Cuando la chanchita tiene hambre
Investigadores del Laboratorio de Neuroendocrinología del Crecimiento y la Reproducción estudian una especie de peces conocida como “chanchita”. Comandados por Paula Vissio, analizan las conexiones que existen entre el tamaño de los ejemplares, las posibilidades de reproducción y la forma que reaccionan a una alimentación deficiente.
Cichlasoma dimerus es un pez de agua dulce conocido como chanchita. Es autóctono de estas latitudes y habita las cuencas de los ríos Paraná, Uruguay, Paraguay, Bermejo, Pilcomayo y Salí. Pero, aunque su ambiente natural sean los ríos lagos y lagunas, es muy frecuente encontrarlo en los laboratorios porque se ha constituido en un excelente modelo experimental a causa de sus características particulares.
“La chanchita es un pez muy interesante por su comportamiento reproductivo y porque forma estructuras sociales muy claras”, afirma Paula Vissio, quien coordina un grupo de investigación que, dentro del Laboratorio de Neuroendocrinología del Crecimiento y la Reproducción, se dedica a estudiar el crecimiento y la reproducción de este pez. Los machos de esta especie sólo pueden acceder a las hembras para reproducirse cuando alcanzan el status de macho dominante de la población. “La verdad es que es un buen modelo para trabajar en el laboratorio. Como nosotros trabajamos en crecimiento y reproducción y estos animales se reproducen mucho, podemos seguirlo bien”, agrega la bióloga.
Los investigadores están trabajando en ver cómo el animal crece y se reproduce frente a condiciones de malnutrición. “Tratamos de encontrar una conexión entre el estado nutricional del animal, el crecimiento y la reproducción”, dice Vissio. Una de las principales características de estos peces es que poseen un comportamiento social bien definido. “Nosotros estudiamos la diferencia en el crecimiento entre machos y hembras y a su vez entre las distintas jerarquías sociales. Tenemos varias líneas de trabajo. Por ejemplo, evaluamos el crecimiento y la performance reproductiva en animales alimentados deficientemente”, explica la investigadora. Dentro del grupo, Tomás Delgadín, que está haciendo su tesis doctoral, se dedica a evaluar cómo afecta la malnutrición al crecimiento, estudiando las variaciones hormonales en todo el eje de crecimiento, desde el cerebro, pasando por la hipófisis, el hígado y músculos. Daniela Pérez Sirkin, otra becaria doctoral, estudia qué es lo que sucede a nivel reproductivo con estos animales especialmente; de qué manera se afectan las gónadas, es decir los testículos y los ovarios. En particular, Paola Karp, alumna de la carrera de Ciencias Biológicas, está viendo el fenómeno de muerte celular programada (apoptosis) en las gónadas, ante una mala alimentación. Por su parte, Paula Di Yorio, becaria posdoctoral, estudia moléculas cerebrales que censan cuándo el animal tiene hambre o no la tiene, tratando de establecer la conexión entre esas moléculas y la reproducción.
“Tuvimos muchas líneas diferentes apuntando a analizar cómo el entorno afecta al crecimiento”, recuerda Vissio. “Inicialmente estudiamos cómo los animales crecen según las condiciones del ambiente. Hemos visto que en peceras blancas crecen mejor que cuando están en peceras negras. También es muy importante ver cómo se acondiciona una pecera. No es lo mismo que haya una densidad mayor de animales que una menor puesto que la densidad de la población afecta el crecimiento y la reproducción. Asimismo observamos una relación directa entre el tamaño del animal y el número de puestas”, agrega.
Aunque es muy difícil extrapolar lo que sucede en el laboratorio a lo que pasa en la naturaleza, los investigadores han podido determinar que este pez puede soportar grandes períodos de restricción alimentaria. “Luego de que los peces pasan un tiempo de restricción alimentaria, que les afecta principalmente el hígado, en el laboratorio podemos ver que esta situación es totalmente reversible. En un experimento piloto, observamos que tienen una tasa de crecimiento mayor cuando pasan un período de restricción y luego tienen un período de realimentación”, comenta Vissio.
Si bien la chancita no es un pez que se utilice mucho en acuicultura, lo que los investigadores aprenden de él puede ser aplicado a lo que sucede en otros peces. “El estudio de los factores que afecten al crecimiento y el análisis mismo del crecimiento y la reproducción son muy importantes porque lo que pretendemos es que los animales crezcan bien y que tengan una buena performance reproductiva. Eso, en acuicultura, es un punto fundamental”, afirma Vissio.
Encontrar el enlace entre la forma en la que los animales censan su estado nutricional y transmiten esa información al eje de crecimiento y al eje reproductivo es de gran interés para los investigadores, no sólo porque forma parte de su investigación básica sino para posibles aplicaciones en acuicultura y porque, si bien ellos trabajan con el modelo de Cichlasoma dimerus, los resultados de sus estudios podrían extrapolarse a otros vertebrados, incluso hasta a humanos. “Un estado de malnutrición afecta al crecimiento y la reproducción, sin embargo a qué nivel esto ocurre en los vertebrados en general, es lo que intentamos dilucidar en nuestro laboratorio”, reafirma la investigadora.
Grupo de Neuroendocrinología del Crecimiento y la Reproducción
(Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental)
Laboratorio 3, 4to. piso, Pabellón II. Teléfono: 4576-3348, interno 258.
http://www.dbbe.fcen.uba.ar/new/system/objetos.php?id_prod=158&id_cat=36
Dirección: Paula Vissio
Becaria posdoctoral: Paula Di Yorio
Tesistas de doctorado: Tomás Delgadín, Daniela Pérez Sirkin
Tesista de grado: Paola Karp
Colaboradora: Olivia Pedroncini