fondo del mar en busca de petróleo y gas puede ser tan fuerte como el lanzamiento de un cohete o una explosión de dinamita bajo el agua; los motores de los barcos y la extracción de petróleo pueden alcanzar el rugido de un concierto de rock. Algunos de estos sonidos son audibles por cientos de kilómetros”, agrega.

Una de las razones de mayor inquietud por este aturdimiento in crescendo, es que el mundo marino se mueve distinto al terrestre. Mientras en el continente vivimos en un medio óptico, donde prevalece la visión, en el oceáno es otro cantar. “El mar es un medio extraordinario para propagar sonido. Por eso todos los animales que están allí, lo usan. No emplean la luz, porque no se transmite, pero sí el sonido”, enfatiza Schmidt.

Estas interferencias sonoras pueden afectar la vida de especies marinas. “Los sonidos fuertes parecen provocar inmersiones de pánico que causan una especie de enfermedad de descomprensión en los cetáceos y hemorragias en sus cerebros y corazones”, señala la reciente publicación.

Te escucho, mar

Diversos estudios dan cuenta del impacto profundo del sonido en los océanos, pero aún faltan más investigaciones, según destacó el informe de las Naciones Unidas, “para evaluar y abordar los posibles efectos del ruido subacuático antropógeno en todas las zonas oceánicas”. Es que, a su entender, hay persistentes lagunas en los conocimientos sobre el tema.

Mientras se ahondan las investigaciones, también se hace hincapié en mejorar tecnológicamente el diseño de los motores de los buques, como el de un sistema más eficiente de las hélices que “podría contribuir a una reducción del ruido subacuático en los océanos”. Su efecto sería significativo si se tiene en cuenta el intenso tráfico que navega las 24 horas. Más del 80% del comercio mundial de mercancías se realiza por mar, por lo que el transporte marítimo sigue siendo la espina dorsal del comercio internacional y la globalización, según el informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) del año 2015.

Otra de las patas mencionadas para impulsar una baja de los decibelios, pasaría por reemplazar las pistolas de aire usadas en los estudios sísmicos por vibradores submarinos.

En fin, distintas medidas se pueden adoptar para apaciguar instantáneamente este bullicio, y así lograr niveles más saludables de sonido. Mientras tanto, el panorama actual resulta perturbador. “La velocidad con que aumenta el nivel de ruido en el mar es claramente mayor de lo que los especialistas consideran que los animales se van a poder adaptar. En consecuencia, esto es un impacto serio”, concluye Schmidt sin ocultar su inquietud.