Tras los pasos del escuerzo
A través de un proyecto en que pobladores rurales brindan información sobre la presencia de escuerzos, un equipo de investigadores e investigadoras recopila datos para desarrollar un plan de conservación de esta especie que habita en los pastizales templados de Sudamérica y se encuentra amenazada por el avance de la urbanización y la intensidad de la actividad agrícola-ganadera.
Tiene mala fama. Se cree que es agresivo y que porta un veneno mortal. De hecho, ha sido protagonista de leyendas populares –una de ellas, recogida por el escritor Leopoldo Lugones– en que se lo pinta como cruel y vengativo. Se trata del escuerzo, un anfibio de gran tamaño, que habita en los pastizales de la Pampa argentina, Uruguay y sur de Brasil.
Su cuerpo es globoso, de coloración verde brillante con algunas manchas rojizas. Con su boca enorme y sus fuertes mandíbulas puede devorar pequeños roedores, pichones de aves y, también, otros anfibios. Las hembras adultas pueden alcanzar hasta catorce centímetros de largo. Es un animal emblemático de las pampas, sin embargo, se sospecha que sus poblaciones han disminuido. De hecho, fue catalogado como especie “casi amenazada”, por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
El escuerzo es difícil de hallar, pues permanece enterrado gran parte del año, y sólo se hace ver luego de lluvias intensas, momento en que los machos emiten sus cantos para atraer a las hembras y reproducirse. Esta dificultad para encontrarlo puede representar un problema a la hora de iniciar acciones para conservarlo, pues es vital conocer dónde se encuentran las poblaciones. Por ello, un equipo de investigadores e investigadoras ha diseñado una estrategia para hallarlo: apelar a la ayuda de los pobladores rurales.
“La gente del campo conoce muy bien al escuerzo, una especie llamativa porque tiene colores brillantes, y algunos comportamientos que lo distinguen de otras especies de anfibios de la región”, señala Gabriela Agostini, investigadora en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Agostini forma parte del Grupo de Estudios sobre Biodiversidad en Agroecosistemas, (IEGEBA UBA-CONICET), y trabaja en particular en el impacto de los sistemas agrícolas sobre los anfibios en la región pampeana. En ese marco se inserta el proyecto denominado «Escuerzo, el Gigante de las Pampas», cuyo objetivo es elaborar una estrategia de conservación y manejo para la especie.
En una primera etapa, los investigadores apelan a lo que se denomina “ciencia ciudadana”, estrategia que consiste en involucrar a los ciudadanos en actividades científicas de manera de que puedan aportar su propio conocimiento.
“Trabajamos con los pobladores preguntando si conocen la especie, si la vieron y en qué lugar. Esa información complementa nuestras investigaciones de campo, en las cuales aplicamos las metodologías convencionales de búsqueda de anfibios”, refiere Agostini. Los ciudadanos pueden responder una sencilla encuesta online o presencial y, de ese modo, aportan información sobre la presencia del escuerzo en toda la región pampeana.
Los investigadores consideran válidos los datos provistos por la población si están acompañados de fotografías de los ejemplares detectados y si provienen de biólogos, naturalistas o guardaparques. La encuesta también reúne información sobre el lugar (localidad y provincia, descripción del hábitat, condiciones climáticas, temperatura, y si el día es soleado o lluvioso), el número de ejemplares observados, sexo, edad (si es adulto, o juvenil) y actividad (si está cantando, si se mueve, o está muerto), según detallan Agostini y Camila Deutsch (becaria doctoral en Exactas UBA) en un artículo publicado en Herpetological Conservation and Biology.
En áreas donde el acceso a internet es limitado, se realizan entrevistas presenciales, que incluyen los mismos datos que se piden en la encuesta online, y se muestran fotos de diferentes anfibios, como ranas y sapos, para evitar que haya confusión con especies que puedan ser parecidas.
“El programa incrementó en quince veces el número de registros obtenidos durante diez años de investigaciones de campo”, afirman las investigadoras. También fue posible definir la distribución potencial y determinar dos áreas prioritarias de conservación: la costa atlántica y la parte noroeste de la región pampeana. Esta estrategia se está extendiendo a Brasil y Uruguay, donde no se poseen registros de estos animales desde hace 37 años.
No es tan malo como lo pintan
El proyecto incluye también educación a la población acerca del escuerzo, señalando que no ataca a las personas, y que sólo puede mostrarse agresivo si es amenazado. Si alguien lo molesta, o lo saca de su cueva, el animal abre su boca e infla su cuerpo en señal de defensa. Además, su mordida no inocula veneno. En situaciones de estrés, emite unos gritos característicos como conducta defensiva.
“Nuestras primeras aproximaciones a las comunidades siempre son a través de las escuelas y las docentes, y también los ámbitos de educación no formal, como los museos”, relata Agostini.
En las entrevistas presenciales, las investigadoras han recogido relatos de personas ancianas que cuentan que hace más de cincuenta años podían ver muchos ejemplares del animal y que ahora ya no los ven.
Es que esta especie enfrenta diferentes tipos de amenazas, la principal es la reducción del hábitat, como sucede con la mayoría de los seres vivos. En la región pampeana, esa reducción se debe al uso del suelo para fines agroganaderos y al desarrollo de centros urbanos, según comenta la investigadora
Además, esta especie posee una imagen negativa en la sociedad. “A través de un estudio observamos que el 90% de los encuentros que los pobladores tienen con los escuerzos terminan en la muerte del animal”, indica Agostini. La razón que se aduce es el temor de que ataquen a los niños, las mascotas y el ganado.
Por otra parte, también hay quienes lo tienen como mascota. “No sabemos aún en qué medida cada una de estas amenazas está contribuyendo a la reducción de la población”, comenta.
El protagonista del cuento de Lugones mata a pedradas a un escuerzo, pero su conducta será vengada: según la leyenda, el animal no perdona a quien lo ofende. Se trata solo de una leyenda. La realidad indica que la especie está amenazada, pero investigadores y pobladores trabajan para revertir la situación.